La Sagrada Familia, en vivo y en directo
Dos familias de barceloneses todav¨ªa bajo los efectos alucinatorios de las im¨¢genes retransmitidas por TV-3 del interior de la Sagrada Familia, cuando la visit¨® el 7 de noviembre Benedicto XVI, proced¨ªamos el d¨ªa de la Pur¨ªsima a contrastar esas im¨¢genes con la realidad, dispuestos si hac¨ªa falta a revisar a?os de descreimiento sobre la continuaci¨®n de la obra. Torres m¨¢s altas han ca¨ªdo. Una de las familias era la de un servidor, la otra la del arquitecto y buen amigo Josep Llin¨¤s, amante de la obra modernista en general y de la de Josep Maria Jujol, estrecho colaborador de Gaud¨ª, en particular.
Primera constataci¨®n: la realidad es cara. Doce euros la entrada de adultos, 10 la de menores (sin gu¨ªa; de pagarla, son 16 euros del ala, 14 los menores). Como todo extra, nos permitimos subir en ascensor (que no subir y bajar: la tarifa aumenta) a una de las torres de la fachada del Nacimiento: 2,50 euros m¨¢s por barba. Total por familia de cuatro miembros: 41,50 euros. Aparte de sagrada, la familia es cara. Y si le a?ades el aperitivo en una de las terrazas frente al templo, entonces ya no es tu familia, sino la que mantiene el sueldo de un controlador a¨¦reo...
"El verdadero Gaud¨ª es el que se descontrola y se descompone hasta lo l¨ªquido por putrefacci¨®n"
La percepci¨®n cambia mucho si entras al templo por Mallorca, como hicieron el Papa y las c¨¢maras, o lo haces por Sardenya, la entrada habitual de los turistas -pocos extranjeros, mayor¨ªa de espa?oles-, bajo la disuasoria mirada de las figuras esculpidas por Subirachs en la fachada de la Pasi¨®n (ah¨ª no hay pacto ni revisi¨®n que valga: son horrendas y lo seguir¨¢n siendo, por mucha tele que las saque).
El interior es un flash. Se imponen las columnas estriadas que apoyan como telones sobre el suelo, las ramificaciones superiores y la luz cenital que, derram¨¢ndose desde los ¨®culos, tan buenos efectos suministr¨® a la retransmisi¨®n. Pero en directo esa luminosidad resulta excesiva, de plat¨®, sin misterio, nada gaudiniana (falta por colocar vidrieras, es cierto). La sensaci¨®n es la misma que tienes cuando las c¨¢maras captan una funci¨®n de ¨®pera a la que asistes: la sobreiluminaci¨®n mata al directo.
"Me parece todo demasiado depurado. El error est¨¢ en no haberlo hecho m¨¢s pessebre", opina Llin¨¤s tras inspeccionar la nave. Conviene decir que, antes de la visita, el arquitecto ha estado esperando al grupo frente a la fachada del Nacimiento, la antigua. "Esas columnas [las ocho m¨¢s pr¨®ximas a Mallorca], por ejemplo. Son iguales. Gaud¨ª nunca las habr¨ªa repetido, estoy seguro de que las habr¨ªa modificado durante la ejecuci¨®n de la obra. Aqu¨ª se echa en falta el tiempo de la creaci¨®n: se ha convertido en un proyecto acabado, en aplicaci¨®n de principios preestablecidos".
"Detecto una voluntad de gustar que ¨¦l no ten¨ªa. El verdadero Gaud¨ª es el que se descontrola, se descompone por putrefacci¨®n hasta lo l¨ªquido, consciente de la provisionalidad de la carne. Todo eso lo vierte en la piedra para finalmente explicar la vida a la gente sencilla, mezclando todo tipo de elementos populares, sin rehuir el kitsch. Eso es emocionante y aqu¨ª lo echo en falta".
Recobramos la emoci¨®n subiendo (en ascensor) a una de las torres del Nacimiento y bajando (a pie) por otra. La calidez de la piedra licu¨¢ndose sobre el vac¨ªo, la delicadeza de un trencad¨ªs que decora una junta escondida (?Dios la ve!), la proximidad de las palomas blancas posadas sobre el cipr¨¦s que culmina la cueva de Bel¨¦n, todo nos pone de buen humor.
Acabamos la visita en las escuelas. Ah¨ª est¨¢ la reproducci¨®n del estudio, seg¨²n la fotograf¨ªa tomada al poco de morir el artista. De la l¨¢mpara cuelga el farcellet con la cena que Gaud¨ª ya no consumi¨®: dos rebanadas de pan untadas con miel y un pu?ado de uvas pasas. La conversaci¨®n nos lleva al misticismo de cierto arte catal¨¢n y por ah¨ª llegamos a T¨¤pies.
"?l s¨ª habr¨ªa acabado bien la fachada de la Gl¨°ria. Las nubes de hierro forjado, como las de La Pedrera, que Gaud¨ª previ¨® colocar por encima del arco de entrada, me recuerdan mucho al N¨²vol i cadira de la Fundaci¨®n T¨¤pies".
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