Esp¨ªas en la embajada
Desde que el vallisoletano Juan Vel¨¢zquez de Velasco fuera nombrado por Felipe III "esp¨ªa mayor de la corte y superintendente general de las inteligencias secretas" mucho y poco ha cambiado en el mundo del espionaje. Los legajos que hoy consultamos en los archivos de Simancas sobre la corte francesa o inglesa son similares a los que Wikileaks filtra del Departamento de Estado norteamericano, aunque con cuatro siglos de diferencia. De repente, nos encontramos ante el frescor de acontecimientos contempor¨¢neos y de los cuales a¨²n tenemos memoria viva, sin el tamiz de un sue?o de los justos de varias d¨¦cadas, algo in¨¦dito en la historia.
El poeta Alfred Austin describ¨ªa el para¨ªso como estar sentado en un agradable jard¨ªn de la embajada recibiendo telegramas que le anunciasen alternativamente una victoria inglesa por mar y otra por tierra. En la actualidad, querer separar espionaje y acci¨®n exterior es seguir teniendo una visi¨®n muy rom¨¢ntica de un diplom¨¢tico.
Wikileaks ha acabado con la ficci¨®n del embajador que solo pasa el d¨ªa tomando el t¨¦ en el jard¨ªn
Un 81% de los embajadores cree que las redes de inteligencia deben depender de ellos
El informe sobre la Reforma del Servicio Exterior Espa?ol, dirigido por el embajador Melit¨®n Cardona en 2005, abord¨® varios de los retos que el Cuerpo Diplom¨¢tico de un pa¨ªs como Espa?a, debe afrontar en el siglo XXI. Si queremos que nuestros diplom¨¢ticos abran mercados, modifiquen la imagen del pa¨ªs, o se impliquen en la seguridad, es esencial repensar su secular funci¨®n.
En esta l¨ªnea, la Fundaci¨®n Alternativas nos encarg¨® en 2005 un informe sobre el papel de la comunidad de inteligencia en el proceso de toma de decisiones en pol¨ªtica exterior y de seguridad, cuya segunda oleada se realiz¨® el pasado verano. Cuarenta embajadores de Espa?a en el extranjero, que representan a todas las zonas de inter¨¦s para Espa?a en peque?as, medianas y grandes potencias, respondieron a un cuestionario sobre la visi¨®n que ten¨ªan de su trabajo.
Se les pregunt¨® si cre¨ªan que las empresas espa?olas en el extranjero deb¨ªan suministrar informaci¨®n a las embajadas. La gran mayor¨ªa respondi¨® que s¨ª, pero menos de la mitad piensa que efectivamente lo hagan. Guarismos similares se obtienen al preguntar sobre si el CNI deber¨ªa informar a las empresas espa?olas para favorecer su actividad econ¨®mica en el extranjero, una gran mayor¨ªa considera que s¨ª, pero apenas uno de cada cuatro cree que efectivamente sea una pauta habitual del CNI.
Esta percepci¨®n es llamativa porque el Centro, de acuerdo con la voluntad que el legislador expresa en su ley reguladora de 2002, tiene como misi¨®n "obtener, evaluar e interpretar informaci¨®n y difundir la inteligencia necesaria para proteger y promover los intereses pol¨ªticos, econ¨®micos, industriales, comerciales y estrat¨¦gicos de Espa?a, pudiendo actuar dentro o fuera del territorio nacional". No obstante, los embajadores reconocen que las empresas espa?olas tampoco miman esta relaci¨®n, ya que mientras todos ellos entienden que las empresas deben informar al CNI de aquello que tengan conocimiento y que pueda ser relevante para los intereses de Espa?a, apenas uno de cada diez considera que lo hagan.
Los embajadores son la cabeza del Estado y de los intereses de Espa?a en el exterior, adem¨¢s de una prolongaci¨®n de una pol¨ªtica nacional mucho m¨¢s compleja que la de hace cuatrosiglos. Por eso, si m¨¢s all¨¢ de la labor representativa queremos que los embajadores dirijan toda la acci¨®n exterior de Espa?a, la labor informativa es una dimensi¨®n que no podemos olvidar.
La misi¨®n del esp¨ªa mayor de Felipe III era centralizar y dirigir toda la informaci¨®n secreta enviada por virreyes, embajadores y capitanes generales, por lo que este primer intento de coordinaci¨®n de la diplomacia secreta de los Austrias muestra que los embajadores esp¨ªan desde anta?o. A d¨ªa de hoy la situaci¨®n no es diferente. La mitad de los embajadores se considera por igual consumidor de inteligencia y recolector de informaci¨®n, uno de cada diez, m¨¢s consumidor que recolector y, un tercio, m¨¢s recolector que consumidor. Este porcentaje sube en 2010 hasta el 80% y, adem¨¢s, se ha triplicado el n¨²mero de embajadores que reconocen recibir informes de inteligencia alguna vez al mes.
Estos datos reflejan que la relaci¨®n entre la diplomacia y el espionaje espa?ol mejora desde los a?os setenta cuando el recelo de los diplom¨¢ticos hacia los miembros del servicio de inteligencia era m¨¢ximo.
Atr¨¢s quedaron paulatinamente duros enfrentamientos personales entre los embajadores y las antenas del servicio de inteligencia que parec¨ªan m¨¢s dedicadas a cotilleos de alcoba de los embajadores que a captar verdadera inteligencia. Se comenz¨® a cuidar el perfil de los agentes que el Centro mandaba al exterior para evitar encontronazos y, en la actualidad, los alumnos de la Escuela Diplom¨¢tica visitan el CNI durante su proceso formativo. Quiz¨¢ esto explique que para un 86%, la relaci¨®n entre ambos sea de cooperaci¨®n y, para el 13%, buena, siempre que no comprometa el trabajo de la embajada, si bien a¨²n para dos tercios el funcionamiento de toda la comunidad de inteligencia es mejorable o muy mejorable.
Los diplom¨¢ticos siempre han tenido grandes recelos a que cualquier implicaci¨®n en labores de espionaje dificultase su labor de representaci¨®n; pero la mera representaci¨®n ya no puede justificar la existencia de un Cuerpo Diplom¨¢tico de unos Estados con m¨²ltiples intereses fuera de sus fronteras y que debe tener una ¨²nica cabeza, en mi opini¨®n, la del embajador.
Preguntados por el dilema de obtener informaci¨®n o no deteriorar la posici¨®n de la representaci¨®n exterior de Espa?a, la mitad de los embajadores respondi¨® que debe primar la obtenci¨®n de informaci¨®n; esta cifra se ha elevado a tres de cada cuatro en 2010.
Lo contrario, es evidente, supondr¨ªa asumir que exista una red paralela, fuera del control de los embajadores, y los encuestados dejan meridianamente claro que no quieren esp¨ªas descontrolados en su legaci¨®n, y ambas oleadas calcan los resultados: un 81% sostiene que las redes de inteligencia deben depender del embajador.
Un viejo tratado dec¨ªa: "El espionaje existe por dos motivos: por necesidad y por reciprocidad". Por eso, aunque la labor informativa de los diplom¨¢ticos no est¨¢ en duda, sin embargo, cada vez se antoja m¨¢s complejo ocultarla.
En el damero internacional es esencial mantener una cierta asepsia que permita tener un canal no contaminado para jugar bajo el tapete cuando el Estado no puede actuar ante los focos o, simplemente, dos Estados no tienen relaciones diplom¨¢ticas.
Pero para jugar en la compleja realidad mundial, cada Estado, en sus casillas y con sus fichas, necesita esp¨ªas en la embajada, y lo que Wikileaks ha mostrado es que el tiempo ya no ser¨¢ m¨¢s un aliado para mantener la ficci¨®n de que el embajador solo pasa el d¨ªa tomando t¨¦ en el jard¨ªn.
Antonio M. D¨ªaz Fern¨¢ndez es profesor titular de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Burgos y colaborador de la Fundaci¨®n Alternativas.
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