Consumismo, sueldos bajos
La interpretaci¨®n de la crisis que vivimos est¨¢ todav¨ªa por hacer. En unos decenios, cuando se haya superado el actual ciclo catastr¨®fico, los historiadores no se olvidar¨¢n de constatar la opacidad que habr¨¢ existido entre las condiciones que han vuelto posible la crisis y las explicaciones que sus contempor¨¢neos habr¨¢n hecho de ella. Un primer efecto de esta ilusi¨®n ¨®ptica comienza por otra parte a dejarse percibir. As¨ª, en Europa, no se habla ahora m¨¢s que de "crisis del euro", de posibles "defectos" por parte de ciertos Estados, como si ¨¦stos fueran los responsables de la cat¨¢strofe, olvidando ya lo que ha hecho estallar la crisis mundial en el origen de la desestabilizaci¨®n del euro: el ahogo de las hipotecas basura y, m¨¢s fundamental, del mercado inmobiliario en EE UU.
Para detener la cat¨¢strofe econ¨®mica actual, habr¨ªa que consumir menos y aumentar m¨¢s los salarios
Esta inversi¨®n extraordinaria proviene por supuesto de la posici¨®n de fuerza intelectual del global-liberalismo en la propagaci¨®n de la explicaci¨®n de la crisis, transmitida en eco por los partidos conservadores y socioliberales un poco en todas partes del mundo. Es verdad que el asunto no est¨¢ a¨²n terminado, y que nos dirigimos hacia una profundizaci¨®n incontrolable de esta crisis, ya que los remedios propuestos, que tienen la virtud un poco gloriosa de satisfacer a medio plazo a los inversores, la agravan en realidad a largo plazo.
Las causas de esta crisis acabar¨¢n, sin embargo, por salir a la luz del d¨ªa, pero har¨¢ falta la distancia hist¨®rica que permita ver el ciclo largo, en el sentido del economista estadounidense Leontief. Estas causas son de ahora en adelante perceptibles; son m¨²ltiples y no obedecen al principio de causalidad directo y simple. Son en bucle, en feedback: act¨²an sobre los efectos que provocan, haciendo que los mismos efectos act¨²en retroactivamente sobre esas mismas causas.
Explicaci¨®n: los unos sostienen que lo que est¨¢ en el origen de la crisis son solo los pr¨¦stamos hipotecarios; los otros, que, en Europa, es un defecto de flexibilidad del euro, que no ha sabido adaptarse a las fluctuaciones de coyuntura provocadas por la crisis; otros todav¨ªa incriminan la circulaci¨®n descontrolada de capitales, los para¨ªsos fiscales, la ausencia de transparencia que envuelve la actividad de los actores financieros, el papel de los grandes bancos que est¨¢n a punto de quebrar pero que no podemos dejar que caigan en quiebra, las estad¨ªsticas truncadas de los Estados cogidos en falta, el papel hegem¨®nico y m¨¢s que ego¨ªsta de los gobiernos m¨¢s poderosos de la zona euro, el sistema monetario internacional enteramente dominado por el G-2 (la alianza de facto entre el d¨®lar y el yuan chino); en fin, el liberalismo desbocado preconizado por la OMC en el sistema de los intercambios comerciales mundiales, que, al poner a competir a unos pa¨ªses con sistemas sociales diferentes, destruyen los logros sociales de los m¨¢s desarrollados. Podr¨ªamos hacer una lista m¨¢s larga a¨²n de causas y efectos.
Todas estas explicaciones tienen un gran contenido de verdad; tomadas aisladamente o en su conjunto, son esclarecedoras de la extrema complejidad de la situaci¨®n. Sin embargo, ?estamos seguros de que es esto lo que aparecer¨¢ como el motor de esta crisis?
Arriesguemos aqu¨ª una hip¨®tesis, que los futuros analistas demostrar¨¢n o invalidar¨¢n. La causalidad en feedback de la crisis es en realidad la pareja contradictoria que se ha establecido, desde el principio de esta globalizaci¨®n liberal, en torno a los a?os ochenta del siglo XX, entre la extensi¨®n de producci¨®n infinita de mercanc¨ªas a bajo precio, que exig¨ªa el desarrollo igualmente infinito del consumo, y el recorte salarial en todas partes para producir estas mismas mercanc¨ªas y para luchar contra la inflaci¨®n. En l¨ªneas generales: un movimiento mundial de alza del consumo y de deflaci¨®n global de los salarios bajos y medios.
?Pero c¨®mo pagar todo lo que es ofrecido con unos salarios bajos? La respuesta es simple: con el cr¨¦dito, la deuda. Es por eso que estos ¨²ltimos 30 a?os han sido los de uno de los m¨¢s apabullantes endeudamientos de la historia del capitalismo. Los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea en dificultades lo saben mejor que nadie: la deuda privada en Espa?a es hoy en d¨ªa una de las m¨¢s importantes en Europa; el enriquecimiento hipotecario de los hogares espa?oles ha resultado ser una cuerda de estrangulamiento.
Y si la deflaci¨®n salarial y el sobreconsumo est¨¢n en el origen profundo de la crisis, el endeudamiento es el opio. Para detener la cat¨¢strofe econ¨®mica actual, habr¨ªa pues que consumir menos y aumentar m¨¢s los salarios. Pero los mercados no quieren y los Estados son impotentes. ?Hasta que la calle se haga o¨ªr con brutalidad?
Traducci¨®n de M. Sampons.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.