Los temas de Miguel Hern¨¢ndez
La poes¨ªa come de todo? ?Es amiga al mismo tiempo del oro y del barro? ?Su funci¨®n es encontrar la brasa creativa que duerme dentro de todas las cosas, o hay temas que, sencillamente, son imposibles? Miguel Hern¨¢ndez, que adopt¨® desde sus comienzos el papel de poeta total, de transmisor sin limitaciones previas de lo que ocurre en el interior de todo, y a cuya naturaleza pertenec¨ªa el impulso de lanzarse a las cuestiones que ten¨ªa m¨¢s a mano, fueran las que fueran, para exprimirle su zumo po¨¦tico, hizo de su obra, incluso antes de la llamada colectiva a la inclusi¨®n de todo lo humano del c¨¦lebre manifiesto de Pablo Neruda Sobre una poes¨ªa sin pureza (1935), un modelo de fe en las posibilidades ilimitadas de la poes¨ªa para enaltecer formas muy distintas de vida, sin diferenciar, en principio, cuestiones sublimes de cuestiones pedestres. La variedad de los temas que asaltan sus versos, algunos tan graves y de tanto peso como la naturaleza, la guerra o la c¨¢rcel, no s¨®lo no asfixiaron el diafragma de su poes¨ªa sino que le ofrecieron la oportunidad de que con ellos alcanzara lo mejor de su producci¨®n. En cualquier caso, la cuesti¨®n primordial de su trabajo es el lenguaje. Miguel Hern¨¢ndez es un poeta alborozadamente formalista en una clave de esfuerzo y de exaltaci¨®n verbal que vivi¨® una primera fase (hasta El rayo que no cesa), en la que el lenguaje va en busca de la realidad con cierto ruido de motor, una segunda en la que la horrible realidad acude al lenguaje con la suave potencia de su fatalidad musical (de Viento del pueblo a El hombre acecha) y una tercera (la de Cancionero y romancero de ausencias) caracterizada por la delgadez ling¨¹¨ªstica, el encuentro dolorido con lo esencial y la sutileza de sus centelleantes abstracciones. En el centro mismo de sus poemas se produce un cruce de fuerzas entre la burbujeante alegr¨ªa de la b¨²squeda de palabras, ese salir, lleno de pasi¨®n, al campo de las posibilidades combinatorias, y el caudal de amargura o de dificultad vital de los asuntos que trata, que ejerce una especie de movimiento interior y descendente. Que la obra de un poeta se mantenga viva significa que puede ser le¨ªda de un modo absolutamente distinto de como lo fue en otras ¨¦pocas. Las iluminaciones y los descubrimientos continuos que cobijan los poemas de Miguel Hern¨¢ndez, unidos a esa especie de fortificante coraje sonoro que no afloja nunca, parecen dispuestos para producir sus propias reacciones en cadena en los lectores de hoy. -
Latidos en cinco poemas
Hay un constante est¨ªo de ceniza
para curtir la luna de la era,
m¨¢s que aquella caliente que aqu¨¦l iza,
y m¨¢s, si menos, oro, duradera.
Una imposible y otra alcanzadiza,
?hacia cu¨¢l de las dos har¨¦ carrera?
Oh t¨², perito en lunas: que yo sepa
qu¨¦ luna es de mejor sabor y cepa.
De Perito en lunas (1933)
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