Un futuro sostenible para el ladrillo
El 'boom' de la construcci¨®n deja una factura elevada - El sector debe asumir nuevos conceptos para superarlo - Tiene al alcance liderar una ola de innovaci¨®n
La construcci¨®n ha sido importante en la econom¨ªa valenciana, al menos, desde los a?os sesenta. Desde el extraordinario ¨¦xodo del campo a las ciudades, el nacimiento de las segundas residencias y el turismo de masas, se?ala el soci¨®logo Ernest Garcia. Pero mantuvo un perfil equilibrado hasta el ¨²ltimo gran periodo de prosperidad, el boom de 1995-2007, cuando a los elementos anteriores (aumentados) se les sum¨® una legislaci¨®n permisiva y un acceso barato al cr¨¦dito. El resultado m¨¢s conocido fue la explosi¨®n de ladrillo. El m¨¢s discreto, la consolidaci¨®n de un sistema. Constructores y promotores ocupaban la c¨²spide, pero solo gracias a la s¨®lida base social y econ¨®mica en la que se asentaban.
Los megaproyectos pendientes son historia. Lo asume la propia patronal
La obra ha perdido la mitad de empleos: son 152.000 parados problem¨¢ticos
"El problema es que el agente urbanizador privado, por razones l¨®gicas, no tiene en cuenta toda una serie de consecuencias sociales negativas (externalidades) de sus decisiones, ya que estas escapan de su esfera. S¨®lo sopesa los aspectos privados (beneficios) o aquellos aspectos sociales que cree que le van a granjear una imagen positiva ante la opini¨®n p¨²blica, como el argumento de que 'creamos mucho empleo'", indica Ernest Reig, catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universitat de Val¨¨ncia.
El sistema era, sin embargo, mucho mayor porque beneficiaba a mucha m¨¢s gente. En 2007, el a?o culminante de la burbuja inmobiliaria, la construcci¨®n empleaba a 328.000 personas en el territorio valenciano, un 14,8% del total de trabajadores. Multipl¨ªquese ese dato por el n¨²mero de miembros de sus familias. A?¨¢danse varios miles de empleados m¨¢s en el conjunto de la actividad inmobiliaria (encuadrados en el sector servicios, no en el de la construcci¨®n), y a los propietarios de terrenos no urbanizables que vieron c¨®mo se multiplicaba su valor ante la perspectiva de la recalificaci¨®n, y se entender¨¢ mejor la escasa reacci¨®n social que gener¨® el tsunami de ladrillo.
Quedaban, claro, las administraciones p¨²blicas. Pero, corrupci¨®n aparte, a los poderes auton¨®micos y locales les resultaba "m¨¢s c¨®modo mirar hacia otro lado y atender solamente a los ingresos fiscales que las operaciones urban¨ªsticas pod¨ªan generar", remata Reig.
El impacto fue formidable: entre 1987 y 2006 el ritmo de crecimiento de las "superficies artificiales" (construidas) creci¨® en Espa?a un 41%, mientras en Europa lo hac¨ªa al 8,5%. Alicante fue la segunda provincia donde m¨¢s aument¨® este tipo de suelo. Valencia, la tercera. En 2006, las superficies artificiales representaban en el conjunto de Espa?a el 2%. En la Comunidad Valenciana era el 4,9% (una proporci¨®n similar a la francesa). Pero en los 10 primeros kil¨®metros desde la costa se elevaba al 15,2%. Y si se tomaba solo el litoral de Alicante, se disparaba al 18,2%.
El pinchazo de la burbuja ha tenido una dram¨¢tica factura en t¨¦rminos de paro: la construcci¨®n empleaba en el tercer trimestre de 2010 a 185.200 personas, casi la mitad que hace tres a?os. Y buena parte de esos 152.000 trabajadores sobrantes tienen muchas papeletas para convertirse en parados de larga duraci¨®n.
La resaca del boom tiene otra clase de alcances: "Nuestra irresponsable actuaci¨®n de estos ¨²ltimos a?os ha dilapidado una parte importante del enorme capital reputacional como regi¨®n mediterr¨¢nea que ten¨ªamos ante el mundo", explica el economista y ex consejero socialista Andr¨¦s Garc¨ªa Reche, "dado que el concepto de estilo de vida mediterr¨¢neo ha estado siempre ligado, en teor¨ªa, a la sostenibilidad y calidad de vida".
Casi todos los expertos consultados creen, sin embargo, que una vez liquidado el stock de pisos sin vender (entre 80.000 y 100.000 en la comunidad aut¨®noma, seg¨²n Juan Eloy Dur¨¢, presidente de los constructores valencianos), redimensionado el sector e interiorizado el concepto de sostenibilidad, la construcci¨®n seguir¨¢ teniendo un peso clave en el territorio.
Consecuencia: tal y como fueron planteados, los muchos megaproyectos paralizados (Nou Mil¡¤leni, Manhattan de Cullera...) son historia, castillos en el aire que no defiende ni la patronal de los constructores. "Los pisos construidos y los solares ya urbanizados podr¨¢n absorberse por el mercado lentamente, con una sensible baja de sus precios que hasta ahora no se ha producido suficientemente. Sin embargo, resulta m¨¢s que dudoso el desarrollo de los megaproyectos a¨²n no iniciados. T¨¦ngase en cuenta que ni hay mercado ni hay financiaci¨®n para este tipo de actuaciones, al menos a un plazo de varios a?os", afirma Gerardo Roger, arquitecto y profesor de Urbanismo.
En el corto plazo, el nuevo urbanismo sostenible deber¨ªa mirar a la "ciudad consolidada" en vez de hacia nuevos desarrollos. Es decir, "edificar los solares existentes y, sobre todo, rehabilitar y regenerar el patrimonio edificado", sigue Roger. En un planteamiento estrat¨¦gico, la construcci¨®n y la sostenibilidad no solo son compatibles, cree Garc¨ªa Reche, sino que bien orientada "puede liderar una de las grandes oleadas de innovaci¨®n en los pr¨®ximos 10 a?os".
?C¨®mo? "Desde la climatizaci¨®n de edificios hasta la incorporaci¨®n de nuevos materiales con menor huella ecol¨®gica. Los sistemas de eliminaci¨®n de residuos. El aislamiento ac¨²stico. La flexibilidad funcional de los espacios interiores. Y todas aquellas innovaciones que mejoren la calidad de vida y el confort de sus habitantes, reduciendo los impactos negativos sobre las personas, el medio ambiente, el uso racional del territorio y el paisaje", responde Garc¨ªa Reche.
El catedr¨¢tico est¨¢ convencido de que la sostenibilidad no es ya un mero concepto ret¨®rico: est¨¢ en el n¨²cleo de la estrategia europea de crecimiento tras el acuerdo de Lisboa y en su dise?o de responsabilidad social de las empresas, y ha sido adoptado por el ISO (Organizaci¨®n Internacional para la Estandarizaci¨®n) aunque a¨²n sin rango de norma. Que la patronal de la provincia de Valencia (la CEV) lo haya asumido expresamente "es un hito de enorme importancia en el conjunto del Estado", afirma Garc¨ªa Reche; "puede decirse que los empresarios valencianos comienzan a posicionarse en la direcci¨®n correcta".
Las ciudades del ma?ana
El adjetivo sostenible aplicado al urbanismo significa cosas distintas seg¨²n quien lo diga. Pero figura en todos los discursos, incluido el de Juan Eloy Dur¨¢, presidente de la Federaci¨®n Valenciana de Empresarios de la Construcci¨®n. Preguntado por el futuro de los megaproyectos urban¨ªsticos suspendidos por el pinchazo de la burbuja, responde: "El primer paso es sanear el stock y llegar a una oferta-demanda compatible (unas 30.000 viviendas al a?o en la Comunidad Valenciana). Y a partir de ese momento, trabajar para que todos los proyectos que se hagan sean sostenibles".
Est¨¢ en todos los discursos pero no significa lo mismo. Ernest Garcia, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universitat de Val¨¨ncia, opina que en un territorio tan maltratado como el valenciano solo cabr¨ªa llevar a cabo "proyectos de urbanizaci¨®n muy consecuentes, en la estela de BedZED o Vauban", barrios dise?ados en Londres y Friburgo (Alemania) con la idea de que sus necesidades externas de energ¨ªa se acerquen a cero.
Aparte de las innovaciones t¨¦cnicas de las nuevas viviendas (similares a las de Garc¨ªa Reche), Ernest Garcia considera que la construcci¨®n sostenible forma parte de un marco m¨¢s amplio, la "ciudad sostenible". Una ciudad compacta (como las tradicionales del mediterr¨¢neo) en vez de dispersa, y por tanto m¨¢s eficiente energ¨¦ticamente, y que integre zonas verdes. Con espacios plurifuncionales (los monofuncionales, como los distritos residenciales o los de negocios requieren mucha energ¨ªa para conectarlos y son socialmente m¨¢s pobres). Que reubique determinados procesos (generaci¨®n de energ¨ªa, servicios comunitarios...). Conserve los espacios ecol¨®gicos y agr¨ªcolas que a¨²n existen en su l¨ªmite urbano. Que rehabilite el espacio construido y deteriorado antes de crecer hacia otras zonas. Que pacifique sus calles (transporte urbano, bicicleta). Que minimice el volumen y la toxicidad de sus residuos. Y que aplique todos estos criterios de forma conjunta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.