Hambre de cultura
Hace unas semanas caus¨® furor en Internet, y a partir de ah¨ª en otros medios de comunicaci¨®n, el proyecto Happy Meal de la artista norteamericana Sally Davies, que consist¨ªa en fotografiar a diario el men¨², de hamburguesa y patatas fritas, de una conocida cadena de comida r¨¢pida. La gracia o el inter¨¦s del asunto resid¨ªan en que pasaban los d¨ªas, las semanas y los meses -m¨¢s de cinco en el momento en que la obra salt¨® a la fama- y el men¨² en cuesti¨®n permanec¨ªa intacto, incorruptible, como si, en lugar de compuesto de carne y patata, hubiera estado hecho de pl¨¢stico. Y ¨¦sa era, al parecer, la intenci¨®n de la autora: desvelar hasta qu¨¦ punto es incomestible lo que en esos lugares se consume, lo que come la gente en general y los ni?os en particular, puesto que en este caso se trataba de un men¨² infantil.
Me permito dudar de que el concepto que preside la obra tenga la consistencia, es decir, la revelaci¨®n de lo art¨ªstico -no s¨¦ si hacen falta doscientas fotos casi id¨¦nticas para hacernos sospechar, a estas alturas, de la composici¨®n de algunos platos de cocina instant¨¢nea-; incluso, de que haya que considerar que lo que est¨¢ retratando sea, a pesar de las cl¨®nicas apariencias, una hamburguesa. Creo que esa obra y, sobre todo, su ¨¦xito en la red ganan al abordarlos desde otro ¨¢ngulo, al verlos como un retrato del mundo y el tiempo en que a¨²n vivimos, o de la versi¨®n a¨²n dominante de los mismos; un tiempo y un mundo que puede interesarse, entusiasmarse, fascinarse por casi nada, por cualquier simpleza, mientras desaprovecha, descuida o desprecia lo esencial. Que puede, por ejemplo, y por ce?irme al caso que nos ocupa, concentrar su mirada, implicar a sus redes, invertir su tiempo, en una comida que no se come, en una comida para contemplar, mientras convive con el hambre.
A esa serie de fotos de in-comida yo quisiera oponerle esta frase de Antonin Artaud, tomada del pr¨®logo de El teatro y su doble: "No me parece que lo m¨¢s urgente sea defender una cultura cuya existencia nunca ha librado al ser humano del hambre o de la preocupaci¨®n por vivir mejor, sino extraer de lo que llamamos cultura ideas cuya fuerza viva sea id¨¦ntica a la del hambre". Y el colocar ahora un enunciado pegado al otro no tiene que ver tanto con la cr¨ªtica -aunque prefiero sin duda a Artaud, y la idea de que no hay cultura en el entretenimiento, s¨®lo en la conmoci¨®n- no tanto con la cr¨ªtica como con la esperanza, en el sentido de que ¨¦sta se vive o se traduce casi siempre en alternativa. Hay esperanza cuando otra cosa, otro lado, otra visi¨®n, otra actitud, tambi¨¦n est¨¢n ah¨ª, visible, audiblemente, ah¨ª. La crisis ha hecho de 2010 un a?o de derrumbes y agrietamientos. Pero tambi¨¦n o por ello, un a?o de revelaciones, de emergencias. Por las fisuras ha ido apareciendo -como hierba entre los adoquines- otro paisaje, m¨¢s paisaje. Que su r¨¦plica pueda seguir creciendo en visibilidad, en fertilidad, en 2011 es lo que nos deseo.
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