Lo inviable
A ra¨ªz del cierre de CNN +, un canal en el que se pod¨ªa escuchar a seres humanos debatir de asuntos de actualidad sin esa ira que ha convertido la tertulia en espect¨¢culo, mucha gente que conozco ha comentado la orfandad ¨¦tica y est¨¦tica en la que nos va dejando un presente en el que solo tiene derecho a existir aquello capaz de competir con lo masivo. Hace a?os, los te¨®ricos de la comunicaci¨®n auguraban un futuro en el que tendr¨ªan cabida canales especializados que satisfar¨ªan las necesidades culturales concretas. El tiempo les ha dado la raz¨®n solo en parte: muchos medios peque?os subsisten siempre y cuando colmen los apetitos de los grupos de presi¨®n a los que se dirigen; sus espectadores buscan reafirmar su fanatismo m¨¢s que informarse o ampliar conocimientos sobre sus aficiones. Con esta perspectiva, los amantes del periodismo sin m¨¢s o de la cultura general, como antes se dec¨ªa, nos vamos quedando sin referencias, sobre todo en lo que a televisi¨®n se refiere. Los cierres se justifican por la inviabilidad de las empresas. Y eso me hace pensar en que muchas de las cosas que me gustan se est¨¢n haciendo inviables. Tal vez esta fatalidad comenz¨® el d¨ªa en que las empresas culturales comenzaron a exigirle a sus productos un rendimiento econ¨®mico que solo alcanzan ciertas obras. Cu¨¢ntas revistas, libros o programas que hoy consideramos de referencia habr¨ªan dejado de editarse si solo se hubiera tenido en cuenta el n¨²mero de consumidores potenciales. En la org¨ªa de lo m¨¢s vendido, lo m¨¢s visto y lo m¨¢s le¨ªdo participan todos los medios; potencian que se le preste a¨²n m¨¢s atenci¨®n al que m¨¢s tiene y convierten en minoritario a un p¨²blico que no tiene vocaci¨®n de serlo. Huir de esa corriente salvaje de vulgaridad que engulle sin tregua los espacios de sosiego no est¨¢ movido por un af¨¢n elitista sino de resistencia.
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