La casa de la memoria

"Quien pierde la memoria, pierde la identidad". Francesc Aled¨®n, maestro jubilado de 63 a?os, recuerda esta m¨¢xima mientras recorre las habitaciones de su casa de El Cabanyal y muestra las fotograf¨ªas de sus alumnos, su familia, los premios por su labor pedag¨®gica, sus libros, los mapas de Valencia, y los documentos y recuerdos de un barrio en el que no naci¨® ni trabaj¨®, pero que ha hecho suyo. Compr¨® la casa hace a?os, con vistas a mudarse cuando se jubilara. La vaci¨® por dentro y la reconstruy¨® para ser "una casa modernista de El Cabanyal como las de antes", con su pavimento de azulejo, techos altos, vigas a la vista...

Aled¨®n se ha mudado al barrio guiado por los buenos recuerdos de su infancia en unas calles que ahora est¨¢n salpicadas de solares vallados y de problemas. "El barrio merece salvarse. Lo moderno no es derribar, sino conservar y respetar", afirma. En El Cabanyal "se ha permitido una degradaci¨®n" que ha echado a parte de sus moradores y ha atra¨ªdo la droga y el conflicto social.

Pero eso no desanima a este maestro retirado. "Hay que tener una relaci¨®n de respeto con la gente y entonces se puede convivir", asegura Aled¨®n mientras ense?a su casa. Lo hace con gusto, como en las jornadas de Portes Obertes organizadas cada a?o por Salvem El Cabanyal, plataforma en la que participa. De cada edici¨®n guarda un libro con los comentarios de los visitantes. Dedicatorias que le animan a oponerse a la "destrucci¨®n de la memoria colectiva". Pero desde "el respeto y sin insultos", recalca Aled¨®n, que tiene esperanza en que el plan del PP no salga adelante.

Una esperanza que otros vecinos han perdido, como Antonio Ortol¨¢, de 66 a?os, y su esposa Encarnaci¨®n Simarro, de 51 y una "enamorada de El Cabanyal". Ambos creen que una gran avenida dar¨ªa vida al barrio, ser¨ªa un "revulsivo". "Hay que hacer algo, pero hacerlo bien, con realojos", opina Antonio.