"Fumar todav¨ªa da m¨¢s placer tras ampliarse la prohibici¨®n"
Nace en Reus el primer club de fumadores tras la ley antitabaco
Hay esperanza para los fumadores empedernidos a pesar del veto a los cigarrillos y el tabaco en general con que ha arrancado el a?o . Se percibe antes de acceder a una sala del C¨ªrcol de Reus (Tarragona), entidad cultural de solera en la ciudad, creada nada menos que en 1851 y que est¨¢ empe?ada en conservar el tufo que sol¨ªa recargar hasta ahora el ambiente de bares y restaurantes.
Aquel mismo humazo fluye ahora desde una estancia de la asociaci¨®n para goce de los obstinados en mantener aquella tradici¨®n. "Aqu¨ª podemos fumar, por p¨ªcaros", elogia entre una densa humareda Anton Tapias, presidente del primer club privado de fumadores inaugurado tras la reciente legislaci¨®n antitabaco.
Cuarenta de los 450 socios de El C¨ªrcol se apuntan para seguir con el cigarro
La norma permite crear clubes privados donde consumir tabaco
En el C¨ªrcol, concretamente en una habitaci¨®n de alrededor de 20 metros cuadrados que acoge el flamante Club El Caliquenyo, se fuma a placer desde el pasado 2 de enero, cuando empez¨® la prohibici¨®n. "Lo estrenamos contra reloj el mismo d¨ªa en que se aplic¨® la ley contra el tabaco", presume el presidente de la entidad ante el gui?o aprobatorio de otros tres fumadores: dos de cigarrillos y uno de habano. "Fumar, pese a la prohibici¨®n, todav¨ªa da m¨¢s placer", se jactan entre calada y calada los socios del nuevo club.
Este centro de fumadores tiene ya unos 40 socios de entre los 450 miembros del C¨ªrcol y estrena as¨ª la picaresca para eludir las restricciones legales al consumo de tabaco: la creaci¨®n de clubes privados de fumadores en los que la normativa en vigor permite fumar. El sector de la restauraci¨®n contempla estas asociaciones, que empezaron a brotar tras la anterior legislaci¨®n antitabaco implantada en 2006, como ¨²nica v¨ªa para conservar a fumadores renuentes a abandonar el h¨¢bito. La ley antitabaco, sin embargo, impone condiciones restrictivas. "En el C¨ªrcol siempre se ha fumado y hemos hecho algunas variaciones para preservarlo", se?ala el presidente de la entidad. La ley fija que estas entidades deben registrarse, dotarse de personalidad jur¨ªdica y de una junta propia adem¨¢s de garantizar que solo permiten la entrada a socios miembros que sean mayores de edad. Tampoco pueden tener estas asociaciones af¨¢n lucrativo ni comercializar productos consumibles. A partir de aqu¨ª, empieza la picaresca.
En El Club El Caliquenyo solo hay un televisor, algunas mesas y ceniceros repletos de cigarros, adem¨¢s de un ambientador obviamente desbordado. Pero los camareros de la entidad acercan bebidas hasta la puerta para que el socio solo necesite estirar un brazo mientras sujeta el cigarrillo en la otra mano para coger su consumici¨®n. La junta directiva del club es la misma que la de la entidad cultural con los cargos cambiados. "No ten¨ªamos tiempo para m¨¢s", se excusa Tapias. "Lo complejo ser¨¢ cuando haya partidos de f¨²tbol", admite el presidente antes de agradecer que ning¨²n inspector se haya presentado a comprobar que el local cumple la ley. "A¨²n debemos perfeccionar algunas cosas", admite Tapias.
El d¨ªa que inauguraron El Caliquenyo, los miembros del C¨ªrcol que acudieron a la entidad para ver el partido Bar?a-Levante se percataron de que en una sala pod¨ªan apreciar el juego cul¨¦ sin renunciar al tabaco. Entraron en manada. "Puede que se colara alguien que no fuera socio", admite Tapias con tono pillo.
Con estos precedentes parece dif¨ªcil garantizar que el local cumplir¨¢ las normas y los camareros del C¨ªrcol, por ejemplo, no acaben alargando la mano para depositar la bebida en las mesas del Caliquenyo. "Eso no ocurrir¨¢", asegura el presidente. Todo un p¨ªcaro.
![Habitaci¨®n para fumadores en el C¨ªrcol de Reus (Tarragona).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MULKEJJ557OTZSCGV4QM2AGM3Q.jpg?auth=f82192d98cab670e1e2d52223af5bbfdf2d01e25e53e084d96af786f2034c92f&width=414)
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