El gorila y yo
Hace unos a?os, dos psic¨®logos pidieron a un grupo de sujetos que contaran el n¨²mero de pases que realizaban los jugadores en un partido de baloncesto. Mientras lo hac¨ªan, una persona disfrazada de gorila se paseaba por la cancha y entre los jugadores con toda normalidad. Al final, cada uno inform¨® de su recuento, pero ninguno se hab¨ªa enterado de la existencia del gorila. Pueden interpretarlo como quieran, pero lo que est¨¢ claro es que no controlamos ni lo que vemos. Mientras nos dedicamos a contabilizar el n¨²mero de fumadores en una cafeter¨ªa, el gorila nos roba la cartera, nos hace burla o reparte nicotina y drogas variadas entre los jugadores, cualquier cosa menos enterarnos de la jugada.
Pensamos que tenemos fuerza de voluntad para dejar de fumar o no tenemos ninguna, subiendo as¨ª la autoestima o bajando el autocontrol, es igual, pero nunca vemos al gorila de nuestra ¨¦poca. Comenzamos a fumar por los a?os 50 y 60 porque los j¨®venes, que entonces eran muchos, quer¨ªan ser adultos. Ahora que hay mucha gente mayor en proporci¨®n con los j¨®venes, queremos dejarlo para cuidar la salud, casi lo ¨²nico que nos queda. Y es que el gorila es capaz de convencernos de cualquier cosa.
Parece ser que el consumo de tabaco tiene su origen entre los ind¨ªgenas americanos y que los colonizadores aprendieron a utilizarlo de ellos, ya fuera en pipa, masc¨¢ndolo, en majestuosos cigarros o en cigarrillos al menudeo. Adquirieron ese h¨¢bito con la misma velocidad que exterminaban sistem¨¢ticamente a los abor¨ªgenes, hasta es posible que ese fuera el origen inconsciente entre los occidentales de la relaci¨®n entre fumar y el riesgo para la salud, una obsesi¨®n que sugiere sentimientos de culpa. Sea como fuere, ahora que nos proh¨ªben fumar, es inevitable que vuelva el recuerdo de otras formas de consumir nicotina, ya sea sustituyendo los ceniceros por escupideras para el tabaco de mascar o, un poco m¨¢s elegante, esnif¨¢ndolo delicadamente ante una elegante cajita de rap¨¦, al fin y al cabo todo es tabaco, incluido el parche que descargamos en la piel para mejorar el programa del d¨ªa.
Aunque tambi¨¦n es cierto que nunca volvemos al pasado, porque el futuro siempre ofrece muchas m¨¢s posibilidades. Ahora se pone de moda el cigarrillo digital, tambi¨¦n llamado electr¨®nico, en contraposici¨®n con el anal¨®gico de papel. Un artefacto con pila, siempre una pila, que incorpora un cartucho con l¨ªquido para inhalar a gusto del consumidor, con distintos productos y aromas, incluida la nicotina, si se desea, en cantidad suficiente, y eso en el mejor de los casos. Es lo que tienen las leyes victorianas, siempre estimulan la imaginaci¨®n m¨¢s all¨¢ de lo que intentan prohibir. Hay que dar las gracias a Zapatero y tambi¨¦n por vivir en una ¨¦poca tan divertida. De verdad, es que el gorila y yo nos partimos de risa.
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