Ricardo Calero
El arte, como el agua, no se puede contener en una cesta. El arte, como el agua, se desborda y fluye libremente arrasando barreras, abriendo c¨¢rcavas, desdibujando l¨ªmites. El arte, liberado de la limitaci¨®n de las convenciones, fluye hoy incontenible desbord¨¢ndose en obras que terminan por ser dif¨ªcilmente comprensibles, de aqu¨ª la zozobra que en la actualidad producen algunas de ellas en los espectadores. A lo largo de su carrera, Ricardo Calero (Villanueva del Arzobispo, 1955) ha ido extendiendo los l¨ªmites de la escultura, del grabado y de la fotograf¨ªa hasta realizar unas obras complejas, que resultan de dif¨ªcil interpretaci¨®n. Para los trabajos que presenta en su ¨²ltima exposici¨®n, ha tomado como temas metaf¨®ricos el agua y el tiempo. El agua se hace presente como l¨ªquido real contenido en ampollas, como imagen fotogr¨¢fica o a trav¨¦s de la huella que refleja su paso por el lienzo o el papel, mientras que el tiempo est¨¢ aqu¨ª relacionado con el fluir, con los caminos que recorre el agua y con las acciones que provoca, y se hace presente a trav¨¦s de los residuos que ha dejado.
Ricardo Calero
Galer¨ªa Raquel Ponce
Alameda, 6. Madrid
Hasta el 29 de enero
Desde sus or¨ªgenes, la obra de Calero trata de las huellas, de los residuos casi imperceptibles que dejan las cosas y la propia vida en los lugares, trata de aquello que fue pero que no est¨¢. Un h¨¢lito existencialista parece recorrer los objetos y las im¨¢genes con las que traza el artista los itinerarios de la vida. Un h¨¢lito po¨¦tico basado en la asociaci¨®n metaf¨®rica. Pero las po¨¦ticas personales conducen a la creaci¨®n de unos lenguajes herm¨¦ticos, cifrados en c¨®digos que al final s¨®lo son descifrables por aquel que los ha generado.
As¨ª, las obras de esta exposici¨®n reflejan una sensibilidad po¨¦tica que se apoya en el empleo de lenguajes complejos en los que Ricardo Calero recurre a diferentes elementos, im¨¢genes y procedimientos con los que conforma unas obras que hay que leer desvelando estratos de significaci¨®n. Es como si el artista ofreciera en ellas pistas de un enigma que el espectador debe descifrar. Por supuesto, el espectador se sentir¨¢ halagado si reconoce el tema y sus diferentes variaciones, pero, para conseguir el cl¨ªmax po¨¦tico, el tema no puede resultar obvio, ni ser demasiado simple, de ah¨ª los niveles de complejidad a los que llegan algunas met¨¢foras. Esto es as¨ª porque el artista no desea que sus obras sean objetos preciosos que, una vez concluidos, sirvan para ambientar o decorar el espacio que ocupan, sino piezas que son testigos de los procesos de creaci¨®n, de acontecimientos est¨¦ticos que sucedieron en el tiempo y del que ellas son restos fenomenol¨®gicos, simples huellas en las que quedaron reflejadas las acciones.
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