"Para los chicos soy uno m¨¢s, ya no soy una cosa rara"
Laia Sanz (Corbera, Barcelona, 25 a?os) renuncia a los frijoles, bandeja en mano, por el comedor de este pueblo itinerante que es la caravana del Dakar, porque aunque asegura que le gustan mucho las comidas picantes, no quiere riesgos. "Me da miedo que me siente mal, con el calor que hace. Estos d¨ªas vigilo mucho lo que como". Dice que no est¨¢ aburrida de ganar Mundiales de trial (lleva 10), pero que tras tantos a?os corriendo no quer¨ªa dejar escapar la oportunidad de correr el Rally Dakar. "S¨¦ que soy muy joven, pero me ve¨ªa preparada psicol¨®gicamente. Era un sue?o que ten¨ªa", dice.
Laia Sanz prueba la ensalada y bebe directamente de la botella del refresco que ha escogido para seguir hidrat¨¢ndose tras una tarde de verano asfixiante. Suelta los cubiertos, de pl¨¢stico, para conversar. Y explica que esta aventura que finalizar¨¢ ma?ana domingo en el Obelisco de Buenos Aires le est¨¢ saliendo mucho mejor de lo esperado. "Ha sido duro. El objetivo era terminar. Y espero cumplirlo, porque si no, todo lo que he hecho hasta ahora no servir¨¢ para nada", reflexiona.
La piloto de trial es la mujer mejor clasificada en el Dakar
Es probable que la piloto supere sus propias expectativas. De momento es la mujer mejor clasificada. Se mira las manos, llenas de callosidades. "Cada ma?ana me las vendan; tengo durezas de la moto de trial, pero cojo diferente el manillar de esta moto y el primer d¨ªa ya me sali¨® una ampolla. Tengo las manos hechas un desastre. Aqu¨ª nos pasamos el d¨ªa comiendo polvo. Y la piel sufre much¨ªsimo".
La feminidad se difumina cuando una entra en el vivaque del Dakar y pasa dos semanas de una ciudad a otra, con la casa a cuestas, cada d¨ªa. "Lo llevo bien porque el equipo tiene un cami¨®n de asistencia con ducha y ba?o. Aunque, igualmente, llego al campamento y apenas tengo tiempo para nada: una ducha y ya. No puedo entretenerme en ponerme potingues. Todo lo que haga de m¨¢s son horas de sue?o que pierdo. Aqu¨ª mejor dormir media hora m¨¢s, que perder tiempo arregl¨¢ndote. No hay tiempo de hacerse la manicura. Y como todo el mundo va igual... De normal, soy un poco m¨¢s coqueta". "Tengo ganas de volver a casa, pero sobre todo de volver a la civilizaci¨®n, de llegar a un hotel, darme una buena ducha y estirarme en una cama grande".
Habla todos los d¨ªas con sus padres, que siguen algo preocupados -"No les hac¨ªa mucha gracia que viniese", concede- y con su novio. Y confiesa no sentirse una extra?a en un mundo de hombres. "Cuando empec¨¦ a competir no exist¨ªa el trial femenino. Siempre he competido con ni?os. Y me resulta casi m¨¢s natural competir con chicos que con chicas. Por eso no me siento fuera de lugar", dice. Aunque confiesa que se han dado casos, puntuales, en que alg¨²n rival le ha hecho un feo, no sabe si por machismo o por envidia. "Pero me gusta quedarme con lo positivo y, en la mayor¨ªa de los casos, la gente, por el hecho de ser mujer, me trata incluso mejor. Creo que para ellos soy uno m¨¢s. Ya no soy una cosa rara. En el Dakar puede que s¨ª, porque es el primer a?o y mucha gente no me conoce", a?ade.
Es una de las siete participantes femeninas de 170 motos. Se relaja cuando la entrevista parece haber terminado: "?Sos una ¨ªdola!". Y se explica: "Ayer, me enganch¨® una chica, una t¨ªa guapa, me dio un beso y me dijo: 'Sos una ¨ªdola".
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