Una ideolog¨ªa para la izquierda
Para existir necesitas una ideolog¨ªa"; quien esto afirmaba no era ning¨²n izquierdista peligroso. Fue la respuesta que Alan Greenspan dio al congresista Henry Waxman, el 23 de octubre de 2008, en su comparecencia ante el Comit¨¦ de Reforma y Supervisi¨®n del Gobierno cuando este le pregunt¨® si su ideolog¨ªa le hab¨ªa influido en la toma de decisiones. A?os antes, el mismo Greenspan lo hab¨ªa explicado: "Tengo una ideolog¨ªa. En mi opini¨®n los mercados libres y competitivos son un sistema para organizar las econom¨ªas que no conocen rival. Hemos probado regulaciones. Ninguna ha funcionado de manera significativa". La rotundidad de la ¨²ltima frase posiblemente no la hubiera suscrito ni el propio Adam Schmit.
La derecha se impone porque gana la batalla de las ideas. Los progresistas deben proponer las suyas
Sobrevivir es una cosa. Pero andar sabiendo ad¨®nde se quiere llegar precisa un marco conceptual
Pero Alan Greenspan es solo un ep¨ªgono de lo que ha sido un largo camino. En 1975, Margaret Thatcher, reci¨¦n elegida l¨ªder del Partido Conservador ingl¨¦s, visitaba el departamento de investigaci¨®n social de su partido. Dejando caer sobre la mesa una copia de Fundamentos de Libertad, de F. Hayek, el m¨¢s radical ide¨®logo del liberalismo, les dijo: "Esto es en lo que creemos".
De un momento al otro, 30 a?os de prevalencia ideol¨®gica de la derecha que ha impuesto su ideolog¨ªa, es decir, su "marco conceptual para abordar la realidad". Hasta el punto de que hoy, en mitad de una virulenta crisis econ¨®mica en la que los hechos han negado la viabilidad del laissez faire, la mayor intervenci¨®n de los Gobiernos en econom¨ªa que se recuerda, guerras aparte, no est¨¢ sirviendo para replantear el modelo fracasado, sino para hacerlo funcionar de nuevo, a costa del contribuyente, sin apenas alterar su funcionamiento.
Se ha retornado a Keynes, s¨ª, y gracias a ello la crisis no se ha convertido en una depresi¨®n tipo a?os treinta; pero usado el instrumento para taponar las v¨ªas de agua, se le ha guardado de nuevo sin permitir ni pretender que a la crisis le sucedan varias d¨¦cadas de equilibrio social como los "30 gloriosos" que siguieron a la II Guerra Mundial.
La rotundidad de las dos citas anteriores prueba que la derecha s¨ª tiene ideolog¨ªa. Lo que se echa en falta es una ideolog¨ªa alternativa capaz de mover voluntades, un marco conceptual y una orientaci¨®n pol¨ªtica que permita hacer las cosas de modo diferente a como se est¨¢n haciendo. Yo tambi¨¦n pienso como Greenspan, que sin una ideolog¨ªa no se puede existir. Estos podr¨ªan ser algunos componentes de esa creencia.
Uno: el equilibrio entre mercado y Estado, entre econom¨ªa y pol¨ªtica, es la m¨¢s completa f¨®rmula para gestionar, a d¨ªa de hoy, las sociedades modernas. El mercado sin Estado conduce al precipicio y el Estado sin mercado, a la ineficacia. En nombre de la pol¨ªtica se cometen muchos disparates, pero en nombre del mercado tambi¨¦n. El capitalismo es biolog¨ªa econ¨®mica y la din¨¢mica biol¨®gica, tan maravillosa en su esfera, se hace letal cuando se apropia de la totalidad de la esfera social, por esto es necesaria la regulaci¨®n; es decir, la intervenci¨®n de la raz¨®n. Esa es la ra¨ªz de la civilizaci¨®n, ?por qu¨¦ en econom¨ªa el ¨²nico credo ha de ser el homo homini lupus?
En este equilibrio, el Estado, lo p¨²blico, tiene que operar bajo el principio de la eficiencia; primero, porque la eficiencia es un valor en s¨ª y, segundo, porque de lo contrario perder¨¢ legitimidad y ser¨¢ f¨¢cil presa de quienes propugnan su minimizaci¨®n. Esta es una asignatura obligatoria para la izquierda pol¨ªtica. El mercado, por su parte, tendr¨ªa que aceptarque, sin cortapisas que le inoculen equidad y equilibrio, tiende al despe?adero. Ese es el problema de la derecha.
Dos: las sociedades solo son moralmente aceptables si son igualitarias. En el largo plazo podr¨ªa decirse m¨¢s: solo son eficientes si son equitativas. Los ciudadanos solo son libres si son m¨ªnimamente iguales. Para lograrlo es necesaria la intervenci¨®n pol¨ªtica. El mercado hace correctamente muchas funciones, pero entre ellas no est¨¢ producir igualdad social. M¨¢s bien hace lo contrario. Los sistemas de precios en equilibrio de Walras, Pareto o Marshall, tan apreciados por economistas neocl¨¢sicos, pronto pusieron de manifiesto que, salvo ser espl¨¦ndidos ejercicios matem¨¢ticos, dif¨ªcilmente se produc¨ªan en la pr¨¢ctica y para nada garantizaban la igualdad social. En las d¨¦cadas pasadas, manadas de economistas, cargados de ecuaciones en el monetarismo, las expectativas racionales o el nuevo neoclasicismo, han apoyado la ideolog¨ªa m¨¢s liberal. No era verdad. Eran las matem¨¢ticas de la ficci¨®n. Una econom¨ªa ut¨®pica, ajena a la realidad, que serv¨ªa de manto de cobertura a unas desigualdades crecientes en el mundo desarrollado. Unas desigualdades crecientes en el mundo desarrollado que imped¨ªan abordar los crecientes desequilibrios de la econom¨ªa mundial.
Tres: vuelta al internacionalismo. La econom¨ªa actual es global y el capitalismo financiero act¨²a globalmente. Cualquier intervenci¨®n pol¨ªtica sobre la econom¨ªa tambi¨¦n debe ser global. Dotarse de instituciones mundiales que regulen la econom¨ªa es una necesidad. La izquierda debe volver a una defensa activa de los marcos regulatorios internacionales y de las instituciones mundiales. La izquierda, recu¨¦rdese el himno, naci¨® entre internacionales pensando que lo m¨¢s internacional ser¨ªa el trabajo y, en lugar de eso, lo que se ha internacionalizado de verdad es el capital. Doble raz¨®n para recuperar la ¨²nica dimensi¨®n en la que puede lograrse una soluci¨®n duradera. El desequilibrio EE UU-China, o los que se producen en el interior del euro, no aguantan; y lo razonable ser¨ªa pactar la soluci¨®n. La pol¨ªtica econ¨®mica es hoy, m¨¢s que nunca, pol¨ªtica internacional.
Cuarto: luces largas verdes. Si la modernidad elimin¨® el peso del pasado para fiarlo todo a la construcci¨®n del futuro, en las ¨²ltimas d¨¦cadas el futuro tambi¨¦n ha muerto y solo cuenta el presente. El aqu¨ª ahora. Esta es una civilizaci¨®n cortoplacista que puede topar pronto con los l¨ªmites del planeta. El mercado capitalista no prev¨¦, ni puede prever, los costes externos que su funcionamiento produce. Urge poner en el horizonte los bienes p¨²blicos que se agotan y proteger lo que es vital para la supervivencia. La izquierda del futuro tiene que tener un fuerte componente "verde". Unir en los intereses pol¨ªticos de los ciudadanos lo que desde su marco conceptual no le supone ning¨²n problema: que hay muchos bienes que no pueden ser entregados a la l¨®gica de los mercados.
Quinto: alianza con las nuevas tecnolog¨ªas. La nueva tecnolog¨ªa es la m¨¢s social y la menos depredadora de las hasta ahora desarrolladas. Se incub¨® en esferas p¨²blicas no sometidas al pressing de la rentabilidad inmediata aunque pronto fueron asimiladas por el mercado que, ciertamente, las ha generalizado velozmente. Hasta ahora, estas tecnolog¨ªas han revolucionado la econom¨ªa y no pocos aspectos de la sociedad, por lo general positivamente. ?Cambiar¨¢ tambi¨¦n la pol¨ªtica?
Un marco conceptual como el descrito vale para lo que vale y no evita las contradicciones en las tomas de decisi¨®n inmediatas. Ciertamente, lo primero es sobrevivir, rebus sic stantibus, y Espa?a, por ejemplo, tiene muy dif¨ªcil no hacer lo que est¨¢ haciendo. Pero lo segundo es andar, sabiendo ad¨®nde se quiere llegar.
Si hay dudas, l¨¦ase por favor la declaraci¨®n de Greenspan o las obras de F. Hayek que hac¨ªan de Biblia para M. Thatcher. Despu¨¦s, quiz¨¢, podamos convenir que los seres humanos hacen lo que quieren hacer.
Justo Zambrana es economista.
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