"El faro no es un lugar id¨ªlico ni sencillo para vivir"

Llega sin escamas ni branquias ni nada que la identifique con un animal acu¨¢tico. Menchu Guti¨¦rrez (Madrid, 1957) ha vivido m¨¢s de dos d¨¦cadas dentro de un faro, oteando olas d¨ªa s¨ª d¨ªa tambi¨¦n, cazando el escurridizo rayo verde del ocaso, zarandeada entre el yin y el yan del faro. Para protegerse de la parte sombr¨ªa escribi¨® Basenji, intimidante historia sobre un farero y su perro mudo, al comienzo de su experiencia. "La escrib¨ª casi para conjurar los demonios". Para celebrar la luz escribi¨® El faro por dentro, un relato po¨¦tico del ¨²ltimo d¨ªa que pas¨® en la torre.

Ha sido la escritora, devota de India, la que ha elegido el restaurante. Una vez consensuado el men¨² con ayuda del ma?tre, que sugiere excluir una salsa de yogur con pepino y zanahoria por su manifiesta incompatibilidad con los restantes platos, confieso:

La escritora residi¨® 22 a?os en su atalaya junto al mar: "He salido indemne"

-Ya supondr¨¢ que da m¨¢s morbo una farera que una escritora.

-Lo comprendo perfectamente -concede entre carcajadas.

Hasta el 30 de diciembre de 2008, ¨²ltima jornada que pas¨® en un faro y que inspir¨® el texto que ahora publica Siruela, Menchu Guti¨¦rrez fue una farera "consorte, con suerte y, como dec¨ªa Unamuno, con su arte".

En esas dos d¨¦cadas, el faro acentu¨® su introspecci¨®n, la invit¨® a adentrarse en la prosa -hasta entonces toda su producci¨®n era po¨¦tica-, seguramente le facilit¨® el tiempo para traducir y vagabundear entre pasiones infinitas (lo mismo se engancha a un tratado de her¨¢ldica que a un libro sobre el pigmento azul) y le sell¨® los labios. "No hablaba del faro para proteger mi intimidad", cuenta a toro pasado. Hasta la direcci¨®n postal ten¨ªa su trampantojo: Menchu Guti¨¦rrez. Camino del Faro.

-Porque siempre hay un camino al faro, ?no? Un faro no es un lugar id¨ªlico ni sencillo. Cuando llevas varios d¨ªas de temporal, sin protecci¨®n, el temporal acaba entrando dentro de ti, es dif¨ªcil que no te afecte. No solo el temporal, afectan el silencio, el aislamiento o la carga de vivir en un lugar arquet¨ªpico. Depende del temperamento, a m¨ª me ha potenciado la introspecci¨®n, pero yo creo que he salido bastante indemne de la vida en el faro. Estoy m¨¢s cerca de la luz.

Y de la monta?a. La nueva casa de la escritora se levanta ante una monta?a. A diario ve reba?os de cabras que suavemente la est¨¢n distanciando de la carne. "Ya no puedo comer cabrito", desliza. "Si antes, cuando viv¨ªa en el faro, el cielo era m¨¢s grande que el mar, ahora creo que la monta?a es m¨¢s grande que el cielo", escribe en El faro por dentro, un relato que sobrevuela la autobiograf¨ªa y se convierte en una suerte de oda a todos los faros del mundo.

Pero la escritora parece liberada de la omnipresencia del mar. "La monta?a me plantea otras preguntas. Cuando viv¨ªa frente al mar a?oraba el bosque y el sentir el paso de las estaciones". Aunque tantas horas de contemplaci¨®n frente al agua acaban agudizando los sentidos. Menchu Guti¨¦rrez acab¨® distinguiendo el paso de las estaciones por el color del mar.

-?Las tormentas le daban miedo?

-No es miedo por la solidez del edificio, dudas de otras cosas.