El temor de Israel
Netanyahu y Peres reclaman apoyo a Mubarak para no perder a su ¨²nico aliado en la zona
Las protestas que amenazan con derrocar a Hosni Mubarak han hecho que Israel se pronuncie finalmente sobre la efervescencia pol¨ªtica que vive el mundo ¨¢rabe tras la ca¨ªda de Ben Ali, en T¨²nez. El primer ministro Netanyahu ha expresado su deseo de preservar "la seguridad y la estabilidad" en la regi¨®n, autorizando que el Gobierno egipcio env¨ªe tropas al Sina¨ª, una zona desmilitarizada desde los acuerdos de Camp David. El presidente Sim¨®n Peres ha expresado, por su parte, el apoyo a Mubarak, despu¨¦s de que el Gobierno de Netanyahu haya solicitado a las principales potencias por v¨ªa diplom¨¢tica que moderen las cr¨ªticas al presidente egipcio.
El inicial silencio israel¨ª, como tambi¨¦n el sentido de las recientes declaraciones de sus l¨ªderes y sus gestiones, obedece al temor al aislamiento que podr¨ªa conllevar un cambio de r¨¦gimen en Egipto, ¨²nico pa¨ªs de la regi¨®n con el que mantiene relaciones diplom¨¢ticas. El Gobierno de Netanyahu no considera que la revuelta contra Mubarak est¨¦ dirigida por los islamistas, pero teme que estos sean los beneficiarios de una democratizaci¨®n real del r¨¦gimen.
El c¨¢lculo de los estrategas israel¨ªes no es diferente del que llev¨® a apoyar las dictaduras ¨¢rabes durante la guerra fr¨ªa, y tambi¨¦n el golpe de Estado que interrumpi¨® las elecciones argelinas de 1991 ante la inminente victoria del FIS. La ola de revueltas que comenz¨® en T¨²nez tiene su origen remoto en aquella pol¨ªtica, que sacrific¨® la libertad de los ciudadanos ¨¢rabes a la contenci¨®n del islamismo. Perseverar en ella no es aceptable desde el punto de vista moral, adem¨¢s de que reproducir¨ªa los errores que han provocado esta situaci¨®n. Mantener a Mubarak contra el deseo de los egipcios permitir¨ªa tal vez ganar un tiempo impreciso, pero a costa de traicionar los principios democr¨¢ticos y de arriesgarse a un conflicto a¨²n m¨¢s virulento.
Si Israel se considera una excepci¨®n en Oriente Pr¨®ximo por la naturaleza democr¨¢tica de su r¨¦gimen, parece un contrasentido que proponga condescender con las dictaduras de su entorno. Si triunfa la ola democratizadora que sacude el mundo ¨¢rabe, Israel dejar¨¢ de ser la excepci¨®n en cuyo nombre sus Gobiernos han llevado a cabo pol¨ªticas muchas veces inaceptables. Pero, a cambio, se habr¨¢ establecido la condici¨®n necesaria para alcanzar la paz. Porque lo que los manifestantes pretenden leg¨ªtimamente es dejar de ser rehenes en la lucha entre el fanatismo y la autocracia. Por eso merecen apoyo, y no Mubarak.
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