Los peligros de la estrategia palestina
A estas alturas, todos deber¨ªan dar por entendido que las conversaciones entre el presidente palestino, Mahmud Abbas, y el primer ministro israel¨ª, Benjamin Netanyahu, no pueden producir un acuerdo de paz. Sin embargo, ser¨ªa err¨®neo insistir demasiado en las debilidades de los actuales dirigentes, ya que hacerlo supone que con l¨ªderes diferentes se podr¨ªa alcanzar un acuerdo entre israel¨ªes y palestinos a trav¨¦s de negociaciones bilaterales.
Por desgracia, como una reciente filtraci¨®n de documentos oficiales palestinos demuestra, este no es el caso. La situaci¨®n es t¨ªpica de los disonantes ritmos hist¨®ricos de Oriente Pr¨®ximo. En el pasado, las ofertas de Israel fueron rechazadas por los palestinos; ahora parece que Israel rechaz¨® posiciones palestinas particularmente flexibles. Por supuesto, las personalidades son importantes en la historia, pero el proceso de paz entre israel¨ªes y palestinos ha sido un reh¨¦n por d¨¦cadas de las impersonales fuerzas de la historia.
El plan de Abbas de declaraci¨®n unilateral de independencia podr¨ªa ser una opci¨®n equivocada
Nos encontramos en el final del proceso de paz tal como lo hemos conocido hasta ahora
En efecto, el que no se llegara a un acuerdo en el pasado no fue resultado de la mala fe o una inadecuada capacidad de negociaci¨®n. Por el contrario, deriv¨® de la incapacidad inherente de cada una de las partes de reconciliarse con los requisitos fundamentales que la otra ten¨ªa para arribar a una soluci¨®n. Dejados a nuestra propia suerte, nos hemos mostrado tr¨¢gicamente incapaces de romper el c¨®digo gen¨¦tico de nuestra disputa.
Abbas, pues, tiene derecho a optar por un nuevo paradigma de paz, pero su plan de declaraci¨®n unilateral de independencia palestina podr¨ªa ser la opci¨®n equivocada. Espera que una declaraci¨®n unilateral, aunque reconocida por la comunidad internacional, de un Estado palestino a lo largo de las fronteras de 1967 supondr¨ªa una presi¨®n insoportable sobre un Israel acosado por el fantasma de la deslegitimaci¨®n en todo el mundo.
No se pueden negar los efectos devastadores de la nueva estrategia palestina sobre la reputaci¨®n internacional de Israel. La actual ola de reconocimiento internacional de un Estado palestino es, de hecho, un gran golpe a las relaciones exteriores de Israel. Resulta especialmente doloroso el que los principales pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, donde antes Israel disfrutaba de un estatus casi mitol¨®gico, se hayan unido a ella.
Abbas parte del supuesto de que, desde el momento en que su Estado sea reconocido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Israel se convertir¨¢ en el ocupante ilegal de un Estado soberano (y miembro de pleno derecho de la ONU). En ese momento, ser¨ªa objeto de sanciones internacionales que destruir¨ªan su econom¨ªa y socavar¨ªan a¨²n m¨¢s su imagen, condenando al pa¨ªs a la condici¨®n de paria internacional.
Pero, a pesar de los da?os que la estrategia palestina est¨¢ infligiendo a la cada vez m¨¢s fr¨¢gil posici¨®n internacional de Israel, Abbas podr¨ªa embarcarse en lo que podr¨ªa llegar a ser un ejercicio de autoderrota diplom¨¢tica. Sintiendo ya el calor de una debacle diplom¨¢tica importante, pronto Israel podr¨ªa adelantarse a la ofensiva diplom¨¢tica palestina con un "plan de paz" por su cuenta. Inevitablemente inadecuado -una ideaque se ha considerado es el reconocimiento de un Estado palestino con fronteras provisionales que podr¨ªan abarcar cerca del 50% de Cisjordania-, atraer¨ªa, sin embargo, la atenci¨®n de la comunidad internacional y quiz¨¢ hasta har¨ªa fracasar la nueva estrategia palestina.
Por otra parte, en caso de que Abbas no logre reunir el apoyo de Estados Unidos y Europa, Netanyahu podr¨ªa sentirse libre de cancelar los acuerdos existentes y adoptar medidas unilaterales por su cuenta. Tampoco el apoyo de EE UU y Europa producir¨ªa necesariamente los resultados que Abbas espera. Si se le presionara demasiado, Israel podr¨ªa tratar de librarse de una situaci¨®n insostenible a nivel internacional, retir¨¢ndose de manera unilateral de Cisjordania hasta su "valla de seguridad".
Entonces emerger¨ªa autom¨¢ticamente un Estado palestino hostil del otro lado de ese enorme muro: un Estado que no necesariamente estar¨ªa gobernado por la OLP. La retirada violenta de Israel y, por tanto, el final de la cooperaci¨®n entre israel¨ªes y palestinos en materia de seguridad podr¨ªan desatar tal inestabilidad que Ham¨¢s surgir¨ªa como un serio contendiente por el poder en Cisjordania. Esto, a su vez, podr¨ªa arrastrar a Jordania a los asuntos de esa ¨¢rea, al igual que Egipto lo est¨¢ siendo, contra su voluntad, en los de Gaza.
Otro riesgo que implica una campa?a unilateral palestina para lograr la condici¨®n de Estado nacional es que puede hacer que el conflicto con Israel termine por reducirse a una banal disputa fronteriza entre Estados soberanos. Cualquier Gobierno que reconozca el Estado palestino inevitablemente ver¨ªa ese hecho como el final del proceso de paz, y ni Europa ni EE UU incluir¨ªan el reconocimiento del derecho de los palestinos de regresar a las zonas perdidas ante Israel en 1948. En efecto, al declarar unilateralmente un Estado palestino a lo largo de la l¨ªnea de alto el fuego de 1967, Abbas pondr¨ªa en pr¨¢ctica la visi¨®n de Israel de "dos Estados para dos pueblos".
De hecho, algunos en el lado israel¨ª sostienen que, en lugar de luchar contra una declaraci¨®n de un Estado palestino, Israel debe aprovechar la oportunidad para convertir el conflicto en una disputa territorial manejable entre Estados. A continuaci¨®n, podr¨ªa negociar con EE UU la redacci¨®n del texto de la resoluci¨®n de la ONU de forma que acabara creando un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967, con ajustes territoriales de com¨²n acuerdo. Dicha resoluci¨®n neutralizar¨ªa problemas de "narrativa" dif¨ªciles, como el derecho de retorno, que han destrozado todo intento de acuerdo.
De cualquier manera, nos encontramos en el final del proceso de paz como lo hemos conocido hasta la fecha. Este nudo gordiano no se puede desatar: debe ser cortado por la s¨®lida mediaci¨®n de terceros. Sin embargo, un plan de paz de EE UU que apunte a cerrar las brechas entre las partes tendr¨¢ posibilidades solo si se basa en una fuerte alianza internacional para una paz entre israel¨ªes y palestinos. Incluso entonces, dicho plan requerir¨ªa de una ingenier¨ªa diplom¨¢tica especialmente laboriosa y compleja.
No importa lo enamorados de la "comunidad internacional" que se encuentren los palestinos: no estar¨¢n satisfechos con un plan que provenga de una alianza internacional liderada por Estados Unidos. Un plan que con casi total certidumbre tendr¨ªa que satisfacer las inquietudes de seguridad de Israel y se inclinar¨ªa a reconocer su juda¨ªsmo -de un modo que podr¨ªa neutralizar por completo el esp¨ªritu de retorno de los palestinos- podr¨ªa resultarles especialmente indigerible.
Shlomo Ben Ami, exministro israel¨ª de Asuntos Exteriores, es en la actualidad vicepresidente del Centro Internacional Toledo por la Paz. Es autor de Scars of war, wounds of peace: the israeli-arab tragedy (Cicatrices de guerra, heridas de paz: la tragedia ¨¢rabe-israel¨ª). ? Project Syndicate, 2011. Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen.
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