Disparan a la joya de M¨¦xico
El auge econ¨®mico y cultural de Monterrey se ve amenazado por la violencia
El avi¨®n de las ocho de la ma?ana que cubre la ruta Distrito Federal-Monterrey va lleno. El de las nueve, casi. El ocupante del asiento 5-A le cuenta al del 5-B que es chileno, ingeniero de minas, y que suele viajar a M¨¦xico todos los meses para cuidar las inversiones de su empresa, una multinacional radicada en Suiza. Dice que, de un tiempo a esta parte, lo hace con cierta preocupaci¨®n -que comparte con su familia- por la situaci¨®n de violencia que vive el norte del pa¨ªs. Doce horas despu¨¦s, el ingeniero aguarda en su lujoso hotel a que una camioneta blindada lo lleve hacia el aeropuerto de Monterrey para abordar el ¨²ltimo vuelo de regreso al DF. "A m¨ª me ha ido bien, pero f¨ªjese", dice sin apartar la vista de su BlackBerry, "todo lo que ha sucedido desde que nos vimos esta ma?ana: 12 narcobloqueos, seis enfrentamientos a tiro limpio entre el Ej¨¦rcito y los criminales, siete sicarios muertos... Mi familia agradecer¨¢ que duerma en el DF".
"El Negro quer¨ªa matarme y ahora el muerto es ¨¦l", dice Mauricio Fern¨¢ndez
El alcalde organiz¨® grupos de matones para mantener a los narcos a raya
Un grupo rival rapt¨® a una mujer para ahorcarla a la vista de todos
El 95% de los cr¨ªmenes que se cometen en el pa¨ªs queda impune
Una hora despu¨¦s, en su casa de San Pedro Garza Garc¨ªa -uno de los municipios m¨¢s ricos de M¨¦xico y de toda Am¨¦rica Latina, en realidad un barrio de Monterrey-, su famoso alcalde, Mauricio Fern¨¢ndez, apura un tequila y escucha m¨²sica cl¨¢sica antes de marcharse a una cena. Lo har¨¢ rodeado de un impresionante servicio de seguridad formado -y este es un dato a tener en cuenta- por pistoleros a sueldo de Alfa, una de sus empresas familiares, y no por polic¨ªas municipales. Cuesti¨®n de confianza. A¨²n resuena el eco de los disparos que mataron a su jefe de escoltas. ?Por qu¨¦? Es una pregunta que casi nunca halla respuesta en M¨¦xico, donde el 95% de los cr¨ªmenes queda impune. A falta de una sentencia, una colaboradora del alcalde ofrece la versi¨®n definitiva: "Se meti¨® en un lugar equivocado a la hora equivocada".
El caso es que Monterrey -la Sultana del Norte, capital del Estado de Nuevo Le¨®n, a dos horas en coche de la frontera texana de Estados Unidos- era conocida hasta ahora por ser la sede de importantes grupos empresariales y financieros -Femsa, Cemex, Alfa...-, as¨ª como por poseer una de las m¨¢s punteras universidades de la Rep¨²blica, el TEC de Monterrey. Pero de un par de a?os para ac¨¢ se ha llenado de lugares equivocados, de horas equivocadas, de preguntas sin respuesta. Las principales organizaciones de narcotraficantes que se disputan la plaza -el cartel del Golfo y el de Los Zetas- protagonizan a diario los aqu¨ª llamados "narcobloqueos". Un grupo de sicarios roba tres o cuatro autobuses y con ellos bloquea una de las principales avenidas de la ciudad para evitar que el cartel rival o el Ej¨¦rcito interrumpa alguna de sus acciones delictivas. Otras veces lo hacen simplemente para surtirse de camionetas de lujo, para demostrar poder¨ªo, para asustar... Y a fe que lo consiguen.
La incapacidad oficial para poner coto a tanta violencia llevaron una gran cantidad de votos a la urna de Mauricio Fern¨¢ndez, tambi¨¦n conocido en M¨¦xico como "el alcalde rudo". Su fama es mucho m¨¢s reciente que su fortuna, cuya demostraci¨®n m¨¢s exuberante lleva por nombre La Milarca. Se trata de una mansi¨®n construida durante d¨¦cadas a partir de un artesonado ¨¢rabe procedente de Almagro, "bajo el que escribi¨® Miguel de Cervantes".
Fern¨¢ndez habla sin tapujos ante la espada de Hern¨¢n Cort¨¦s y junto a una piscina, adornada por un arco g¨®tico del siglo XIV, desde la que se domina todo Monterrey. Nada m¨¢s llegar al cargo, en noviembre de 2009, Mauricio Fern¨¢ndez organiz¨® una serie de "grupos rudos". Grupos de matones que patrullaban el municipio para mantener la sangre a raya. "Para combatir la delincuencia", explica, "hay que tener informaci¨®n".
Fern¨¢ndez lleg¨® a reunir tanta informaci¨®n que hasta anunci¨® la muerte de un famoso criminal, el Negro Salda?a, unas horas antes de que apareciera asesinado. "Parece que el Negro andaba pidiendo permiso para matarme y ahora el muerto es ¨¦l", declar¨® Mauricio Fern¨¢ndez, lo que le puso en contra al presidente Felipe Calder¨®n, nada partidario de que su compa?ero de formaci¨®n pol¨ªtica -el PAN- hiciera la guerra por su cuenta. Hasta la Marina mexicana se puso abiertamente en su contra cuando se descubri¨® que uno de los informantes "rudos" era un tipo apodado "El Chico Malo", sicario a las ¨®rdenes del cartel de los Beltr¨¢n Leyva. Mauricio Fern¨¢ndez no le da mayor importancia: "Ya le digo que para combatir al crimen organizado hay que disponer de informaci¨®n y, obviamente, ese tipo de informaci¨®n no la manejan las hermanitas de la Cruz".
Desde que, en julio de 2008, Alejandro Junco, presidente y editor del grupo period¨ªstico Reforma, advirtiera p¨²blicamente del "insoportable" grado de inseguridad de Monterrey y anunciara que, para no comprometer su integridad editorial, hab¨ªa decidido poner a su familia a salvo "refugi¨¢ndola" en Texas, la di¨¢spora no ha hecho m¨¢s que crecer. Adem¨¢s de la sangr¨ªa diaria, una serie de sucesos concatenados ha hecho saltar todas las alarmas. El 19 de marzo, dos estudiantes del TEC cayeron bajo las balas del Ej¨¦rcito, que en un primer momento pretendi¨® hacerlos pasar por sicarios. El 20 de agosto, un enfrentamiento entre sicarios de Los Zetas y cuatro guardias privados de Femsa en los alrededores del Colegio Americano se sald¨® con dos escoltas muertos y otros dos secuestrados. Aquello colm¨® la paciencia del consulado de Estados Unidos, ya muy preocupado por el alto n¨²mero de secuestros. EE UU decidi¨® que los hijos peque?os de su personal diplom¨¢tico tendr¨ªan que abandonar obligatoriamente Monterrey y ponerse a salvo en Estados Unidos. Para finalizar el a?o m¨¢s horrible de la historia de la ciudad, al amanecer del 31 de diciembre una mujer apareci¨® colgada de un puente bajo el que miles de ciudadanos tienen que pasar para ir al trabajo. Se trataba de La Pelirroja, una conocida secuestradora que, tan solo unas horas antes, hab¨ªa sido sacada del penal donde se encontraba gracias a la complicidad de los funcionarios. En un principio se pens¨® que se hab¨ªa tratado de un rescate. Enseguida se supo que no. Un grupo rival la hab¨ªa secuestrado para ahorcarla a la vista de todos. ?Qui¨¦nes fueron? ?Por qu¨¦? ?Para qu¨¦?
En Monterrey y en todo M¨¦xico son preguntas sin respuesta. Lo explica muy bien Arturo Cavazos, hermano de Edelmiro Cavazos, el alcalde de Santiago -un municipio a 30 kil¨®metros de Monterrey- asesinado este verano: "Al golpe tremendo de la muerte se le agrega el de la sospecha...". Para que Monterrey siga siendo La sultana del Norte es necesario que el ingeniero del asiento 5-A vuelva a dormir tranquilo en cualquiera de sus lujosos hoteles. Frenar la sangre. Contestar a las preguntas.
Un a?o de horror
Monterrey fue un d¨ªa imagen y orgullo empresarial de M¨¦xico. En los ¨²ltimos a?os se ha convertido en escenario de una guerra por el control de las rutas de distribuci¨®n de droga.
- 15 de agosto. Grupos de narcotraficantes atacan con granadas la sede de la cadena de televisi¨®n Televisa.
- 18 de agosto. Edelmiro Cavazos se convierte en el cuarto alcalde asesinado en 40 d¨ªas.
- 15 de septiembre. Un tiroteo entre militares y narcos al este de la ciudad acaba con 19 sicarios muertos.
- 31 de diciembre. La Pelirroja, l¨ªder de una banda de secuestradores aparece colgada de un puente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.