Verdadera pol¨ªtica de inmigraci¨®n
Uno de los beneficios menos advertidos de la inmigraci¨®n es que gracias a ella descubrimos el car¨¢cter contingente y la continua transformaci¨®n de ese "nosotros" que tendemos a considerar inmutable. La extra?eza que viene de fuera nos hace caer en la cuenta de lo extra?os que somos tambi¨¦n para nosotros mismos. El nuestro es un mundo que se caracteriza por una gran heterogeneidad y en el que debemos proteger diferencias culturales mayores que las que hab¨ªamos conocido o tolerado en el pasado. El antrop¨®logo americano Clifford Geertz sintetizaba esta situaci¨®n en la idea de que los pa¨ªses no son naciones y las culturas no son sistemas de vida compartidos. Al mismo tiempo, las culturas est¨¢n surcadas por desacuerdos profundos y se enfrentan a una serie de conflictos que distan mucho de la idea de una civilizaci¨®n unitaria y arm¨®nica, que se agrupara en torno a unos valores pac¨ªficamente compartidos.
Donde realmente se juega la integraci¨®n es en la pr¨¢ctica social (en movilidad, derechos, participaci¨®n e igualdad personal)
Pero la clave del asunto sigue siendo pol¨ªtica, de derechos y no tanto de diversidad cultural. De la inmigraci¨®n se han hecho balances econ¨®micos, c¨¢lculos electorales y hasta teor¨ªas est¨¦ticas; lo que falta es una verdadera pol¨ªtica de la inmigraci¨®n, es decir, considerarla y gestionarla como un asunto pol¨ªtico. Esta viene a ser la tesis central de este libro de Sami Na?r, una antolog¨ªa de sus principales escritos sobre la cuesti¨®n, acompa?ados por unas amplias introducciones de Javier de Lucas que sintetizan muy oportunamente las tesis del autor en cada una de las partes en las que el libro se divide.
Esta cuesti¨®n se ha constituido en un motivo de controversia y no parece que vaya a dejar de serlo en los pr¨®ximos a?os, por lo que libros como este resultan ineludibles para abordar el tema con rigor conceptual. No han ayudado nada a enfocarlo racionalmente ni ese infierno de las diferencias sobre el que nos previene la nueva derecha ni la felicidad multicultural que hace tiempo se ha mostrado como una realidad imposible. Para superar ese falso debate, la recomendaci¨®n de Sami Na?r consiste en prevenirnos contra la "culturalizaci¨®n" del fen¨®meno que reduce la integraci¨®n a la protecci¨®n de las diferencias culturales. Su modelo es, por el contrario, el de los derechos humanos. Donde realmente se juega la integraci¨®n no es tanto en el terreno cultural como en la pr¨¢ctica social (en movilidad, derechos, participaci¨®n e igualdad personal).
Casi todos nuestros desaciertos con este tema proceden de una mirada equivocada. La inmigraci¨®n es tratada o bien con una perspectiva de utilidad instrumental (cu¨¢nta mano de obra es necesaria en un momento dado) o bien con una mirada paternalista. En el primer caso, se trata de una cuesti¨®n que tiene que ver exclusivamente con el trabajo y el mercado; en el segundo, la cuesti¨®n se aborda con una intenci¨®n exclusivamente asistencial, en orden a corregir situaciones concretas de exclusi¨®n generadas por un estado de cosas sobre el que no se puede o no se quiere intervenir.
Lo que Na?r nos propone es abordarlo como una cuesti¨®n eminentemente pol¨ªtica, comprender el car¨¢cter pol¨ªtico, en el sentido radical del t¨¦rmino, de la inmigraci¨®n. Esto significa que los emigrantes deben estar en el centro de las pol¨ªticas p¨²blicas y no en su periferia, como una cuesti¨®n de asistencia a grupos marginales o vulnerables. Estamos ante el desaf¨ªo de que Europa deje de considerarlo como un problema de seguridad, fronteras y polic¨ªa, y pase a gestionarlo como un asunto de derechos y ciudadan¨ªa. Porque el porvenir del emigrante es convertirse en ciudadano y no en minor¨ªa protegida.
La consecuencia m¨¢s provechosa que podemos sacar de esta encrucijada es que el debate sobre la inmigraci¨®n debe ser entendido como una verdadera oportunidad para que las sociedades democr¨¢ticas reflexionen acerca de las condiciones del v¨ªnculo social y el contrato pol¨ªtico sobre los que se edifican, de manera que puedan revisar las condiciones de acceso y pertenencia en una sociedad plural. Este ser¨ªa, a mi juicio, el mensaje m¨¢s valioso de Na?r: no se trata tanto de ver c¨®mo introducimos a los que vienen en nuestra sociedad (que siempre termina traduci¨¦ndose en qu¨¦ cambios han de realizar los emigrantes o qu¨¦ costumbres nuestras han de respetar) sino de que la inmigraci¨®n nos permite comprender lo que debe cambiar en un orden de cosas que tendemos a naturalizar. Al examinar la cuesti¨®n desde esta perspectiva es entonces cuando comprobamos el dram¨¢tico contraste entre el pretendido universalismo de nuestra cultura jur¨ªdico-pol¨ªtica y la institucionalizaci¨®n de la desigualdad.
La Europa mestiza. Inmigraci¨®n, ciudadan¨ªa, codesarrollo. Sami Na?r. Edici¨®n de H¨¦l¨¨ne Fabre. Traducci¨®n de Sergio Pawlowsky. Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores. 740 p¨¢ginas.
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