Ni aburrido ni ganador
El hist¨®rico Arsenal, m¨¢s austero en fichajes para pagar el estadio Emirates, ha mejorado su f¨²tbol, pero no logra un t¨ªtulo desde 2005
A los hinchas del Arsenal les encanta presumir de su equipo, el que juega el f¨²tbol m¨¢s bonito de Inglaterra y el que tiene el campo m¨¢s hermoso, la afici¨®n m¨¢s multicultural, la directiva m¨¢s sensata y el entrenador m¨¢s cosmopolita. Sin embargo, la sequ¨ªa de t¨ªtulos que vive desde que ganara la Copa en mayo de 2005 ha desatado su desaz¨®n y ya empiezan a cuestionar el modelo de Ars¨¨ne Wenger y la falta de fichajes por la austeridad impuesta para pagar el nuevo estadio Emirates.
Ese nerviosismo est¨¢ despertando las viejas pulsiones que laten en la historia del club: el f¨²tbol destructivo que dio pie, ya en los a?os treinta del siglo pasado, a la muletilla "boring [aburrido], boring Arsenal", que alcanz¨® la cima en los a?os setenta y ochenta junto al ir¨®nico "one nil to the Arsenal [uno a cero para el Arsenal]".
La afici¨®n empieza a cuestionar el modelo de Wenger y la falta de refuerzos
Lo parad¨®jico es que en cierta ¨¦poca los rivales le llamaban "el Banco de Inglaterra"
No es la ¨²nica contradicci¨®n del rival europeo del Barcelona el pr¨®ximo mi¨¦rcoles. Pese a presumir de ser el equipo m¨¢s popular del norte de Londres, en realidad naci¨® en la ribera sur del T¨¢mesis, en Woolwich, una poblaci¨®n que entonces ni siquiera era considerada Londres. Y su actual prudencia financiera contrasta con pasadas ¨¦pocas de vacas gordas, cuando los adversarios le apodaban "el Banco de Inglaterra".
Aunque oficialmente los or¨ªgenes del Arsenal se remontan a 1886, el club que ahora conocemos es producto de su traslado desde Woolwich (Kent) a Highbury-Islington en 1913 de la mano de un controvertido personaje, Henry Norris. Millonario hecho a s¨ª mismo, m¨¢s tarde diputado conservador y hasta caballero de la reina, era el accionista principal del Fulham cuando se hizo con el control del Arsenal Woolwich para fusionarlos y crear el club m¨¢s fuerte de Londres.
La uni¨®n fracas¨®, pero, gracias a sus relaciones con el arzobispo de Canterbury, Norris s¨ª logr¨® trasladar al Arsenal a unos terrenos que le compr¨® a la Iglesia de Inglaterra en Highbury y dej¨® de lado para siempre el nombre de Woolwich. Lo consigui¨® con sospechas de sobornos aqu¨ª y all¨¢ para superar la oposici¨®n de los rivales londinenses (Orient, Chelsea, Tottenham Hotspurs), de la propia Iglesia, de los vecinos m¨¢s pudientes de Highbury y de las fuerzas vivas de Tottenham, que se opon¨ªan a la llegada de lo que consideraban "un intruso". As¨ª naci¨® la feroz enemistad que desde entonces enfrenta a los Gunners y los Spurs por la supremac¨ªa en el norte de Londres.
Norris, descrito entonces como "el perro de los Baskerville" por el Tottenham Herald, transform¨® el Arsenal en una m¨¢quina de hacer dinero, pero no gan¨® ninguna vez la Liga en su ¨¦poca y se labr¨® la fama de equipo aburrido y hasta tramposo. Tras un esc¨¢ndalo de pagos ilegales, Norris se vio obligado a dejar el club. Empez¨® entonces la mejor etapa de un equipo que nunca ha llegado a tener un gran palmar¨¦s: gan¨® cuatro t¨ªtulos de Liga en cinco a?os (1931, 1933, 1934 y 1935), pero desde entonces sus triunfos han sido espor¨¢dicos (1938, 1948, 1953 y 1971) o en etapas concretas, la de George Graham (1989 y 1991) y la de Wenger (1998, 2002 y 2004).
Con Graham, el Arsenal revivi¨® la gloria de los a?os treinta, pero su f¨²tbol plomizo gener¨® m¨¢s antipat¨ªas que nunca. "Ser un equipo defensivo no es algo de lo que tengamos que avergonzarnos. Est¨¢ en el ADN del Arsenal", lleg¨® a proclamar el t¨¦cnico, que dej¨® al club en 1995 tras un turbio asunto de comisiones en la compraventa de jugadores.
La llegada de Wenger, en 1996, supuso una gran revoluci¨®n. Cuestionado de entrada porque ven¨ªa de Jap¨®n y no hab¨ªa entrenado en Inglaterra, Italia o Espa?a, transform¨® el aburrido f¨²tbol f¨ªsico del Arsenal en el delicado juego de toque que hoy le caracteriza. El Arsenal vivi¨® tiempos de gloria con jugadores como Vieira, Bergkamp o Henry.
Pero la mudanza al Emirates en 2006, aunque a la larga est¨¢ llamada a garantizar el poder¨ªo financiero del club, ha provocado una etapa de austeridad que a la hinchada se le hace muy larga. "Antes compr¨¢bamos jugadores, pero desde que nos mudamos de estadio se han dejado de comprar", lamenta Michael Byrne, de 60 a?os, irland¨¦s de nacimiento y londinense de adopci¨®n.
Byrne se hizo del Arsenal un poco por rebeld¨ªa ("los irlandeses suelen ser del Manchester United...") y otro poco por casualidad: nada m¨¢s llegar a Londres, en 1968, su hermano le llev¨® al viejo Highbury. "Empatamos a cero con el Stoke City, pero me encant¨® el ambiente en el North Bank", la hist¨®rica grada de pie comparable con The Kop en Anfield; "desde aquel d¨ªa fui a todos los partidos que el Arsenal jug¨® en casa en los cinco a?os siguientes. Y tambi¨¦n a algunos fuera".
Tuvo suerte: al poco de convertirse en un habitual de Highbury, lleg¨® el triunfo liguero de 1971. "Ese a?o ganamos la Liga y la Copa. Eran los a?os de Charlie George", rememora. George es uno de los grandes mitos del Arsenal. Un adelantado a su tiempo, contempor¨¢neo de Best y Cruyff, que lo mismo era noticia por raparse el pelo que por dejarse melena. La hinchada le adoraba, pero lleg¨® a la cima a los 21 a?os...
Byrne no solo iba a Highbury: tambi¨¦n viajaba con el equipo. "En aquellos tiempos, ir al f¨²tbol era un poco salvaje. La polic¨ªa te llevaba como a borregos hasta la estaci¨®n. Tuve suerte porque nunca me pas¨® nada". "El a?o del doblete, recuerdo que fui a Villa Park para ver el partido de desempate de las semifinales contra el Stoke y, cuando llegamos de vuelta a la estaci¨®n de Euston, mientras and¨¢bamos por el and¨¦n, nos cruzamos con los dos defensas centrales del Arsenal, que regresaban cargados con sus bolsas. Eran otros tiempos. ?Tambi¨¦n te pod¨ªas encontrar a Johnny Cash esperando un taxi tras un concierto en Shepherds Bush!".
A Byrne no le hac¨ªa falta ganar mucho para disfrutar. "No ganaban la Liga, pero ganaban alguna Copa. Con eso nos bastaba. Hasta la llegada de Graham, nunca tuvimos un equipo que pudiera ganar la Liga realmente", reconoce. Tuvo que esperar hasta 1989, a la hist¨®rica victoria en Anfield relatada en el libro Fiebre en las gradas, de Nick Hornby.
Ese triunfo es el primer recuerdo futbol¨ªstico de Harminder Shergill, que entonces ten¨ªa nueve a?os. Sus padres emigraron de India a Reino Unido siendo ya adultos y ¨¦l naci¨® y ha vivido siempre a tiro de piedra de Highbury. "El Arsenal siempre ha formado parte importante de mi vida. Por el lugar en que vivo, por mis amigos, por mi hermano, por mi padre, por mi madre. Es como una extensi¨®n de mi familia: lo que siempre he visto y he vivido".
Como buen fan¨¢tico del Arsenal, Harminder odia al Tottenham profundamente y quer¨ªa que los Spurs dejaran White Hart Lane y se marcharan al futuro estadio ol¨ªmpico de Stratford, la sede de los Juegos de 2012: "As¨ª ser¨ªamos el ¨²nico equipo del Norte de Londres". "En el fondo de mi coraz¨®n, s¨¦ que venimos de Woolwich y que nos trasladamos al norte de Londres, un territorio que era del Tottenham", confiesa; "pero la inmensa mayor¨ªa de los hinchas del Tottenham no est¨¢n en Tottenham, sino que son de fuera de Londres. Tottenham est¨¢ lleno de gente con banderas del Arsenal ?enfrente del estadio! Yo nunca he visto a un hincha del Tottenham frente al estadio del Arsenal".
Su padre, que lleg¨® a Inglaterra con 30 a?os cumplidos, se hizo del Arsenal "porque quiso apoyar al equipo local". "Pensaba que era la mejor forma de establecerse, de formar parte de la comunidad. Entonces hab¨ªa mucho racismo y el Arsenal era de las pocas cosas que ten¨ªa en com¨²n con esa gente. En mi zona, todav¨ªa en los a?os ochenta y los noventa las cosas estaban mal y, cuando tienes algo en com¨²n y llevas su camiseta o su bufanda, saben que tienes respeto por el club. Ahora el barrio es mucho m¨¢s multicultural y creo que el Arsenal ha formado parte de ese cambio", explica.
Aunque de generaciones distintas, Shergill y Byrne coinciden al analizar la situaci¨®n actual del Arsenal. Aunque les gusta el f¨²tbol que defiende Wenger, los dos acaban clamando por una buena defensa y un poco m¨¢s de car¨¢cter sobre el c¨¦sped, el marchamo tradicional del viejo Arsenal. "El problema", subraya Shergill, "es que nos hemos acostumbrado al buen f¨²tbol y no queremos que vuelva el boring, boring. Pero no obtenemos resultados. Creemos en Wenger, pero...". La duda se ha instalado en el coraz¨®n de la hinchada.
![Van Persie y Cesc festejan un gol del holand¨¦s el s¨¢bado pasado contra el Wolverhampton.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3KHE6FTMRYMZS2EOQRKHCHUEY4.jpg?auth=4f6d1b77c48e4b992446fb6220030cc584b67cb0bd4dbc2a70912f4449e0ead2&width=414)
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