La se?al y otros relatos

Que su calidad y potencia hayan convertido en indiscutibles a Tolst¨®i o Dostoievski no pal¨ªa la injusticia con que el olvido ha devorado a otros grandes narradores. El caso de Vs¨¦volod Garshin (1855- 1888), ahora recuperado, tiene la ventaja de acercarnos a una obra singular en la que se codifican algunas claves de la sociedad zarista y nos permite comprender mejor un fen¨®meno que ha dado hitos universales de la novela y el cuento pero que, lejos de ser espont¨¢neo, obedece a una peculiar circunstancia hist¨®rica y cultural. Este rescate viene a rellenar una laguna que el lector espa?ol no cubr¨ªa desde los a?os veinte, cuando ediciones populares como la Colecci¨®n Universal de Calpe lo dieron a conocer, como bien se?ala Mainer, muy parcialmente y bajo las transcripciones afrancesadas Garchin y hasta Garchine. La antolog¨ªa que nos ocupa re¨²ne tres elementos esenciales que la convierten en un buen libro: una traducci¨®n fluida, una selecci¨®n cabal y un pr¨®logo informativo y estimulante que incita a la lectura y facilita la comprensi¨®n de un momento irrepetible de la cultura rusa del siglo XIX. Nacido en J¨¢rkov (Ucrania), petersburgu¨¦s entusiasta y curtido en la guerra ruso-turca de 1877, Garshin conoci¨® bien la violencia, el sometimiento de la vida castrense y la locura, encriptando en sus cuentos -todos distintos y ajenos a las modas literarias- algunos secretos fundamentales sobre la gran aventura de la prosa. Como en 'La flor roja', dedicado a la memoria de Turgu¨¦nev, aqu¨ª encontramos la materia prima que sirvi¨® de base a la literatura redentora: un lugar en el que la espiritualidad lucha contra la obscena injusticia imperante mientras los atavismos que mantienen el atraso secular del pueblo se ven amenazados por la t¨ªmida pero iluminada misi¨®n de la palabra. Que Garshin, miembro de una estirpe de suicidas, se tirase por el hueco de la escalera a los 33 a?os no resta un ¨¢pice de br¨ªo a su fe en la literatura. Leerlo ahora ayuda a entender mejor a los G¨®gol o Ch¨¦jov que se aferraron a la pluma para conjurar el destino de una Rusia construida sobre el dolor, el fatalismo, los delirios de grandeza y una fruct¨ªfera propensi¨®n al mito.