La oposici¨®n civil forja una coalici¨®n revolucionaria para la transici¨®n
Militares adiestran a voluntarios en el uso de armas en las calles de Bengasi
Resulta extremadamente chocante cruzar la frontera para entrar en un pa¨ªs ¨¢rabe y no ver una pl¨¦yade de polic¨ªas, militares, guardias y funcionarios. En el ¨¢rido l¨ªmite entre Egipto y Libia, solo tres o cuatro individuos, viejos Kal¨¢shnikov al hombro y vestidos de paisano, gu¨ªan al extranjero que marcha a contracorriente de los cientos de asi¨¢ticos y ¨¢rabes que abarrotan el puesto para escapar de Libia. Durante centenares de kil¨®metros, hasta alcanzar Bengasi, apenas se ve a media docena de hombres malamente armados a la entrada de alg¨²n pueblo. Seguramente por ello, militares que se pasaron a las filas opositoras se dedican estos d¨ªas a adiestrar a ciudadanos en el manejo de armas. La improvisaci¨®n es total; tambi¨¦n en el campo pol¨ªtico. Un portavoz de la Coalici¨®n Revolucionaria del 17 de Febrero anunci¨® ayer en Bengasi -rechazando la iniciativa de un exministro de Justicia, que asegur¨® que se formar¨¢ un Gobierno de transici¨®n- la creaci¨®n de un Consejo Nacional que se har¨¢ cargo de dirigir el cambio pol¨ªtico, pero que en ning¨²n caso ser¨¢ un Ejecutivo de transici¨®n.
Un peligroso vac¨ªo de poder y de seguridad reina en el pa¨ªs
Una legi¨®n de entusiastas est¨¢ lista para combatir a los leales a Gadafi
Solo una deserci¨®n masiva de soldados puede explicar la desaparici¨®n de un Ej¨¦rcito que, no obstante, debe disponer todav¨ªa de poderosas armas. Despu¨¦s de que Muamar el Gadafi decidiera abrir las puertas de los arsenales en todo el pa¨ªs, infinidad de ciudadanos se llevaron armamento de todo tipo, aunque no de excesiva importancia. En el antiguo cuartel del Mujabarat (servicios secretos) de Bengasi se acumulan munici¨®n, lanzagranadas, fusiles y lanzacohetes. Son 70 los camiones del Ej¨¦rcito que se dedican estos d¨ªas a reunir el armamento, y son soldados que abandonaron el Ej¨¦rcito quienes dirigen las operaciones. Aunque no faltan civiles, como Abdelkrim Fathi, ingeniero de una compa?¨ªa petrolera, que colaboran en las tareas. "Si fuera necesario, las emplearemos contra Gadafi", aseguraba Fathi, informa Nuria Tes¨®n.
No resultar¨¢ sencillo a los rebeldes vencer a los experimentados leales a Gadafi que se han acantonado en los alrededores de Bab el Azizia, la residencia del dictador bombardeada por EE UU hace un cuarto de siglo, y en la regi¨®n de Sirte, donde radica la tribu de Gadafi. "En Tr¨ªpoli la milicia la forman unos 8.000 mercenarios, mayoritariamente africanos. En Sirte hay otros 3.000, no sabemos cu¨¢ntos de ellos militares, con armas pesadas", explica Abu Baker Omeima, uno de los dirigentes de los comit¨¦s ciudadanos que se encargan de la gesti¨®n de los asuntos cotidianos. Sirte, a mitad de camino entre Bengasi y la capital, acoge la industria qu¨ªmica de Libia. "Gadafi es capaz de cualquier locura", advierte Omeima. Algo que no arredra a los muchos voluntarios listos para enfrentarse a Gadafi. Son una legi¨®n cuya disposici¨®n y empe?o por ofrecer una buena imagen conmueve. En Tobruk, ayer por la ma?ana, Omeima puso a disposici¨®n de los periodistas coches para su traslado a Bengasi. Gratis.
En la capital de la revuelta, con mayor presencia de personal armado, el panorama es el habitual cuando el odio se desata contra un tirano: muchos edificios oficiales y cuarteles -visitados por vecinos curiosos- presentaban un aspecto que presagia un ¨²nico destino: el derribo. Como derribado fue todo vestigio de entramado institucional durante los 41 a?os de r¨¦gimen.
No hay organismo pol¨ªtico alguno al que acudir. No existe Parlamento, ni partidos pol¨ªticos, ni organizaciones no gubernamentales, ni sindicatos. El peligroso vac¨ªo pol¨ªtico y de seguridad reina en este pa¨ªs dominado por las arraigadas fidelidades tribales y en el que todo est¨¢ por hacer tras el desmoronamiento, a¨²n inconcluso, de la dictadura. Durante la revuelta egipcia nunca hubo semejante vac¨ªo de poder. Tampoco en T¨²nez se produjo. En ambos pa¨ªses, aunque de modo diferente, el Ej¨¦rcito jug¨® un papel determinante. Por contestado que sea el actual Gobierno de El Cairo -a pesar del derrocamiento de Hosni Mubarak-, y aunque el primer ministro tunecino, Mohamed Ghanuchi, dimiti¨® ayer, siempre hubo alguien al mando. De eso se trata ahora en Libia.
Abdelhafiz Hoga, portavoz de la Coalici¨®n Revolucionaria del 17 de Febrero, asegur¨® ayer en Bengasi que se constituir¨¢ un "Consejo Nacional cuya misi¨®n ser¨¢ dirigir el proceso de transici¨®n". Lo formar¨¢n delegados de todas las ciudades liberadas, pero todav¨ªa se ignora su composici¨®n exacta y su direcci¨®n. Lo que s¨ª se sabe es que esta propuesta ya ha chocado con la del exministro de Justicia Mustaf¨¢ Mohamed Abdulyalil, que se ali¨® recientemente a los rebeldes y que promueve un Gobierno interino de transici¨®n.
"Estamos completamente en contra de cualquier intervenci¨®n extranjera. El resto de Libia ser¨¢ liberado por el pueblo", enfatiz¨® Hoga, horas despu¨¦s de que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijera que ya han contactado con miembros de la oposici¨®n. Tan cierto como que no se han o¨ªdo consignas contra Estados Unidos a lo largo de las protestas en el mundo ¨¢rabe es que la inmensa mayor¨ªa nada quiere saber de injerencias for¨¢neas.
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