Copago
Ya lo dice el refr¨¢n: cuando el copago suena, el dinero del ciudadano se lleva. La posibilidad de exprimir a¨²n un poco m¨¢s a los usuarios para hacer frente a prestaciones que ven¨ªan siendo ofrecidas gracias a los impuestos es una tentaci¨®n que, cual un mal¨¦volo Guadiana, aparece y desaparece en los mensajes de los pol¨ªticos.
Hace diez a?os, unas declaraciones de Celia Villalobos -recientemente rescatada del olvido por los medios a ra¨ªz del affaire de los "tontitos"- sobre la posibilidad de cobrar parcialmente las medicinas a los jubilados, en funci¨®n de su renta, provocaron tal pol¨¦mica que Sanidad tuvo que asegurar que los pensionistas seguir¨ªan recibiendo sus recetas de forma gratuita.
A ¨²ltimos de enero, fue el propio presidente Zapatero quien desautoriz¨® a su secretario de Estado de Hacienda, Carlos Oca?a, cuando ¨¦ste volvi¨® a plantear la necesidad de reconsiderar en un futuro el copago sanitario. Dada la cercan¨ªa de las elecciones municipales, probablemente la idea volver¨¢ por unos meses al congelador, para ser retomada el d¨ªa menos pensado.
Lo cierto es que cada vez es m¨¢s habitual que exijan del ciudadano compensaciones econ¨®micas por servicios que antes eran gratis. Un ejemplo reciente lo tenemos en el auxilio en la monta?a. El Gobierno vasco ha anunciado su intenci¨®n de empezar a cobrar los rescates a los no federados o a quienes hagan caso omiso de las advertencias meteorol¨®gicas. Por ello, para poder ir al monte va a ser m¨¢s importante llevar la tarjeta de cr¨¦dito que las botas. Teniendo en cuenta que la hora de helic¨®ptero est¨¢ a 2.200 euros, alguno preferir¨¢ llegar arrastr¨¢ndose antes que resultar arruinado por sus salvadores.
Otro ¨¢mbito donde el copago se ha impuesto es en las autopistas de titularidad p¨²blica. As¨ª, seguimos copagando la A-8, el segundo cintur¨®n de Donostia y lo haremos pr¨®ximamente con la Supersur. Las Juntas Generales de Guip¨²zcoa incluso acaban de aprobar la implantaci¨®n de un peaje en Etxegarate. De momento, afectar¨¢ s¨®lo a los camiones, pero todo se andar¨¢.
Ante tal c¨²mulo de sacaperras por parte de las instituciones, c¨®mo nos va a sorprender que hasta la omnipresente cadena vasca de alimentaci¨®n nos cobre tambi¨¦n por las bolsas de pl¨¢stico -por motivos medioambientales, ?faltar¨ªa m¨¢s!- en las que carg¨¢bamos la compra. Menos mal que la fiebre ecologista-economicista no ha llegado todav¨ªa al frutero, ni al pescatero del barrio. ?Llegar¨¢ el d¨ªa en que tengamos que llevarnos el txitxarro en la mano?
Al final, el copago de los servicios p¨²blicos crea serias dudas sobre la correcta gesti¨®n de nuestros impuestos, y supone una invitaci¨®n al ciudadano -que pueda permit¨ªrselo- a buscarse la vida en el sistema privado: montep¨ªos sanitarios, planes de pensiones, seguros de accidente para poder subir al Gorbea... El resto, cada vez en mayor medida, se ver¨¢ abocado a tener que rascarse el bolsillo. ?Estado del bienestar? ?Qu¨¦ risa!
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