"Hemos perdido el coraje y la capacidad de so?ar"
Seda, Oc¨¦ano mar, Tierras de cristal, Sin sangre... Los magn¨¦ticos t¨ªtulos de las novelas de Alessandro Baricco (Tur¨ªn, 1958) y su escritura serena, m¨¢s japonesa que mediterr¨¢nea, han seducido a monta?as de lectores desde que debut¨® en 1991 con Castillos de rabia. Director de cine, guionista, cr¨ªtico musical, ensayista, ni?o mimado de la moderna narrativa italiana; fundador de la Escuela Holden de escritura creativa, amado y odiado a partes iguales, Baricco sigue ejerciendo el oficio de escritor sin desmayo. Ahora llega a Espa?a su pen¨²ltimo libro, Ema¨²s (el ¨²ltimo es La storia de Don Giovanni), una novela breve y en parte autobiogr¨¢fica que cuenta la historia de cuatro estudiantes cat¨®licos en la Italia de los a?os setenta. Convaleciente de una gripe, el escritor atiende a Babelia por tel¨¦fono, y en 42 minutos explica, y se explica, c¨®mo aquellos j¨®venes idealistas y comprometidos han acabado viviendo en un pa¨ªs "que ha perdido los sue?os y el coraje".
"Por suerte yo tuve amigos que me llevaron por el camino de la laicidad de forma festiva y luminosa"
PREGUNTA.
Ema¨²s suena a traperos, a caridad, a entrega. ?Era usted as¨ª de joven?
RESPUESTA. La historia de ese mundo social es en efecto el m¨ªo, aunque mi experiencia fue m¨¢s banal que la que relata la novela. Quer¨ªa sobre todo contar la tierra donde crec¨ª. Y eleg¨ª Ema¨²s porque es el pueblo donde transcurre el pasaje del Evangelio de Lucas que cuenta que dos disc¨ªpulos de Cristo se encuentran con ¨¦l resucitado, dialogan con entusiasmo y pasi¨®n, y no se dan cuenta de qui¨¦n es hasta que se va. Esa historia me ayudaba a contar la vida y la mente de muchachos y familias como los de la novela. Aunque ninguna es la m¨ªa exactamente.
P. En parte el libro es una mirada a la educaci¨®n sentimental cat¨®lica, a ese ambiente a la vez opresor y espiritual. Y a una ¨¦poca que hoy parece muy lejana.
R. Es un libro en el que pens¨¦ durante muchos a?os; necesitaba la escritura justa, quiz¨¢ la madurez. Era la ¨¦poca de la energ¨ªa, de la pasi¨®n, del hambre de emociones, de la b¨²squeda del sentido de la vida, pero se cuenta desde unos a?os m¨¢s tarde. Con la voz de la desilusi¨®n, que es m¨¢s l¨²cida y m¨¢s cr¨ªtica. Mirando atr¨¢s, te das cuenta de que crecimos como unos desadaptados, aunque entonces era una educaci¨®n muy com¨²n en muchos italianos, y en muchos espa?oles.
P. Como cont¨® Almod¨®var...
R. Me encant¨® La mala educaci¨®n. Era el mismo mundo que el que yo viv¨ª, clavado.
P.
Ema¨²s tambi¨¦n tiene su mujer fatal, la andr¨®gina Andre. ?S¨ªmbolo del pecado o de la libertad?
R. No es solo el pecado, es sobre todo otra belleza, otro camino posible para dotar de un sentido a la vida. Andre es la espiral de un mundo distinto, el cuerpo no solo no demonizado, sino usado, utilizado, una fuente de placer. La educaci¨®n cat¨®lica negaba el cuerpo. Ella abre esa posibilidad y los protagonistas toman caminos distintos, pero muchas veces eso depend¨ªa del azar, hab¨ªa v¨ªas de salida diferentes. Algunas eran como una explosi¨®n. En mi caso me dej¨® una larga convalecencia.
P. ?Traumas?
R. Dej¨¦ ese mundo para siempre y con gran entusiasmo por una ¨¦tica distinta. Pero me llev¨¦ cosas importantes: en el lado malo o desagradable, un complejo de culpa permanente; en el bueno, la solidaridad, la compasi¨®n, quiz¨¢ un sentido de la honestidad y de atenci¨®n a los dem¨¢s, cierta tensi¨®n que te hace no perder la inclinaci¨®n a lo espiritual. Esa educaci¨®n deber¨ªa ser una herencia positiva, pero siempre hay algo que te hace percibirla como una etapa dolorosa. Por suerte yo tuve amigos que me llevaron por el camino de la laicidad de forma festiva y luminosa y lo super¨¦ sin grandes traumas, creo.
P. En todo caso, la novela dibuja unos a?os muy poco recordados.
R. Los setenta fueron una ¨¦poca muy importante para el pa¨ªs, y creo que era ¨²til recordar que no solo fueron los A?os de Plomo, que hubo much¨ªsimos j¨®venes que vivieron lejos del terrorismo y eran tambi¨¦n Italia. Chicos sin compromiso ideol¨®gico que no participaron en la dura lucha de aquellos a?os pero que tambi¨¦n vivieron con intensidad extraordinaria. Eran los a?os posteriores al Concilio, a?os de profetas peque?os y grandes. Hab¨ªa una nueva forma de ense?ar, una b¨²squeda colectiva, una religiosidad atractiva, que buscaba un mundo diferente, la autenticidad, la solidaridad, los valores. Fue una experiencia inmensa, m¨¢s silenciosa que la otra, pero contribuy¨® a formar el h¨¢bitat de este pa¨ªs tanto como la lucha armada. Aunque se ha infravalorado, fue crucial para definir el futuro, aunque ahora parezca lejana porque la Iglesia italiana ha perdido la pasi¨®n del Concilio.
P. Lo malo es que sigue siendo crucial.
R. Cuando sali¨® el libro sucedi¨® el caso Marrazzo (el exgobernador del Lazio forzado a dimitir por un esc¨¢ndalo con transexuales): un chico muy cat¨®lico metido en una situaci¨®n como esa... Al final los pa¨ªses muy cat¨®licos deben ajustar cuentas con tensiones as¨ª: te dan principios pero no los instrumentos para vivir felizmente. Eso deber¨ªa hacer reflexionar a los cat¨®licos. El Concilio se ha ido olvidando gradualmente, mezclado quiz¨¢ en la degradaci¨®n general; el pa¨ªs ha perdido la capacidad de so?ar, el coraje. Los movimientos cat¨®licos, tambi¨¦n; los dos papas de estos a?os han ayudado porque han vuelto sobre sus pasos, y el efecto de ambas cosas es que la Iglesia ha cambiado de rumbo y el pa¨ªs ha perdido sus ideales, sus principios, su fuerza.
P. ?El berlusconismo es la causa o la consecuencia de esa degradaci¨®n?
R. Yo creo que es el efecto. Se rompieron las conexiones sensibles del pa¨ªs, la intelligentsia se deshizo y la degradaci¨®n general se resolvi¨® con una elecci¨®n colectiva de un liderazgo. Berlusconi ha sido la consecuencia, pero desde luego ha acelerado ese proceso de p¨¦rdida de valores y de coraje.
P. ?En ese sentido, la novela certifica un fracaso, una derrota?
R. Una derrota de la que hemos sido todos responsables. Eso es lo que cuenta el libro, c¨®mo aquella vida vivida intensamente, con una gran energ¨ªa, en medio de ideales muy altos y de ganas de dar sentido a la vida se perdi¨® por completo. El pa¨ªs tuvo miedo de la modernidad. El miedo es un gran defecto italiano. Intent¨¦ explicarlo en Los b¨¢rbaros y en Next: hay un futuro espl¨¦ndido en la globalizaci¨®n, es una ocasi¨®n de renovarse, de buscar nuevos sentidos, un camino de esperanza. Nos hace falta menos moralismo y m¨¢s valent¨ªa.
P. ?No estamos hablando del fracaso colectivo de la izquierda europea?
R. La izquierda no ha sabido representarnos. Se ha quedado en el gran conservador del mundo que contribuy¨® a darnos el futuro. No podemos quedarnos ah¨ª. En efecto, ahora no tenemos una representaci¨®n pol¨ªtica, y hace falta un vuelco generacional. Cuando el berlusconismo acabe har¨¢ falta que lidere el pa¨ªs gente que ahora no sabemos qui¨¦n es, los que no est¨¢n bajo los focos. Berlusconi es a la vez un c¨¢ncer y una gran excusa, pero no durar¨¢ siempre.
P. ?Su generaci¨®n?
R. Debemos hacernos a un lado. El futuro lo deben construir los j¨®venes.
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