"El pasado es otro pa¨ªs"
Todo empez¨® con un sue?o roto. Alma Guillermoprieto (Ciudad de M¨¦xico, 1949) no quer¨ªa ser periodista. Cuando ya sumaba a?os contando los principales acontecimientos de Am¨¦rica Latina, relata que dudaba cuando ten¨ªa que llenar un formulario. "?Qu¨¦ pon¨ªa? ?Bailarina fracasada? Yo no me sent¨ªa periodista, yo hac¨ªa de cuenta que lo era". El rechazo de la compa?¨ªa de danza que anhelaba alcanzar la empuj¨® a un exilio voluntario en La Habana, donde lleg¨® profesora de baile y sali¨® convertida en cronista. A trav¨¦s de una trayectoria de m¨¢s de 30 a?os, Guillermoprieto ha cubierto la guerra civil salvadore?a, el ascenso y ca¨ªda de la guerrilla peruana Sendero Luminoso, la guerra sucia en Argentina, la Nicaragua pos-sandinista, el conflicto armado en Colombia y la lucha contra el narcotr¨¢fico en M¨¦xico. Ha trabajado en The Guardian y The Washington Post, ha sido jefa de informaci¨®n de Sudam¨¦rica para Newsweek ("donde descubr¨ª que no sirvo para el trabajo de oficina", apostilla) y ha colaborado en The New Yorker y The New York Review of Books. Ha escrito, adem¨¢s, una decena de libros. El m¨¢s reciente, Desde el pa¨ªs de nunca jam¨¢s (Debate), una recopilaci¨®n de cr¨®nicas que recorren los ¨²ltimos 30 a?os de la historia latinoamericana.
"Am¨¦rica Latina ha cambiado y mucho. Yo antes quer¨ªa revolucionarios, hoy me conformo con que sean decentes. No m¨¢s"
En sus art¨ªculos no hay c¨¢tedras sobre "realidades latinoamericanas", pero s¨ª relatos que rebosan detalles: los hay tr¨¢gicos, inveros¨ªmiles, chuscos y los que mezclan todo lo anterior. El tono es sobrio y a la vez cercano, como el de las cartas que se escrib¨ªan con tinta y viajaban en sobres. Sea en S?o Paulo, en La Habana, en Bogot¨¢, en San Salvador, en Ciudad Ju¨¢rez o en Buenos Aires, Guillermoprieto cuenta lo que pasa, aun cuando cuesta creer lo que pasa. "Soy una escritora que reportea". ?Cu¨¢l es la diferencia? "Yo busco llegar despu¨¦s de que se acaban las noticias y contar lo que me interesa, que puede ser absolutamente insignificante". As¨ª, una cr¨®nica firmada en S?o Paulo arranca con la ca¨ªda en desgracia en diciembre de 1990 del carism¨¢tico presidente brasile?o Fernando Collor de Mello, y deriva en el extra?o asesinato de Danielle P¨¦rez, una actriz que muri¨® v¨ªctima del actor que interpretaba a su pareja en una telenovela, que conmocion¨® al pa¨ªs.
Aun con su larga trayectoria de cronista, la bailarina no ha desaparecido del todo. Asoma desde la primera vez en que uno la conoce. Guillermoprieto roba algunos segundos para estirar su espalda, cansada del viaje transatl¨¢ntico. La elegancia de sus movimientos refleja los a?os en que estudiaba danza en Nueva York, trabajando como camarera por las ma?anas y practicando por las tardes. Su meta era llegar a los mejores escenarios del mundo. Pero un d¨ªa, al final de un ensayo, el legendario Merce Cunningham le dijo que exist¨ªa una plaza para trabajar como profesora en La Habana (Cuba). En 1969, la oportunidad habr¨ªa sido atractiva para muchos. No para ella. Empac¨® lo que quedaba de su sue?o y se refugi¨® en la capital cubana, "un buen lugar para esconder mi humillaci¨®n", recuerda. Pero Cuba la cambi¨® para siempre. "De Cuba sal¨ª como una revolucionaria fervorosa, y a lo largo de todos estos a?os he ido debatiendo conmigo la misma cuesti¨®n: ?c¨®mo mejoramos una sociedad? Me queda claro que el modelo marxista leninista no es la v¨ªa, porque los seres humanos somos un poquito flojos, un poquito promiscuos, pero tambi¨¦n somos grandes so?adores". A Fidel lo describe como "el pol¨ªtico m¨¢s decimon¨®nico a¨²n vivo", y a?ade que Cuba le "duele enormemente porque represent¨® lo mejor que pod¨ªamos ser y ahora es terrible que, 60 a?os despu¨¦s, sea un pa¨ªs tan triste y pobre".
Guillermoprieto fue una de los dos periodistas (el otro es el estadounidense Ray Bonner, de The New York Times) que confirm¨® los reportes de que el Ej¨¦rcito salvadore?o, auspiciado por Estados Unidos, comet¨ªa matanzas durante la guerra civil de El Salvador (1980-1992). Cuando su peri¨®dico, The Washington Post, public¨® su historia, la Administraci¨®n de Ronald Reagan (1980-1988) la acus¨® de mentir. Los hechos le hicieron rectificar. El relato de la masacre de la localidad salvadore?a de Mozote sobrecoge. Hombres, mujeres y ni?os fueron vejados y asesinados. Pasaron a?os antes de que el c¨¦lebre Equipo Argentino de Antropolog¨ªa Forense comprobara la masacre. La periodista intent¨® hallar un editor latinoamericano para un reportaje sobre la tragedia que Mark Danner escribi¨® para The New Yorker en 1993. "Centroam¨¦rica ya no le interesa a nadie", le respondieron. ?El panorama ha cambiado? ?Latinoam¨¦rica interesa? "Quiero creer que s¨ª. La Fundaci¨®n Nuevo Periodismo Iberoamericano
[fundada por Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez en 1994, y en la que Guillermoprieto imparte talleres] hace mucho para crear una conciencia regional sobre s¨ª mismos, y, en mi opini¨®n, ha conseguido forjar una o dos generaciones de periodistas que se conciben como latinoamericanos". En opini¨®n de la periodista, "Am¨¦rica Latina ha cambiado y mucho". Pone como ejemplo Bogot¨¢: "La gesti¨®n de dos alcaldes decentes, Enrique Pe?alosa y Antanas Mockus, consigui¨® cambios important¨ªsimos". Llama la atenci¨®n el adjetivo que utiliza: decentes. "Yo antes quer¨ªa revolucionarios, hoy me conformo con que sean decentes. No m¨¢s. Me importa muy poco si son de derechas o de izquierdas. Solo eso: decentes".
Despu¨¦s de la matanza de 72 inmigrantes centroamericanos en Tamaulipas, el a?o pasado, Alma Guillermoprieto coordin¨® un grupo de periodistas y escritores para redactar los perfiles de los asesinados. El resultado, un conmovedor proyecto difundido a trav¨¦s de la red: (www.72migrantes.com), que ser¨¢ pr¨®ximamente editado en un libro. "Tenemos la urgencia de investigar el narcotr¨¢fico", explica. La escritora rechaza que M¨¦xico sea un Estado fallido. "Es un pa¨ªs que ha perdido la capacidad de garantizar la vida a sus ciudadanos en trechos demasiado grandes de su territorio, pero un Estado fallido no recauda impuestos ni construye carreteras. Una persona que est¨¢ loca no se cepilla los dientes todas las ma?anas ni sale a trabajar". El mayor problema para investigar el narcotr¨¢fico, subraya, es la dificultad para estudiar su parte estructural. "Porque hay que seguir el dinero y ¨¦ste tiene la capacidad m¨¢gica de volverse invisible. Adem¨¢s, est¨¢ rodeado de abogados, que son peores que los guardaespaldas. Yo quisiera ver c¨®mo es que se procesa el dinero dentro de Citibank. Eso es lo interesante de Wikileaks, no el personaje de Julian Assange, sino que existe una gran base de datos que nos permite conocer realidades a las que antes no ten¨ªamos acceso".
La peculiaridad de que una latinoamericana cuente la colorida cotidianeidad de Am¨¦rica Latina a un p¨²blico anglosaj¨®n juega a su favor. "Trato de contar el cuento bien contado. La intenci¨®n era escribir una carta para alguien que nunca ha estado ah¨ª y hacerle sentir como si estuviera". El tiempo tambi¨¦n importa. "En cuanto un texto tiene siete a?os, la gente se asoma para leer c¨®mo eran esos pa¨ªses que ya no reconocemos. El pasado es otro pa¨ªs". Guillermoprieto, que en su carrera ha conseguido el inter¨¦s de los anglosajones en una regi¨®n generalmente dibujada a trav¨¦s de prejuicios y la reflexi¨®n de los latinoamericanos hacia su pasado y presente, opina que para el lector espa?ol, Am¨¦rica Latina debe ser una prioridad. "Es una creaci¨®n que, m¨¢s que nadie, pertenece a los espa?oles. Hace 500 a?os se muri¨® un mundo. Esa conquista y esa colonizaci¨®n dejaron profundas herencias culturales", asegura.
Entonces, como dice Garc¨ªa M¨¢rquez, ?el oficio del periodista es el m¨¢s bello del mundo? "Siempre y cuando los reporteros tengamos una libertad que muy pocos tienen. No s¨¦ de alguien que sea tan libre como yo, voy a ver las cosas que quiero ver, las veo de la forma en que quiero verlas, me meto en los lugares donde nadie m¨¢s se puede meter. Es un privilegio. El trabajo literario de las cr¨®nicas es querer embrujar a los lectores. Decirles que conf¨ªen, porque les contar¨¦ algo fascinante, m¨¢gico, ins¨®lito". ?Y, pese a la revoluci¨®n digital, la confianza sobrevive? "Los editores se han equivocado much¨ªsimo con Internet, algunos piensan que acabar¨¢ con la necesidad humana de narrativa y eso no puede ser. Nacemos cont¨¢ndonos historias. Nosotros no somos lo que somos, somos la historia que nos contamos de qui¨¦nes somos. Y tenemos la necesidad de escuchar lo que dicen los dem¨¢s. Queremos escuchar el cuento".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.