Del 11 al 14
Hab¨ªa que frotarse los ojos en la ma?ana del viernes 11 de marzo para comprobar que, pese a la llegada de im¨¢genes e informaci¨®n sobre el terremoto en Jap¨®n, los programas televisivos a¨²n segu¨ªan fieles a la rutina habitual del enfrascamiento partidista o el est¨¦ril ejercicio de pitonisos a costa de la sucesi¨®n de Zapatero. Finalmente, la tragedia se impone, tambi¨¦n en la escaleta de los programas, con ese hilo invisible que nos une. Los medios terminan de acercar lo remoto, haci¨¦ndote experimentar un dolor propio en el dolor ajeno.
Esa ma?ana, en la estaci¨®n de Atocha, la agitaci¨®n particular de la gente dejaba un espacio para los rostros cabizbajos y una plomiza tristeza entre quienes se acordaban de ese mismo lugar siete a?os atr¨¢s. Pero al contrario de lo habitual, aquella tragedia, por su coincidencia electoral, no sirvi¨® como otras para unir a un pa¨ªs, para soldarlo pese a las diferencias no ya eternas, sino necesarias. Las elecciones que tal d¨ªa como hoy viraron el partido de Gobierno siguen siendo un agravio. Poco importa que cuatro a?os despu¨¦s Zapatero renovara su mayor¨ªa de manera bastante c¨®moda. Hay algo en aquella fecha que muchos consideran inasumible. Como si el poder no fuera una concesi¨®n temporal, sino un derecho gen¨¦tico y hubiera que buscar explicaciones extraordinarias para justificar su p¨¦rdida o su paso temporal a otras manos. Y en esa b¨²squeda de excusas y razones propias no importara en absoluto salpicar a los dem¨¢s, manchar la casa entera, poner patas arriba lo que haga falta.
Puede que si en marzo del a?o que viene se ha producido el cambio de poder que vaticinan las encuestas, tengamos por fin un d¨ªa de luto tranquilo. Puede que para entonces las supuestas l¨ªneas de investigaci¨®n por escarbar ya no tengan ninguna utilidad pr¨¢ctica y se las aparque. Entre tanto, es estimulante observar a Pilar Manj¨®n. Pese a la cacer¨ªa organizada en su contra, resiste. Cualquiera de nosotros en situaci¨®n parecida nos esconder¨ªamos. Pero su ind¨®cil presencia nos recuerda c¨®mo por un lado nos someten a sedaci¨®n a fuerza de homenajes con violoncello y por otro nos agitan para perseguir fantasmas que no vimos; todo para que nadie recuerde la rabia contenida que en aquellos d¨ªas acompa?¨® a muchos camino de las urnas.
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