Sin capacidad de reacci¨®n
Si los empresarios valencianos se presentaran a unas elecciones para liderar a la sociedad, perder¨ªan por goleada. Cuando se iniciaba la transici¨®n democr¨¢tica en Espa?a, hace 35 a?os, hab¨ªa tres entidades que marcaban el nivel de influencia empresarial en la econom¨ªa valenciana: las C¨¢maras de Comercio, Feria Valencia y las confederaciones empresariales.
C¨¢maras y ferias atraviesan una de sus ¨¦pocas con el perfil m¨¢s bajo de su historia. Las C¨¢maras de Comercio en toda Espa?a han recibido un torpedo en su l¨ªnea de flotaci¨®n. Esto ha sucedido al decidir el gobierno socialista de Rodr¨ªguez Zapatero que lo m¨¢s conveniente para los intereses del pa¨ªs era eliminar la pertenencia necesaria de las empresas a las C¨¢maras y la supresi¨®n de las cuotas obligatorias.
Esta decisi¨®n, que planea desde los tiempos del sindicato vertical franquista, ha tenido que ser adoptada por un gobierno socialista en contra de los intereses de la econom¨ªa, de los empresarios, de la imagen de Espa?a en el contexto internacional y de la sociedad espa?ola.
El actual gobierno de Espa?a ha tomado la medida m¨¢s dr¨¢stica, que se ha producido a lo largo de los 125 a?os de existencia de las C¨¢maras de Comercio. En la guerra civil, ni republicanos ni franquistas se atrevieron a llegar tan lejos.
Esto no quiere decir que las C¨¢maras de Comercio no necesiten una redefinici¨®n en su naturaleza, en sus funciones y en su proceso electoral. En la Comunidad Valenciana este panorama nos da un resultado de cinco corporaciones, unas locales (Alcoi y Orihuela) y otras provinciales (Alicante, Castell¨®n y Valencia), con 400 empleados, que han pasado del prestigio y la trayectoria de entidades centenarias consolidadas, a quedar arrumbadas en el limbo institucional espa?ol, sin raz¨®n de ser y sin porvenir definido.
Los empresarios valencianos han entrado en una situaci¨®n catal¨¦ptica de afon¨ªa significada, ante una amenaza real para su patrimonio y sus intereses. ?O es que las C¨¢maras, origen de tantos proyectos econ¨®micos valencianos, las pusieron en marcha y las han mantenido los pol¨ªticos de turno? La visi¨®n institucional solo la tienen los personajes p¨²blicos de altura.
No cuesta nada poner en peligro lo que nada ha costado construir y es f¨¢cil contentar los intereses bastardos, dejando caer aquello que no les ha supuesto ning¨²n esfuerzo. La ignorancia y la improvisaci¨®n se han aliado en una determinaci¨®n que supone un grave quebranto para la econom¨ªa y para la Comunidad Valenciana.
El estropicio de Feria Valencia es m¨¢s triste, porque ha sido v¨ªctima de la miop¨ªa y de una gesti¨®n surrealista, con una masclet¨¤ final que provoca verg¨¹enza ajena ?Qui¨¦n puede entender que una instituci¨®n crezca desmesuradamente, en edificaci¨®n y recursos humanos, al tiempo que su funci¨®n en la econom¨ªa se deteriora, sin que nadie reflexione sobre su estrategia de futuro? ??ramos opulentos o nos lo cre¨ªamos?
Son los que menos responsabilidad tienen quienes acaban pagando el descalabro. Y esto lo consentimos y lo asumimos con la indiferencia que caracteriza a las sociedades que no entienden de justicia ni de sentido com¨²n.
Despu¨¦s de contemplar el pat¨¦tico resultado del desmantelamiento de las Cajas de Ahorro valencianas y especialmente el destino de Bancaja y la CAM, cualquier cosa nos puede parecer bien. Qu¨¦ equivocados estaban quienes vieron venir el toro de frente, antes de que los fondos de estas entidades financieras, que administraban el dinero de muchos valencianos, acabaran siendo instrumentos pol¨ªticos y en consecuencia, ruinosos. Ahora tenemos una marca mediocre para un proyecto indescriptible.
La sociedad valenciana acabar¨¢ pagando estos desprop¨®sitos. No se sabe qu¨¦ ha de ocurrir para que las personas responsables retomen el rumbo del presente y de nuestro porvenir, aunque sea desde dentro de una monta?a de cenizas.
?Qu¨¦ m¨¢s tiene que pasar para que se reaccione?
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