Bahr¨¦in detiene a destacados opositores y abre fuego para dispersar protestas
Las fuerzas de seguridad reprimen manifestaciones en varios barrios chi¨ªes
Al menos siete destacados activistas de la oposici¨®n fueron detenidos en Bahr¨¦in durante la madrugada de ayer, acusados de "contactos con pa¨ªses extranjeros" y "alentar al asesinato". Se trata de la ¨²ltima vuelta de tuerca de la familia real contra quienes le piden que acometa reformas pol¨ªticas y ceda poder. Pero ni las detenciones, ni la prohibici¨®n de manifestarse impuesta bajo la ley marcial, evitaron nuevas protestas por los ataques contra las poblaciones chi¨ªes, que las tropas desplegadas por todo el pa¨ªs sofocaron de inmediato.
Entre los detenidos se encuentran Hasan Mushaimaa y Abdul Jalil al Singace, l¨ªderes de Haq, y Abdel Wahhab Husein, m¨¢ximo dirigente de Wafa, que han encabezado los llamamientos para instaurar una rep¨²blica. Haq y Wafa son dos formaciones radicales chi¨ªes. Pero entre los detenidos tambi¨¦n figura el liberal sun¨ª Ebrahim Sharif, secretario general del Waad, que respalda a la mayor¨ªa chi¨ª del pa¨ªs en su exigencia de que los Al Jalifa cedan poder. El Waad, como el islamista moderado Wefaq (principal grupo de la oposici¨®n parlamentaria), aspira a una monarqu¨ªa constitucional.
La polic¨ªa arresta a 40 personas tras una batalla campal en la antigua capital
Mushaimaa y Al Singace estaban siendo juzgados, junto a otros 23 activistas chi¨ªes, por intentar derrocar al rey Hamad. El mes pasado, su caso se archiv¨® en un intento de calmar las tensiones tras el brutal primer desalojo de la plaza de la Perla. Al Singace qued¨® en libertad a la vez que otros tres centenares de presos y Mushaimaa pudo regresar del exilio en Londres. Su nuevo encarcelamiento parece indicar que las autoridades han cerrado la puerta del di¨¢logo y est¨¢n dispuestas a utilizar todos los medios a su alcance para silenciar a la oposici¨®n y mantenerse en el poder.
A primera hora de la tarde de ayer, las fuerzas de seguridad dispararon sin contemplaciones contra varios amagos de manifestaci¨®n en Deih, Jidhafs y Sanabis, a las afueras de Manama. Los habitantes de las localidades chi¨ªes denuncian las incursiones de las tropas. Aunque en ciertos barrios de la capital se retras¨® cuatro horas la entrada en vigor del toque de queda, los escasos residentes que durante el d¨ªa se aventuraron a salir a la calle desaparecieron antes del anochecer. Tanquetas y acorazados con ametralladoras patrullan la ciudad. De vez en cuando, tambi¨¦n sobrevuelan los helic¨®pteros.
Algunas zonas de Bahr¨¦in parecen las de un pa¨ªs en guerra. Los accesos al centro m¨¦dico Salmaniya, el principal hospital p¨²blico del pa¨ªs, est¨¢n tomados por hombres armados con fusiles M-16 y que visten un mono verde pardo sin ning¨²n tipo de distintivo y pasamonta?as. Sendos acorazados vigilan cada uno de los portones del complejo, que el Gobierno considera un foco de activismo chi¨ª. Mientras, la peculiar tropa controla la entrada y, sobre todo, la salida de los coches, a los que revisan el maletero, causando un atasco colosal.
Sin uniforme oficial y con el rostro tapado es dif¨ªcil saber de d¨®nde proceden esos hombres. Al ser preguntado uno de ellos responde: "?No quer¨ªais que vini¨¦ramos a ayudaros?", y su interlocutor asegura que tiene acento saud¨ª. Imposible de verificar.
En el servicio de urgencias es la polic¨ªa quien se encarga de cachear y anotar a cada uno de los visitantes. "Hoy ya no est¨¢n dentro; ayer entraron pero luego se fueron", asegura A. M. A., una m¨¦dica del servicio de Oncolog¨ªa que ha pasado tres d¨ªas sin poder salir del hospital. "No pudimos enviar ambulancias a recoger pacientes ni ellos pod¨ªan venir", se queja. Ella no tiene conocimiento de ninguna detenci¨®n en el interior del centro, pero poco despu¨¦s de la visita de EL PA?S, la Asociaci¨®n Juvenil por los Derechos Humanos denunci¨® que la polic¨ªa hab¨ªa entrado para detener al doctor Ali al Ekry.
En Bilad al Qadim, la capital de esta isla-Estado hasta la llegada de los Al Jalifa hace dos siglos, cubos de basura quemados, trozos de madera y bloques de cemento dan testimonio de las barricadas que hasta la noche anterior intentaban proteger los callejones. Una operaci¨®n policial que buscaba activistas casa por casa desat¨® la ira de los vecinos y una batalla campal que dej¨® 40 detenidos. "Se los llevaron directamente del hospital", asegura un testigo.
El paisaje es similar en otras zonas chi¨ªes. En Maameer, tres m¨¦dicos y varias enfermeras han preparado un local a modo de hospital de campa?a ante la eventualidad de nuevos enfrentamientos. En las zonas sun¨ªes, como Budaiya o Riffa, milicianos de paisano controlan los accesos y los conductores chi¨ªes aseguran que no les permiten el paso, salvo que puedan verificar su destino. El Gobierno ha logrado desalojar a los activistas de la plaza de la Perla, pero ha agravado la divisi¨®n entre las comunidades que alentaba la movilizaci¨®n.
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