Gadafi frente a todos
La comunidad internacional no debe olvidar que su objetivo es proteger a la poblaci¨®n civil
Apenas dos horas despu¨¦s de que las potencias reunidas en Par¨ªs alcanzaran un acuerdo para hacer que Muamar el Gadafi se atuviera a los t¨¦rminos de la resoluci¨®n 1.973 del Consejo de Seguridad, la aviaci¨®n francesa lanz¨® su primer ataque contra blindados del ej¨¦rcito leal al dictador libio. Poco despu¨¦s, fue Estados Unidos. A lo largo de hoy y en los pr¨®ximos d¨ªas se completar¨¢ el dispositivo militar internacional, que cuenta con el apoyo de la Liga ?rabe. El Gobierno espa?ol ha tomado la decisi¨®n correcta al anunciar el env¨ªo de aviones de combate y poner a disposici¨®n de la coalici¨®n las bases militares necesarias para el desarrollo de las operaciones dirigidas a proteger a la poblaci¨®n civil libia.
La r¨¢pida respuesta francesa y norteamericana demuestra que el establecimiento de una zona de exclusi¨®n a¨¦rea sobre Libia no exig¨ªa la previa destrucci¨®n de sus bater¨ªas antia¨¦reas y sus sistemas de radares. Este argumento no ha sido sino una excusa que ha retrasado varias semanas la respuesta internacional a Gadafi, con un alto coste en vidas humanas y una innecesaria complicaci¨®n de la situaci¨®n tanto en el interior de Libia como en el conjunto de la regi¨®n. El mensaje pol¨ªtico que trasladaba a otros dictadores la inacci¨®n de la comunidad internacional pod¨ªa conducir a una radicalizaci¨®n de la represi¨®n de las revueltas, acentuando la inestabilidad. Lo que no se ha permitido a Gadafi tampoco se debe tolerar a Yemen y Arabia Saud¨ª, por m¨¢s que la respuesta no deba ser militar como en el caso de Libia. Emplear una diplomacia m¨¢s en¨¦rgica frente a estos pa¨ªses es el mejor camino para prevenir las opciones extremas.
La respuesta de la comunidad internacional no deber¨ªa perder en ning¨²n momento de vista que el objetivo perseguido es impedir que Gadafi siga cometiendo cr¨ªmenes de guerra. Aunque el establecimiento efectivo de la zona de exclusi¨®n a¨¦rea suponga una ventaja militar para los rebeldes, son estos quienes tienen que conseguir la ca¨ªda del tirano. Lo contrario da?ar¨ªa la legitimidad que necesitan para levantar el r¨¦gimen que podr¨ªa sustituir al de Gadafi. Por m¨¢s que la comunidad internacional desee la ca¨ªda del dictador, el papel que tiene asignado no es promover la democracia, sino proteger a la poblaci¨®n que este se propone masacrar.
La decisi¨®n era necesaria y ha cumplido con los requerimientos de la legalidad internacional. Su gravedad, con todo, exigir¨¢ que la coalici¨®n extreme el rigor en los siguientes pasos a adoptar en los pr¨®ximos d¨ªas. Si en T¨²nez y en Egipto eran limitadas las posibilidades de que una dictadura fuera sustituida por otra, puesto que la victoria contra sus respectivos tiranos fue resultado de manifestaciones pac¨ªficas, la guerra que ha estallado en Libia por culpa de Gadafi augura una transici¨®n m¨¢s compleja. Encerrar otra vez en su botella el genio de la violencia es una tarea que corresponde sobre todo a los libios. Pero la comunidad internacional no puede permitirse errores. Ni los derivados de la inacci¨®n ni tampoco los del entusiasmo.
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