No seamos ni lentos ni taca?os
Estamos asistiendo a acontecimientos que est¨¢n cambiando el curso de la historia y, desde luego, la de los pa¨ªses ¨¢rabes. Las ca¨ªdas de Al¨ª y de Mubarak marcan el camino en el Magreb / Oriente Pr¨®ximo y significan una ruptura con el pasado. No es necesario hacer comparaciones con Am¨¦rica Latina o Europa del Este, pero que nadie se enga?e. Se trata de un gran despertar democr¨¢tico de las nuevas generaciones de la sociedad de la informaci¨®n que no se resignan a vivir sin libertad, en el oscurantismo y la pobreza. S¨¦ que es aventurado hacer pron¨®sticos en situaciones tan deslizantes.
Pero los datos indican que no se trata solo de un fen¨®meno tunecino o egipcio. Cada pa¨ªs tiene sus caracter¨ªsticas, los procesos ser¨¢n, sin duda, diferentes y no todos tan pac¨ªficos si es que se puede hablar de pac¨ªfico con los 300 muertos egipcios, los de Barh¨¦in, Yemen o la guerra de Libia. No obstante, a pesar de reacciones armadas en algunos pa¨ªses el ansia de libertad y de una vida decente se extienden cual mancha de aceite por el Magreb y Oriente Pr¨®ximo y no creo que nadie logre pararla. Salvo que abandonemos a los pueblos a su suerte, en manos de violentos dictadores.
Es de inter¨¦s vital para los europeos que las naciones del Magreb y Oriente Pr¨®ximo sean libres y pr¨®speras
Es insuficiente lo que la UE ofrece. O hablar de un 'plan Marshall' privado
En Libia se est¨¢ interviniendo in extremis, con la legalidad internacional y la raz¨®n. Ser¨¢ un duro combate en el que a nuestra exclusi¨®n a¨¦rea se tendr¨¢ que sumar la exclusi¨®n de Gadafi por los propios libios, con ayuda. Con Gadafi no habr¨¢ paz ni estabilidad, sino todo lo contrario. La no intervenci¨®n habr¨ªa supuesto un desastre. Gadafi habr¨ªa masacrado a los opositores y el mensaje hacia el mundo ¨¢rabe, que lucha por un futuro mejor, habr¨ªa sido muy negativo.
Otros dictadores del ¨¢rea habr¨ªan sacado sin duda, las oportunas consecuencias: reprimir violentamente, con armas de fuego, a manifestantes pac¨ªficos no tiene consecuencias. Es de esperar que esos dictadores saquen la conclusi¨®n opuesta. No se trata de invadir Libia, ni de quitar o poner gobiernos. Pero evitar que ciudadanos indefensos sean liquidados en masa entra dentro de la obligaci¨®n de proteger y si con esa protecci¨®n se logra que los propios libios conquisten la libertad habremos alcanzado los dos objetivos.
Ahora bien, esta nueva situaci¨®n le plantea a Espa?a, y a la Uni¨®n Europea, nuevos retos y oportunidades que exigen una nueva pol¨ªtica, tanto bilateral como multilateral. Los criterios sobre el significado de estabilidad, realismo pol¨ªtico, relaci¨®n democracia-pa¨ªses ¨¢rabes han sido destruidos. O se cambia la visi¨®n sobre la situaci¨®n y el significado de los procesos en marcha o perderemos una gran oportunidad de establecer, sobre nuevas bases, la seguridad y las relaciones con nuestros vecinos del sur.
No se trata de injerirse en los asuntos de otras naciones sino de tener una postura m¨¢s equilibrada, positiva y preventiva. Europa y Estados Unidos se han injerido siempre que les ha convenido y no siempre para defender las causas m¨¢s democr¨¢ticas. O es que no fue injerencia tener a los Ali, Mubarak y compa?¨ªa como aliados preferentes durante d¨¦cadas. Ahora se trata de apoyar, sin vacilaciones y ya, a los que pugnan por la libertad y eso no es injerencia sino solidaridad humanitaria con visi¨®n de futuro.
Lo mismo ocurre con la idea de estabilidad. Solo hay y habr¨¢ estabilidad con democracia y es de inter¨¦s vital para los europeos que el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo est¨¦n formados por naciones libres y pr¨®speras. S¨¦ que puede haber quien prefiere un dictador sumiso a un dem¨®crata insumiso que defienda sus intereses. No debe ser el caso de Europa. Por el contrario, si los procesos democr¨¢ticos de T¨²nez y Egipto llegan a buen fin y se extienden, todos los datos de la geopol¨ªtica europea -y no digamos espa?ola- habr¨¢n mejorado. Ser¨ªa posible una aut¨¦ntica Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo -hoy mortecina y sin cabeza-; los conflictos israelo-palestinos, Ir¨¢n, incluso el del S¨¢hara podr¨ªan entrar por cauces m¨¢s positivos y la propia Alianza de Civilizaciones podr¨ªa adquirir otra dimensi¨®n. La falta de democracia y bienestar encona todos los conflictos.
Varios dirigentes de la Uni¨®n Europea han hablado estos d¨ªas de que est¨¢n dispuestos a acompa?ar los procesos de transici¨®n. Me parece m¨¢s propio hablar de apoyar y ayudar en el duro camino de establecer y consolidar la democracia en esos pa¨ªses, porque supongo que no estaremos dispuestos a acompa?arles a cualquier sitio. No creo que haya un asunto m¨¢s importante que este en la pol¨ªtica exterior de Espa?a y de la Uni¨®n. Del ¨¦xito o fracaso de estos cambios depende, en buena parte, nuestra futura seguridad y bienestar. Pero hay que pasar de las palabras a los hechos y pronto.
La experiencia nos ense?a que lo m¨¢s dif¨ªcil no es redactar constituciones y celebrar elecciones -con lo trascendente que es esto-, sino saber que la consolidaci¨®n de la democracia depende de la capacidad de los nuevos reg¨ªmenes de satisfacer las necesidades vitales de los ciudadanos, y construir Estados modernos despu¨¦s de d¨¦cadas de dictaduras. No olvidemos que la gente se ha levantado, tambi¨¦n, frente a m¨²ltiples carencias insoportables y que los enemigos de la democracia -demagogos, populistas, islamistas radicales, etc¨¦tera- estar¨¢n al acecho con el fin de sacar provecho del descontento popular si las cosas no cambian socialmente. Conviene recordar que tanto en la experiencia hispano-portuguesa como en los pa¨ªses del Este la consolidaci¨®n democr¨¢tica no fue inmediata -recordemos el 23-F de 1981 en Espa?a- y ha jugado un papel importante la integraci¨®n y los fondos europeos.
Por eso me parece insuficiente lo que la Uni¨®n ha ofrecido a T¨²nez y otros o hablar de un plan Marshall privado. ?Y si los privados no aportan? En mi opini¨®n, la Uni¨®n Europea tendr¨ªa que acordar un potente mecanismo de apoyo econ¨®mico-financiero, en forma de Fondo espec¨ªfico, con la finalidad de ayudar a los procesos de consolidaci¨®n econ¨®mica y social de la democracia. Revitalizar la Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo, establecer acuerdos de Asociaci¨®n y, en su caso, estatutos avanzados -con contenidos comerciales m¨¢s justos- ligados a procesos democr¨¢ticos; retomar la idea de un Banco Mediterr¨¢neo del Desarrollo. Espa?a, por su parte, podr¨ªa crear un grupo de Trabajo (un Task Force) de experiencia en transici¨®n, que pudiera ser ¨²til en este momento.
En una palabra, volcarse econ¨®micamente de acuerdo con los Gobiernos democr¨¢ticos de la zona. En este caso, la lentitud y la taca?er¨ªa pueden ser altamente nocivas y, a la postre, mucho m¨¢s caras.
Nicol¨¢s Sartorius es director del Observatorio de Pol¨ªtica Exterior de la Fundaci¨®n Alternativas.
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