Despu¨¦s de Zapatero, el PSOE
Los socialistas pueden tomarse con calma la sucesi¨®n. Necesitan un nuevo liderazgo, s¨ª, pero para el pr¨®ximo ciclo pol¨ªtico, el que se abrir¨¢ tras la crisis. La clave entonces estar¨¢ en menos personalismo y nuevas ideas
Las especulaciones sobre el tempo de sucesi¨®n del presidente, las maniobras de algunos posibles candidatos y la ansiedad de los cabeza de lista territoriales y locales no ayudan al PSOE. Y menos el debate sobre nombres, que perpet¨²a el legado m¨¢s negativo de Zapatero: la concepci¨®n personalista, inorg¨¢nica, de la pol¨ªtica.
El PSOE puede tomarse con serenidad la sucesi¨®n. El gran secreto de la pol¨ªtica espa?ola es que las pr¨®ximas generales son irrelevantes como predictores de la hegemon¨ªa pol¨ªtica para despu¨¦s de la crisis. En Europa, quien gobierna pierde. Las condiciones pol¨ªticas despu¨¦s de la crisis ser¨¢n probablemente tan distintas de las actuales que lo que lleve, ahora o en el corto plazo, al poder ser¨¢ diferente de lo que permita alcanzarlo o mantenerlo en el futuro.
Zapatero ha vaciado ideol¨®gicamente el PSOE, en econom¨ªa ya no se distingue de la derecha
La igualdad de oportunidades debiera haber sido la bandera econ¨®mica socialista
Es para ese pr¨®ximo ciclo pol¨ªtico, todav¨ªa nonato, para el que el PSOE necesita un nuevo liderazgo. Por tanto, puede posponer la pregunta sobre el candidato a una serie de reflexiones previas. Primera, ?sucesi¨®n para qu¨¦?, es decir: ?qu¨¦ tipo de pol¨ªticas deber¨¢ perseguir para dominar el ciclo poscrisis? Segunda, ?qu¨¦ modelo de poder?, es decir: ?se quiere cambiar el hiper liderazgo de Zapatero por un liderazgo m¨¢s org¨¢nico? Tercera, ?cu¨¢l es el proceso?, es decir: ?c¨®mo conjugar amortiguar el inevitable golpe electoral a corto con desarrollar candidatos de largo recorrido?
Para responder a la primera cuesti¨®n hay que partir del reconocimiento del vaciamiento ideol¨®gico que Zapatero ha operado en el PSOE. Cancel¨® el eje tradicional de confrontaci¨®n derecha-izquierda, el econ¨®mico, y eligi¨® competir solo en el eje de los valores. De dos maneras. Primera, privilegi¨® los derechos ciudadanos, un grupo de valores importante pero de atractivo electoral limitado y, en cualquier caso, ahora ya conquistado gracias a ¨¦l. Segunda, reemplaz¨® cualquier otro posible discurso sobre valores por su estilo de liderazgo, pensando que podr¨ªa atraer a la clase media solo con desplegar el car¨¢cter personal y pol¨ªtico m¨¢s opuesto posible al de Aznar. Sin embargo, las clases medias urbanas -las que permiten a un partido convertirse en pivote y as¨ª dominar un ciclo- se han ido moviendo, moderada pero sostenidamente, en una direcci¨®n conservadora, de un mayor reclamo de autoridad, en especial por el Gobierno y la Administraci¨®n. La imagen de Zapatero, eficazmente ahondada por Rajoy, de tomarse la funci¨®n gubernamental a la ligera ha sido devastadora.
Mientras que la respuesta a esta demanda social radica m¨¢s en la capacidad del PSOE para cooptar ¨¦lites para sus Gobiernos que en cambios importantes en su ideolog¨ªa, s¨ª se avecina un choque de valores fascinante, que exige al partido una importante renovaci¨®n de ideas. Tras la crisis, que est¨¢ dejando el sabor amargo, pol¨ªticamente todav¨ªa no expresado, del resentimiento por el destino desigual de las clases sociales durante la misma, dos son los valores principales que se van a confrontar. Por un lado, lo que ser¨¢ la apuesta del PP: el m¨¦rito como legitimador de las diferencias sociales. Por otro, la que deber¨ªa ser la bandera del PSOE: la igualdad de oportunidades. Mientras que para el PSOE la refundaci¨®n del eje econ¨®mico es cognitivamente complicada, ya que carece siquiera de asomo de un paradigma econ¨®mico alternativo al empresarial, la reconfiguraci¨®n de su oferta de valores, incluyendo una menor preponderancia del republicanismo c¨ªvico, le ser¨¢ emocionalmente muy dif¨ªcil, especialmente a la generaci¨®n del presidente.
El segundo reto es el abandono del hiper liderazgo en el partido e hiperpresidencialismo en el Gobierno. No es f¨¢cil, porque nuestro sistema los favorece, por tres razones. Una sociol¨®gica: los dos grandes partidos espa?oles son, como toda gran organizaci¨®n, olig¨¢rquicos. Otra normativa: la sobreprotecci¨®n que la Constituci¨®n otorga a los partidos refuerza la concentraci¨®n de poder. Una tercera electoral: el personalismo creciente de las campa?as, cuya expresi¨®n m¨¢xima fueron las dos ¨²ltimas generales, cuando las siglas PSOE fueron postergadas en favor de la marca "ZP" en 2004 y de la todav¨ªa m¨¢s estilizada "Z" en 2008.
El presidencialismo se acent¨²a porque el rol presidencial transforma a sus tomadores. A partir de su nombramiento, la preocupaci¨®n primordial de los presidentes es su evaluaci¨®n por la historia... porque ya est¨¢n en ella. Cuando Gonz¨¢lez dec¨ªa que se gobierna desde Moncloa y no desde Ferraz asum¨ªa que el juicio de su presidencia iba a ser sobre su individualidad pol¨ªtica. Cuando Aznar renunci¨® a una tercera presidencia lo hizo desde el supuesto de que su lugar en la historia ser¨ªa independiente del juicio que merecer¨ªa su PP. Cuando Zapatero ha acumulado m¨¢s poder que cualquiera de sus predecesores es para asegurar un proyecto irreductiblemente personal. Y cuando el presidente al que menos le ha importado la econom¨ªa hace de esta, en coalici¨®n contra natura con grandes empresarios, su programa para su a?o final, es porque est¨¢ pensando en su ¨²ltima oportunidad de pasar como estadista a la historia.
Pero Zapatero, m¨¢s que ning¨²n otro presidente, se ha constituido en figura diferenciada de su partido. En toda presidencia, las decisiones principales emanan principalmente de alguna combinaci¨®n de sedes de poder: partido, Gobierno, staff de Moncloa, presidente, consejeros personales. Zapatero es el presidente que m¨¢s ha desplazado la toma de decisiones hacia su persona y consiglieri. En contraste, Gonz¨¢lez, hasta la salida de Guerra, y Aznar en su primera legislatura, se apoyaron en el tr¨ªpode partido-Gobierno-Moncloa. De ah¨ª su impacto. Por eso es necesaria una nueva articulaci¨®n de la relaci¨®n de poder entre el PSOE y su l¨ªder.
La reflexi¨®n sobre el modelo de liderazgo lleva directamente a la tercera reflexi¨®n clave se?alada: la transici¨®n entre el corto y largo plazo del PSOE, una cuesti¨®n m¨¢s amplia e importante que la del posible anuncio por el presidente de su renuncia a presentarse a otra presidencia, algo que la opini¨®n p¨²blica ya ha asumido, o la nominalista de qui¨¦n ser¨¢ el nuevo candidato.
El presidente tiene inter¨¦s en que la sucesi¨®n salga bien. Conviene a su lugar en la historia. Cuenta adem¨¢s con la objetividad y distanciamiento de los que no tienen futuro pol¨ªtico. Y no hay astucia t¨¢ctica como la suya una vez los objetivos son claros. Seguramente acertar¨¢ en los detalles del proceso, para el que no hay un solo trayecto ideal. Probablemente anunciar¨¢ la renovaci¨®n del liderazgo despu¨¦s de las elecciones de mayo, pero no inmediatamente, para que no parezca una consecuencia directa, y adoptar¨¢ el rol de curador del proceso, para que el partido no d¨¦ imagen de desuni¨®n en las primarias (a los procesos de sucesi¨®n pol¨ªtica les pasa como a la elaboraci¨®n de salchichas: el p¨²blico no deber¨ªa poder verlos). Y seguramente seguir¨¢ gobernando hasta el fin de la legislatura, protegiendo as¨ª al partido, y a quien el partido elija candidato. Y contra sus instintos permitir¨¢ que alguien de una generaci¨®n anterior sea su primer reemplazo.
Porque de todas las prioridades de Zapatero en su sucesi¨®n, la m¨¢s importante es cuidar la relaci¨®n entre generaciones socialistas. Porque ni la que desarroll¨® el oficio de ganar elecciones y gobernar con Gonz¨¢lez, ni la que aprendi¨® el primero de ellos con el actual presidente, podr¨¢ recorrer por si sola la transici¨®n de Zapatero al PSOE. La veterana de estas generaciones, en lo que ser¨¢ su last hurrah, es necesaria para reducir el castigo electoral, ofrecer imagen de oficio gubernamental y, m¨¢s pragm¨¢tica, centrar el partido. Pero como Mois¨¦s con la tierra prometida, el hecho biol¨®gico les impedir¨¢ liderar todo el recorrido del pr¨®ximo ciclo pol¨ªtico. Ser¨¢n, por tanto, probablemente dos las sucesiones a Zapatero (a Gonz¨¢lez fueron tres).
A diferencia de los conservadores, que tienen ante s¨ª la m¨¢s f¨¢cil tarea de preservar el statu quo, la izquierda, para cualquier cambio social debe acumular cantidades ingentes de capital pol¨ªtico. Nunca ha logrado una transformaci¨®n relevante sin un estrecho alineamiento entre l¨ªder, dirigentes, partido y votantes con un mandato compartido de acci¨®n. Este fue el caso de los primeros Gobiernos de Gonz¨¢lez para la europeizaci¨®n de Espa?a. Zapatero ha sido el presidente m¨¢s individualista y, por tanto, el que menos ha cambiado la sociedad. Por eso, su sucesi¨®n ha de ser, principalmente, la de un hiperliderazgo a un liderazgo m¨¢s compartido.
Jos¨¦ Luis ?lvarez es doctor en Sociolog¨ªa por la Universidad de Harvard y profesor de ESADE Madrid.
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