Nuestros hijos son rentables
Har¨¢ unos tres a?os encontr¨¦ a mi hijo muy pensativo frente al ordenador. Estudiaba una serie estad¨ªstica sobre la poblaci¨®n activa. Levant¨® la cabeza y dijo: "?Uf!, menos mal". No entend¨ª esa frase aplicada al crecimiento del paro. Me aclar¨® que le aliviaba no acabar en 2008 sus estudios universitarios, tener a?os por delante: "Los pobres que salen ahora de la universidad no van a encontrar trabajo por buena formaci¨®n que tengan". Y he de admitir que, tambi¨¦n yo, respir¨¦ con alivio.
La generaci¨®n de mi hijo Jon cumple los 20 en medio de una recesi¨®n que se alarga y afecta fuertemente a Catalu?a, donde las colas ante las oficinas del Inem crecieron en el pasado trimestre m¨¢s que en el resto de Espa?a. En los ¨²ltimos tres a?os, los j¨®venes catalanes que no encuentran trabajo han pasado del 13,8% al 37,8%. Detr¨¢s de los n¨²meros, del r¨¦cord de paro juvenil (40%) que tiene Espa?a dentro de la Uni¨®n Europea, hay desilusi¨®n y enfado, el que intenta trasmitirnos la generaci¨®n ni-ni cuando se manifiesta, cuando avisa de que no podemos dejarlos ah¨ª, sentados en el sof¨¢ enviando mensajes furiosos por las redes sociales.
Hemos de dejar de escondernos tras nuestras vidas ya vividas y encontrarles un futuro a nuestros hijos. Son rentables
Siempre hab¨ªa dicho que estos j¨®venes tan sobradamente preparados, y mimados en exceso, ten¨ªan que espabilar. Me resist¨ªa a darles la raz¨®n a los que aseguraban que esa generaci¨®n vivir¨ªa, por primera vez en la historia, peor que la de sus padres. Pero me he rendido. Mi optimismo empieza a parecerme est¨²pido hasta a m¨ª. Ya no me atrevo a contarles batallitas de cuando compart¨ªa apartamento con otros cuatro, a hablarles de esas cr¨®nicas de corresponsal de comarcas por las que recib¨ªa 150 pesetas la pieza, a repetirles que consegu¨ª independizarme a los 19... Hoy, la tasa de paro de nuestros hijos duplica la de sus mayores. Y ya no me atrevo. La econom¨ªa del ladrillo ha socavado la cultura y la estructura econ¨®mica de aquella Catalu?a industrial, la m¨¢s industrial y avanzada de Espa?a, de la que nos sent¨ªamos orgullosos.
En el metro que les lleva a sus facultades, nuestros hijos leen ?Indignaos!, de St¨¦phane Hessel, un miembro de la Resistencia francesa de 93 a?os cuyo manifiesto lleva vendidos un mill¨®n de ejemplares. ?Sue?an los j¨®venes espa?oles con la insurrecci¨®n pac¨ªfica de Hessel? En las manifestaciones de la pasada semana, una peque?a minor¨ªa de v¨¢ndalos quem¨® contenedores, rompi¨® escaparates y azuz¨® el miedo. Pero, antes de indignarnos por la violencia de unos pocos o de temer que llegue a Espa?a la revuelta que ha sacudido al mundo ¨¢rabe, pensemos que ellos, los j¨®venes, quieren lo de siempre: un trabajo, un futuro. Y hay que demostrarles que pueden conseguirlo, que todos, a igualdad de preparaci¨®n, tendr¨¢n las mismas oportunidades. No ser¨¢ sencillo. Seg¨²n las ¨²ltimas encuestas, la mitad de los j¨®venes espa?oles encuentra empleo a trav¨¦s de familiares y amigos, y solo un 19% lo consigue enviando su curr¨ªculo. El resto se autoemplea, hace oposiciones, se apunta en una empresa de trabajo temporal... se busca la vida.
Mi hijo Jon quiere trabajar este verano; es tambi¨¦n un requisito que le exige la universidad p¨²blica francesa. Pero nadie, en este pa¨ªs que es el suyo, contesta sus mails. Mientras, sus compa?eros franceses, belgas y alemanes, cuyas econom¨ªas no padecen tan altas tasas de paro, ya han conseguido cerrar las pr¨¢cticas. Hace unos d¨ªas me llam¨®: "Ay¨²dame, por favor". Y como tantos otros padres catalanes, cog¨ª el tel¨¦fono y, muerta de verg¨¹enza, utilic¨¦ aquella vieja frase que hab¨ªa jurado no usar jam¨¢s: "Ya sabes... lo que no se haga por un hijo". Pero somos muchos pidiendo lo mismo.
El poeta Luis Garc¨ªa Montero firm¨® hace unos d¨ªas, a petici¨®n de su hija Elisa, el Manifiesto de la juventud sin futuro. Al leerlo, record¨¦ la estrofa de un poema de Garc¨ªa Montero: "Mis tres hijos acaban de dormirse / Necesito el silencio para pensar en ellos".
Pensamos en nuestros hijos en silencio. Estudian, coleccionan idiomas, hacen tres m¨¢steres, trabajan sin cobrar... Veo el entusiasmo de los m¨ªos, y siento miedo. Hemos de dejar de escondernos tras nuestras vidas ya vividas y encontrarles un futuro. Nuestros hijos son rentables. Son indispensables.
Rosa Cullell es periodista.
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