El interior se mueve

Los restaurantes que se instalan en el interior de nuestras tierras parecen, en general, cortados por el patr¨®n r¨²stico, tanto en lo exterior como en su concepci¨®n culinaria, huyendo quiz¨¢s de un modo inconsciente de los signos que definen la modernidad, dando la impresi¨®n, al fin, de que la pretensi¨®n es asimilar la lejan¨ªa del mar con la solvencia y consistencia gastron¨®mica que se atribuye a los climas continentales.

Por esa raz¨®n sorprende descubrir que los criterios que han inspirado La Aldea, en el pueblo de Calles, distan mucho de los que presum¨ªamos, y que su sobria decoraci¨®n, el magn¨ªfico aprovechamiento de las posibilidades visuales que procura un entorno de paisaje privilegiado, el esforzado estudio de las ventanas para conseguir el m¨¢ximo de luminosidad, son dignos de encomio.

A su vez la cocina que practican est¨¢ en consonancia con lo se?alado en el apartado visual, y sus platos est¨¢n presididos por la est¨¦tica m¨¢s actual sin dejar por eso de representar con dignidad la sobria cocina del entorno.

Las contundentes alubias con morcilla picante, la olla de verano con bacalao al horno y huevo escalfado -am¨¦n de los oportunos caldos y verduras-, las carnes y otras figuras de la gastronom¨ªa internacional que aqu¨ª se sirven, alternan con entrantes delicados y en peque?as porciones, que permiten el juego de probar alguna cantidad de ellos y as¨ª tener una m¨¢s cabal concepci¨®n de la cocina que crea Inma Maz, que es la propietaria y chef del local.

Obs¨¦rvense al respecto el juego que componen la calabaza, la berenjena y el pimiento para servir de liviana base a unas anchoas, o lo ajustado de rellenar un cornete de pasta con una sabrosa ensaladilla, teniendo de este modo la imprescindible combinaci¨®n de las verduras, la mayonesa y el saladito que suele acompa?arlas en un ¨²nico bocado.