?El Sony Center de Barcelona?

En un pedacito de calle que desemboca en Las Arenas hay dos tiendas salidas del tiempo, peque?as, estramb¨®ticas: una afina y alquila pianos y, en efecto, un piano gordo como una embarazada ocupa buena parte del local. Justo al lado el otro negocio se ocupa de vender esqueletos o huesos sueltos para el estudio de la anatom¨ªa o, qui¨¦n sabe, para decorar escaparates y similares. ?Cu¨¢ntos a?os, o meses, sobrevivir¨¢n las dos tiendas a la expansi¨®n inevitable del comercio y la manduca tur¨ªstica que ahora se circunscribe al per¨ªmetro de la plaza de toros? La ciudad est¨¢ cambiando y todo se aprovecha. Las Arenas: el recinto donde el Noi del Sucre, enfrentado a una multitud que minutos antes aullaba de rabia, les dijo a los suyos: "au, a la feina. Ya tenemos las ocho horas", dando as¨ª por cerrada la heroica huelga de la Canadenca. Ahora es un centro comercial, no pasa nada, el progreso es as¨ª.

El centro comercial es un invento americano para favorecer el consumo en sus ciudades

Resulta curioso, sin embargo, un detalle. Richard Rogers, el art¨ªfice del proyecto, estuvo en Barcelona cuando el F¨°rum -?se acuerdan?, eso que iba a mover el mundo- y explic¨® que pretend¨ªa hacer levitar la estructura de Las Arenas para crear una enorme plaza practicable en el nivel cero. De hecho, la charla del arquitecto iba sobre la confluencia del espacio p¨²blico y privado, de dentro y de fuera. Una plaza abierta, remarc¨®, infinita. Y en el momento oportuno se empez¨® a elevar la estructura con unas pilonas mec¨¢nicas, un prodigio la mar de complicado. Avisada de la inauguraci¨®n de la cosa, me fui a ver la plaza, que no existe: la planta baja, a la que se accede por puertas bien se?aladas, est¨¢ llena de tiendas franquiciadas y encerrada por sus muros. Hacia afuera solo se abren las terrazas de los establecimientos de comer. Supongo que Rogers renunci¨® a la idea inicial por las dificultades que tuvo su proyecto fara¨®nico para financiarse, con la crisis que cay¨® justo en medio de todo.

Por fuera el esqueleto tiene algo de pop industrial, por su mezcla de texturas, el hierro pintado, las pasarelas y el pirul¨ª. A lo mejor viene de la probada elegancia de Alonso & Balaguer, socios catalanes del asunto constructivo. Alonso & Balaguer suelen hacer, entre otras cosas, gimnasios, y el centro acoge uno de lujo. Por dentro, a pesar del impacto de la c¨²pula, que pega m¨¢s por el tama?o que por la est¨¦tica, un centro comercial se parece a cualquier otro centro comercial. De acuerdo, est¨¢ el museo del Rock del infatigable Jordi Tard¨¤, con esos cabellos subastados de figuras ya periclitadas, que ser¨¢ un ¨¦xito, pero sigue siendo un centro comercial convencional. Estereotipado incluso en el p¨²blico que circula por estos lugares como si buscaran oro, pero solo buscan pasar el tiempo. El ocio es parte del consumo y viceversa.

El centro comercial es un invento americano para controlar, a favor del consumo, tres factores negativos: el clima, la inseguridad y la dependencia del coche del suburbio residencial. La soluci¨®n fue juntarlo todo, desde el cine a la compra, en un mismo espacio: ahora ven a pasar el d¨ªa. Barcelona es el contrario de todo esto y as¨ª, con buen criterio, el Ayuntamiento promueve los ejes comerciales como alternativa: calles plet¨®ricas tanto de comercio como de gente. Precisamente, la vecina Carretera de Sants, que puso un preventivo grito en el cielo ante Las Arenas, suele estar tan llena que es dif¨ªcil caminar si no se va al ritmo de la mayor¨ªa. ?Para qu¨¦ un centro comercial, entonces? Porque no hab¨ªa oferta mejor para la plaza de toros construida hace un siglo por August Font y, por tanto, patrimonio de la ciudad.

?Por qu¨¦, sin embargo, Las Arenas no es el Sony Center de Barcelona? Por falta de inversi¨®n. Y de imaginaci¨®n. Este centro, que organiza la Potsdamer Platz de Berl¨ªn, deja a propios y extra?os con la boca abierta, aplaudiendo mentalmente. Justo lo contrario de Las Arenas. El Sony Center es una plaza de 4.000 metros cuadrados, cubierta como un invernadero, espectacular en el mejor sentido de la palabra y... sin comercios. Es un centro cultural inclinado a la tecnolog¨ªa en el cual reina una sola marca: la de Sony, como su nombre indica. Bien, que sirva de consuelo: Las Arenas permite vistas desde su cintura elevada.

Patricia Gabancho es periodista