Chern¨®bil no duerme, espera
Veinticinco a?os despu¨¦s del accidente nuclear de Chern¨®bil se han descubierto altos niveles de radiactividad en alimentos b¨¢sicos como leche, bayas o setas de diversas localidades de Ucrania. Despu¨¦s de la cat¨¢strofe, el Gobierno ucraniano ven¨ªa haciendo estos an¨¢lisis todos los a?os pero desde hace dos dej¨® de hacerlos, por lo que Greenpeace decidi¨® retomar este trabajo. Los resultados muestran que este seguimiento a¨²n es necesario, que los efectos de Chern¨®bil no han pasado, y que no se solucionan ignor¨¢ndolos.
Se calcula que la explosi¨®n de Chern¨®bil en 1986 liber¨® a la atm¨®sfera una radiaci¨®n varios cientos de veces mayor que la de las bombas de Nagasaki e Hiroshima. Quedaron contaminadas vastas ¨¢reas y millones de personas resultaron afectadas. Solo en Ucrania, 18.000 kil¨®metros cuadrados de tierra de cultivo resultaron contaminados. Al igual que el 40% de los bosques del pa¨ªs.
La radiactividad persiste en una amplia zona un cuarto de siglo despu¨¦s del desastre
En total, seg¨²n Naciones Unidas, 160.000 kil¨®metros cuadrados de Ucrania, Bielorrusia y Rusia fueron contaminados con niveles de m¨¢s de 1 curio por kil¨®metro cuadrado de cesio-137, una cantidad que hace inhabitable esas zonas. Esa extensi¨®n de terreno equivale a casi una tercera parte de la superficie de Espa?a.
Cuando ocurri¨® el accidente, siete millones de personas (incluidos tres millones de ni?os) viv¨ªan en la zona. La contaminaci¨®n tardar¨¢ cientos de a?os en desaparecer. Veinticinco a?os despu¨¦s, todo sigue igual.
Greenpeace encarg¨® un informe en 2006 a un grupo de 52 cient¨ªficos de todo el mundo. En este informe se calcula que se producir¨¢n alrededor de 270.000 casos de c¨¢ncer atribuibles a la precipitaci¨®n radiactiva de Chern¨®bil, de los cuales probablemente alrededor de 93.000 ser¨¢n mortales. Tambi¨¦n se afirma que "las cifras publicadas m¨¢s recientemente indican que solo en Bielorrusia, Rusia y Ucrania el accidente podr¨ªa ser responsable de 200.000 muertes adicionales en el periodo entre 1990 y 2004".
?Hemos aprendido algo de Chern¨®bil? Una vi?eta de El Roto publicada hace unos d¨ªas por este diario suger¨ªa que no. Con su habitual corrosivo humor negro, El Roto mostraba a un hombre enfrascado en pegar un panfleto sobre un bid¨®n de algo que parece t¨®xico donde se le¨ªa: "Mi principal tarea como jefe de seguridad es negar los peligros".
Chern¨®bil mereci¨® un 7 ("accidente grave") seg¨²n la Escala Internacional de Eventos Nucleares (INES, en su acr¨®nimo ingl¨¦s) del Organismo Internacional para la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA). La cat¨¢strofe sucedi¨® porque, seg¨²n nos dijeron, era tecnolog¨ªa obsoleta en manos de un Estado que se disolv¨ªa; algo as¨ª jam¨¢s podr¨ªa pasar en un pa¨ªs avanzado, dijeron; el dise?o de los reactores de Chern¨®bil no cumpl¨ªa los requisitos de seguridad que se impon¨ªan a todos los reactores nucleares de uso civil en Occidente, dijeron.
Pero entonces ocurri¨® el accidente nuclear de Fukushima. El Gobierno japon¨¦s ha tenido que admitir, a la luz de evidencias ya incontestables, que es m¨¢s grave de lo que reconoc¨ªa inicialmente y por ello ha tenido que elevar el accidente desde nivel INES 5 al INES 7, como el de Chern¨®bil. Con esta decisi¨®n cae por los suelos otro t¨®pico de la industria nuclear, el de que un accidente de nivel 7 no podr¨ªa darse en reactores de dise?o occidental. De hecho, el accidente de nivel 7 de Fukushima demuestra claramente que los actuales est¨¢ndares de seguridad en el mundo occidental son absolutamente inadecuados.
Es obvio que este accidente va a tener enormes consecuencias negativas para la industria nuclear a escala mundial. A la vista de estos hechos, el Gobierno espa?ol har¨ªa bien en cerrar inmediatamente las centrales nucleares de Garo?a y Cofrentes, que son reactores de agua en ebullici¨®n General Electric del mismo dise?o que las siniestradas en Fuku-shima.
Unos d¨ªas antes del desastre de Fukushima, el ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebasti¨¢n, afirmaba: "Temer la energ¨ªa nuclear es como tener miedo a los eclipses". La realidad nos ha vuelto a demostrar lo incontrolable que es esta energ¨ªa, y que no se trata de un eclipse, ni tampoco de sus efectos.
Fukushima nos ha recordado tambi¨¦n que Chern¨®bil no duerme. Espera. El sarc¨®fago de hormig¨®n que cubre el reactor siniestrado para contener su radiactividad est¨¢ desmoron¨¢ndose. Su n¨²cleo sigue activo. Un cuarto de siglo despu¨¦s, se tiene a¨²n que construir una nueva gran estructura alrededor del reactor antes de que el actual sarc¨®fago sea demasiado inestable. Dentro de esta estructura se podr¨ªa entonces trabajar con gr¨²as rob¨®ticas para desmantelar el sarc¨®fago y parte del reactor. Estos trabajos durar¨ªan hasta 2065, siempre que se logre tener a punto este dispositivo para 2015 y que se logren los fondos.
Seg¨²n Bloomberg, Fukushima representa un golpe mayor para la industria nuclear que Chern¨®bil. Porque las certidumbres que nos han tratado de inculcar los "jefes de seguridad" al mando de esta energ¨ªa incontrolable han quedado desmontadas.
La lecci¨®n de Chern¨®bil es que la sombra radioactiva tras un accidente nuclear se proyecta en la regi¨®n mucho tiempo despu¨¦s de que los reactores se hayan enfriado. La leche sigue contaminada. Las zanahorias, las patatas, las setas siguen contaminadas. Mucha gente enferma. Sabiendo todo esto, ?por qu¨¦ no abandonar definitivamente la energ¨ªa nuclear?
Miren Guti¨¦rrez es directora de Greenpeace Espa?a.
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