Una cara nueva
Entre los misterios que resolver¨¢n las elecciones del 22 de mayo hay al menos dos con efectos pol¨ªticos de larga duraci¨®n: qu¨¦ har¨¢ Carme Chac¨®n y qu¨¦ sitio encuentra la izquierda a la izquierda del PSOE. Pero hay un tercer misterio menos expl¨ªcito. Tiene que ver con el papel que el federalismo puede jugar en el futuro como descongestionador de la relaci¨®n bloqueada entre Catalunya y Espa?a.
Pueden parecer asuntos heterog¨¦neos, pero vistos desde la periferia profesional y geopol¨ªtica no lo son. Periferia geopol¨ªtica quiere decir lejos de la gre?a medi¨¢tica y pat¨®gena madrile?a y periferia profesional significa lejos de la politolog¨ªa estricta. Pero a?ado una tercera periferia: la de una izquierda que no es votante de los socialistas (pero prefiere que gobiernen los socialistas), y es votante de IU o de Iniciativa per Catalunya, pero no est¨¢ dispuesta a ser voto testimonial, voto suicida o voto alineado con la lucha obrera del siglo XIX.
?Podr¨¢ liderar el PSOE una amplia izquierda con bandera federal y socialdem¨®crata?
Los tres misterios se pueden reformular de una sola tacada: ?podr¨¢ liderar el PSOE una izquierda con bandera federal y ¨¢nimo tonificador de la socialdemocracia, con capacidad para impulsar la confianza en una izquierda ¨²til a su izquierda? Es falsa la apariencia de cuadratura del c¨ªrculo que tiene el interrogante porque formula m¨¢s bien la defensa de una opci¨®n ideol¨®gica coherente con la izquierda a la altura de 2011. La tensi¨®n reaccionaria que el PP puso en marcha tras la denuncia en el Constitucional del Estatut ha reactivado dos milagrer¨ªas: el independentismo en Catalunya y el neoespa?olismo soez en Espa?a. La poblaci¨®n no ha redescubierto de golpe las virtudes ocultas de semejantes posiciones, sino que han sido las salidas instintivas de sectores socialmente minoritarios pero muy ruidosos: la ducha pol¨ªtico-medi¨¢tica a un lado y otro ha facilitado la fuga hacia los extremos.
En Catalunya empieza a ser doctrina com¨²n que el federalismo est¨¢ muerto porque no hay federalistas en Espa?a y tampoco en Catalunya. Es el diagn¨®stico que conviene al discurso nacionalista e independentista, y su objetivo es la descalificaci¨®n del proyecto federal como imposible metaf¨ªsico. El independentismo, aunque sea ret¨®rico, arrastra un goteo de personalidades desenga?adas del proyecto auton¨®mico (lo m¨¢s parecido a la pr¨¢ctica federal) y dispuestos a romper la baraja (dada la ceguera centralista de los poderes del Estado). El resultado es que la soluci¨®n federal queda desactivada pese a ser la m¨¢s l¨®gica, la de voltaje pol¨ªtico m¨¢s controlado y en todos los casos la m¨¢s sensata. Al independentismo le har¨¢ muy poca gracia que los movimientos revitalizadores de la evidencia federal (posauton¨®mica) cobren fuerza como soluci¨®n renovada, con cara y ojos.
De ah¨ª el enfado de tantos en Catalunya (y parad¨®jicamente en Espa?a) ante un art¨ªculo sustancialmente sensato como fue el que Carme Chac¨®n suscribi¨® con Felipe Gonz¨¢lez para minimizar los efectos correctivos de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. Porque lo que sobre todo recordaba el art¨ªculo era la ampliaci¨®n sustancial, incluso en t¨¦rminos fiscales, de las competencias auton¨®micas de Catalunya con respecto al anterior Estatuto. Pero este ¨¦xito objetivo del socialismo en el poder ha sido desactivado tanto por la lectura pesimista del independentismo como por la inversamente explosiva e irresponsable de la derecha.
Es otra pinza, y por eso a veces conviene repetir lo obvio: la batalla socialista podr¨ªa ser la batalla del federalismo como postulado ideol¨®gico capaz de neutralizar el reaccionarismo espa?olista y la fuga hacia el independentismo de los desencantados con el Estado.
Hoy la bola de nieve del independentismo en Catalu?a empieza a arrastrar a federalistas naturales, que a menudo lo son sin conciencia de serlo, pero que se saben descolocados o anticuados o desfasados en el nuevo marco autista Espa?a-Catalunya. Cada d¨ªa es mayor el goteo de fugas a la bandera juvenil de la independencia y cada d¨ªa es m¨¢s dif¨ªcil de frenar esa salida maximalista que garantiza, al menos para muchos a?os, un conflicto cr¨®nico no distinto del que se ha vivido en la ¨²ltima d¨¦cada.
En tiempos de pocas bromas econ¨®micas y de terror activo al despilfarro de esfuerzos, la defensa de una posici¨®n pragm¨¢ticamente federalista, convivencial y cohesionadora debe ser program¨¢tica. Su argumento pol¨ªtico es de fondo y convincente: resuelve m¨¢s problemas de los que crea y su coste (para Catalunya y tambi¨¦n para Espa?a) es inequ¨ªvocamente menor en t¨¦rminos econ¨®micos pero tambi¨¦n sociales, de relaci¨®n con Europa y hasta simb¨®licos. Desde su nueva posici¨®n pol¨ªtica, Ferran Mascarell lo apunt¨® hace unos d¨ªas: Espa?a tambi¨¦n pierde si pierde a Catalunya.
Que el federalismo adopte una cara nueva y deje de sonar a monserga rancia deber¨ªa formar parte del horizonte ideol¨®gico de la izquierda en su conjunto y no s¨®lo del PSOE. Y desde esa convicci¨®n, su fuerza est¨¢ en denunciar sin tapujos la responsabilidad temeraria e incendiaria de la derecha en el actual atolladero y defender el horizonte federal como expresi¨®n madura de la construcci¨®n auton¨®mica. Esa es la posici¨®n socialmente mayoritaria en la izquierda y darle un aire nuevo es cosa de la misma izquierda: m¨¢s que nada para que no nos hagan una cara nova, que es como en catal¨¢n anunciamos las grandes bofetadas.
Jordi Gracia es catedr¨¢tico de Literatura Espa?ola en la Universidad de Barcelona.
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