Le Canard
Hace unos meses, cuando la estrella del rock francesa Johnny Halliday sufri¨® una grave enfermedad, me maravill¨® comprobar la buena salud del salvaje humor del semanario franc¨¦s Le Canard Enchain¨¦. A cuenta de su inexpresividad gestual, el titular dec¨ªa: Johnny Halliday en coma: ?cu¨¢l es la diferencia? Cuando el humor ha sido secuestrado de sus formatos y publicaciones para amparar sencillamente la mentira o la manipulaci¨®n, es un rastro de felicidad ver sobrevivir a publicaciones de l¨ªnea tan contundente y terap¨¦utica.
Le Canard Enchain¨¦ ha sido el medio franc¨¦s que mejor ha digerido el sarkozismo con su pol¨ªtica de variet¨¦s y discurso a capricho. Un semanario de ocho p¨¢ginas que roza ventas de 600.000 ejemplares. Muy rentable pese a no incluir ni fotograf¨ªas ni anuncios. En la era de los vaivenes de la prensa, apost¨® por el contenido, la s¨¢tira y la informaci¨®n trabajada en vi?etas y breves. Su ¨²ltimo ¨¦xito fue evidenciar lo absurdo de que una ministra francesa se pasara las vacaciones en T¨²nez con todo pagado por Ben Al¨ª y luego querer ser los campeones del apoyo a las revueltas en Oriente Pr¨®ximo. De ese hilo sali¨® un tufo que termin¨® en dimisiones. Demostraci¨®n de que su humor no se limita a hacer chistes sobre Paquirr¨ªn, sino que utiliza los recursos de una posici¨®n est¨¦tica para practicar puro periodismo.
En un elogioso reportaje que el Irish Times dedic¨® a Le Canard, se recog¨ªan las palabras de uno de sus responsables: "Cuando veo las prisas de otros medios por vencer su crisis volc¨¢ndose en Internet los miro con cierta pena; con esa estrategia no consiguen m¨¢s que perder dos veces". De furiosa ideolog¨ªa republicana de izquierda, cumplir¨¢ 100 a?os en 2015. Renuncia a tratar asuntos de la vida privada y a que sus informaciones sean supervisadas por un abogado antes de publicarse. Tal es la confianza en el rigor de sus 40 periodistas que no firman las piezas y que algunos a¨²n entregan escritas a mano. Ese pato encadenado del nombre juega con que en argot canard era el peri¨®dico y si algunos creen que su ¨¦xito delata sencillamente que Francia es diferente, bendita esa diferencia.
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