El paro como prioridad
La perspectiva temporal a la hora de analizar datos econ¨®micos siempre ayuda y puede servir para analizar los datos de la Encuesta de Poblaci¨®n Activa del primer trimestre -diferentes a los proporcionados por el paro registrado de abril-. La realidad, de acuerdo con la EPA, ha superado las peores previsiones tanto en tasa de paro total -al alza-, en variaci¨®n de la poblaci¨®n activa -disminuci¨®n-, y en aumento de la cifra de paro de larga duraci¨®n y del paro juvenil. Para el conjunto de la econom¨ªa espa?ola las cifras son tremendas y no digamos para las comunidades aut¨®nomas que est¨¢n por encima de la media del Estado, que no es el caso de Euskadi.
Conviene conocer las razones por las que, aun estando sujetos a una misma regulaci¨®n del mercado de trabajo, la evoluci¨®n de las variables relevantes ha sido, sin embargo, desigual entre comunidades aut¨®nomas. Podr¨ªa pensarse que las modificaciones regulatorias ya aprobadas no han sido tan cruciales como algunos analistas hac¨ªan presagiar o que las diferencias en las estructuras productivas de las comunidades aut¨®nomas son m¨¢s importantes de lo que se ha querido creer.
La pregunta acerca de s¨ª se ha quedado corta la reforma laboral es acertada
Si los mercados de trabajo hubieran estado mejor regulados la recuperaci¨®n hubiera sido m¨¢s r¨¢pida
Si se quiere aflorar que la tasa de paro no empeore, deben dise?arse pol¨ªticas activas de empleo efectivas
La pregunta acerca de s¨ª se ha quedado corta la reforma o si no es la reforma laboral lo ¨²nico que importa a la hora de conseguir mejoras en el nivel de empleo es acertada. Es probable que la reforma, siendo como es imprescindible, lo sea no tanto a corto, sino a medio plazo, habiendo otras medidas m¨¢s urgentes a adoptar para alcanzar el punto de inflexi¨®n en la evoluci¨®n del empleo y de la tasa de paro. Lo acontecido con las tasas de paro en Euskadi -y en Espa?a- confirma que esta es una posible conclusi¨®n a a?adir al an¨¢lisis de los datos de la EPA.
Cuando desde mediados de la d¨¦cada de los ochenta las tasas de paro llegaron en Euskadi a los dos d¨ªgitos y nos dimos cuenta de que era preciso llevar a cabo una reconversi¨®n industrial en profundidad, lo que se hizo fue centrarse en la competitividad de las empresas, en los niveles de salarios y la tasa de beneficios, en la productividad, en las mejoras tecnol¨®gicas necesarias, en la adecuaci¨®n de la oferta de mano de obra a la demanda, en las medidas para impulsar la actividad, en la provisi¨®n de financiaci¨®n adecuada, etc¨¦tera.
Durante meses se trabaj¨® en la concreci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas que part¨ªan de la hip¨®tesis de que la competitividad de un pa¨ªs depende de la competitividad de sus empresas y de que lo mejor que pod¨ªa hacer el sector p¨²blico era posibilitar, a trav¨¦s del sector educativo y de la inversi¨®n en infraestructuras, que el logro de la competitividad no fuera una quimera. Se hizo mucho hincapi¨¦ en la adecuaci¨®n de la formaci¨®n profesional, la mejora de los servicios de intermediaci¨®n laboral, el comportamiento sindical, y la eliminaci¨®n de cualquier obsolescencia tecnol¨®gica a trav¨¦s de la inversi¨®n y de la innovaci¨®n. Es dif¨ªcil olvidar que las cifras de parados de larga duraci¨®n, de desempleo femenino y de desempleo juvenil fueron muy deprimentes y que la evoluci¨®n del empleo tard¨® mucho tiempo en llegar a ser satisfactoria. Pero se logr¨®. Si los mercados de trabajo hubieran estado mejor regulados la recuperaci¨®n de las cifras de empleo hubiera sido, sin duda, m¨¢s r¨¢pida.
De la crisis que ahora atravesamos, de naturaleza muy diferente, podemos extraer conclusiones bastante an¨¢logas. Igual que entonces, sin competitividad no habr¨¢ actividad y sin actividad no habr¨¢ empleo. Igual que entonces, sin innovaci¨®n no habr¨¢ progreso ni empleo e, igual que entonces, si no se sigue manteniendo una actitud alerta ante las necesidades del sistema educativo y formativo los problemas persistir¨¢n.
La diferencia importante entre los ochenta y el presente -aunque se aprecia alguna similitud entre lo que ahora ocurre y lo que ocurri¨® en los a?os 91-92-93- tiene que ver con el endeudamiento privado y p¨²blico y con la necesidad de reformar el sector financiero. Pero sigue siendo necesario insistir en l¨ªneas de actuaci¨®n con validez contrastadas. Desde 2007, no hemos logrado que la actividad econ¨®mica deje de estar ahogada, las carteras de pedidos menguadas y las ganas de emprender nuevas actividades coartadas. Y esto es, sin duda, lo que ahora tiene prioridad m¨¢xima.
Hay otras actuaciones tambi¨¦n relevantes. Por ejemplo, la b¨²squeda del empleo sumergido y la lucha contra la econom¨ªa informal donde se observa una correlaci¨®n entre la fase del ciclo y los cambios en la misma -en la fase depresiva la econom¨ªa sumergida aumenta y viceversa-. En cualquier caso, recu¨¦rdese que, si se quiere aflorar el empleo sumergido y que la tasa de paro no empeore, deben dise?arse, simult¨¢neamente, pol¨ªticas activas de empleo efectivas.
Observen, finalmente, que la receta amarga de la devaluaci¨®n interna ha comenzado su andadura. Con una tasa de inflaci¨®n creciente y una reforma de la negociaci¨®n colectiva parece que centrada en la productividad, la devaluaci¨®n interna deja de ser una hip¨®tesis. Ya que no est¨¢ en nuestras manos devaluar el euro, nos encaminamos a confiar en la contenci¨®n en los salarios reales para el despegue de la actividad y del empleo. Y ya saben lo que esto significa: los que dependemos de un salario no podremos vivir tan bien pero, afortunadamente, habr¨¢ m¨¢s asalariados que podr¨¢n vivir.
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