Julio Vaquero esculpe con pintura el horror del tiempo
El artista presenta exposici¨®n en Arts Santa M¨°nica y la nueva galer¨ªa Trama
Los objetos surgen de la negrura como fantasmas de un tiempo lejano. Una mesa arrugada, un armario destartalado, un mueble lleno de grandes letras de imprenta, una silla destripada, un ordenador semidestruido... Todos son objetos cotidianos y familiares, es su textura y consistencia lo que asombra, porque si bien el resultado es plenamente escult¨®rico, est¨¢n hechos sola y exclusivamente con pintura. Mantener las manos quietas es una tortura, son piezas que piden ser tocadas. Julio Vaquero (Barcelona, 1958), su creador, tard¨® tres a?os en encontrar la f¨®rmula que le ha permitido realizarlas enteramente con pintura, sin armaz¨®n ni otros materiales de soporte. "No quer¨ªa la sensaci¨®n de solidez del bronce ni lo artificioso de la madera tallada, sino un efecto quebradizo y fr¨¢gil que transmitiera el horror del paso del tiempo. Nada ha intervenido en la creaci¨®n de la forma m¨¢s all¨¢ de la pintura", explica el artista, que ha otorgado a todas sus esculturas el brillo inquietante del oro viejo, que acent¨²a la geometr¨ªa de las formas y contrasta con el negro del alquitr¨¢n que sale de agujeros, grietas y hendiduras, como si fuera la sangre de los objetos.
La espectacular instalaci¨®n, bautizada El fin de las apariencias, da t¨ªtulo a la doble exposici¨®n que se presenta en Arts Santa M¨°nica (hasta el 25 de septiembre) y en el nuevo espacio de la galer¨ªa Trama (hasta el 31 de mayo). Todas las dem¨¢s obras son dibujos con l¨¢piz graso y aguada, que emanan directamente de la instalaci¨®n, excluidos unos grandes formatos sobre madera que se pueden considerar precursores de este ciclo creativo. "La realidad tiene matices que el cerebro no puede improvisar", asegura Vaquero, que, a diferencia de otros pintores figurativos, no conf¨ªa en las im¨¢genes fotogr¨¢ficas ni en los lenguajes digitales, y trabaja exclusivamente bas¨¢ndose en la observaci¨®n del objeto real.
Un objeto que posteriormente, en sus obras bidimensionales y tridimensionales, interviene de diferentes formas: destruyendo la pintura jugando con los disolventes y otorg¨¢ndole cualidades cin¨¦ticas someti¨¦ndolo a focos despiadados. Finalmente el objetivo es descubrir la ficci¨®n de la representaci¨®n, sin renunciar nunca a crear la sensaci¨®n de atm¨®sfera que permea todas sus piezas. "Tengo la necesidad de que el material tenga las huellas de mis manos, de que la parte artesanal sea visible. Necesito experimentar los objetos, tambi¨¦n de forma violenta, torturarlos con la visi¨®n y con las manos", indica el artista, que para realizar este ciclo de obras se encerr¨® en un largo aislamiento voluntario en un espacio cedido por el coleccionista leridano Julio Sorigu¨¦, al que Vaquero asesora en sus adquisiciones de arte contempor¨¢neo.
El galerista Joan Anton Maragall ha elegido los grandes dibujos de Vaquero para estrenar el nuevo espacio de la galer¨ªa Trama, situado encima de la Sala Par¨¦s, en la calle de Petritxol, 5. El proyecto ha sido realizado por el arquitecto Miquel Espinet, actual presidente del FAD y autor de la primera remodelaci¨®n de la Par¨¦s, hace 20 a?os. Su objetivo ha sido marcar las diferencias entre las dos galer¨ªas, independizando las dos plantas sin traumatismos, mediante unas mamparas de un novedoso material transl¨²cido. Con sus 250 metros cuadrados, la nueva Trama duplica y racionaliza su espacio expositivo, adem¨¢s de renovarse con un interiorismo m¨¢s adecuado a las exigencias de los artistas.
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