Luminosa visi¨®n de las tinieblas

Re¨²ne en esta muestra ?ngel Mateo Charris lo fundamental de los trabajos ideados para la memorable edici¨®n de El coraz¨®n de las tinieblas que el artista ilustr¨® para Galaxia Gutenberg en 2007. Y sorprende de entrada que lo fundamental de ese corpus, junto con los m¨¢s previsibles dibujos de vi?etas de encabezamiento capitular o algunas composiciones de formato extraordinariamente apaisado -origen de los faldones que enriquec¨ªan la secuencia de paginaci¨®n de la par¨¢frasis visual del magistral texto de Conrad- sea, en rigor, un ciclo pict¨®rico de primer orden, un conjunto de telas de formato m¨¢s que considerable que, a la par de cumplir con brillantez su objetivo germinal, funcionan por igual como obras enteramente aut¨®nomas.

Parte Charris para la g¨¦nesis de este imaginario de un sofisticado caudal donde entremezcla fuentes ic¨®nicas de orden muy diverso y, entre estas, en lugar no menor, rememoraciones destiladas de sus propias "impresiones de ?frica", sea lo visto de primera mano en sus viajes a Mal¨ª y otros rincones del continente africano, como en una visita, ya con el encargo del libro en mente, al museo que el rey Leopoldo fund¨® en Tervuren, balance enciclop¨¦dico de aquel tenebroso Congo belga que fuera coto personal del monarca depredador. Precisamente el mismo que Conrad recorri¨® en 1890 al mando del barco fluvial Roi des Belges, en un aciago periplo que habr¨ªa de inspirar, nueve a?os m¨¢s tarde, el paraje y entresijos esenciales de su relato inmortal. En el hacer del pintor, el latido del texto se desdobla en invenci¨®n visual tan libre y transgresora como certera y precisa en el impulso evocador. En los escenarios desgranados por el r¨ªo que fluye en pos del remoto conf¨ªn de tinieblas que anegan la guarida del esquivo Kurtz, Charris va entreverando el embriagador aroma de la aventura con fogonazos que revelan la amenazante infecci¨®n de lo grotesco y lo siniestro. Un viaje luminoso hacia un reverso oscuro, en verdad memorable.