Fouch¨¦. Retrato de un hombre pol¨ªtico

Biograf¨ªa. El gran escritor austriaco Stefan Zweig (1881-1942), adem¨¢s de ser autor de magn¨ªficos relatos y novelas con el trasfondo del conflictivo mundo psicol¨®gico de las primeras d¨¦cadas del siglo XX europeo, public¨® insuperables semblanzas biogr¨¢ficas de escritores y personajes hist¨®ricos. Con su claro estilo, su ingenio y su moderada erudici¨®n nos leg¨® maravillas literarias tales como los magn¨ªficos retratos de H?lderlin, Casanova, Nietzsche, Montaigne o Erasmo, as¨ª como biograf¨ªas en toda regla, como las inolvidables de Mar¨ªa Antonieta o Mar¨ªa Estuardo. Cualquiera de estas obras logra encandilar a los lectores, envueltos de inmediato en torbellinos de acci¨®n y perspicacia psicol¨®gica.

El Fouch¨¦ que ahora publica Acantilado en la excelente traducci¨®n de Carlos Fortea es de absorbente lectura. Zweig narra con su acostumbrado vigor las vicisitudes de aquel homo politicus por excelencia que fue el maquiav¨¦lico y correoso Joseph Fouch¨¦ (1759-1820). Seg¨²n Zweig, la Historia ha sido injusta con este pol¨ªtico franc¨¦s, que lo ha tildado sin m¨¢s de esp¨ªa y traidor sin comprender la singularidad de su maligna relevancia. Balzac fue de los pocos que reconoci¨® su genio, y como Zweig admiraba tanto al autor de la Comedia humana, tambi¨¦n sospech¨® que Fouch¨¦ tendr¨ªa algo de admirable. Tras meticuloso estudio de testimonios y memorias, su Fouch¨¦ apareci¨® en 1929.

El camale¨®nico personaje se las trae. De furibundo jacobino, regicida y "ultracomunista" (escribi¨® un verdadero "manifiesto comunista" antes de Marx, asegura Stefan Zweig), pasar¨ªa a ser ministro de Polic¨ªa de Napole¨®n y, luego, ennoblecido con el t¨ªtulo de duque de Otranto, ef¨ªmero ministro de Luis XVIII. Como todo lo que escrib¨ªa Stefan Zweig (que exclamaba un ?hurra! cuando era capaz de tachar alguna l¨ªnea superflua en sus escritos), su Fouch¨¦ est¨¢ exento de ret¨®rica, y con su estilo conciso y exultante bien podr¨ªa leerse de un tir¨®n. El lector se sumerge en el apasionante periodo de la Convenci¨®n y el Directorio, con la ca¨ªda en desgracia de Dant¨®n y Robespierre -orquestadas por Fouch¨¦- para adentrarse a continuaci¨®n en la intrigante atm¨®sfera cortesana del desp¨®tico Napole¨®n Bonaparte. La encarnizada lucha de voluntades que sostuvieron ambos hombres fue tit¨¢nica. Al final fue Fouch¨¦ el taimado quien venci¨® al abrupto Napole¨®n. El ministro de Polic¨ªa era correoso e infatigable: seco, callado y calculador. Servil cuando hac¨ªa falta, pero siempre independiente e imprevisible en su fuero interno. Trepa, esp¨ªa, chaquetero..., pero de alg¨²n modo admirable en su ausencia de dignidad y car¨¢cter, en su entera falta de idealismo y cruel pragmatismo. Zweig, como digno sucesor de Plutarco, quiso recordar el mundo a trav¨¦s de su apasionante retrato del "m¨¢s extra?o de los pol¨ªticos" esa parte imperecedera y negra del alma de la pol¨ªtica.