El laboratorio del futuro
El departamento de investigaci¨®n del Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts alberga a 150 j¨®venes inventores a los que paga 2.000 d¨®lares al mes
Robots de compa?¨ªa que interact¨²an con el due?o, brazaletes que cuantifican el estr¨¦s, espejos que detectan el estado de humor de quien se mira en ellos, piernas bi¨®nicas para andar m¨¢s r¨¢pido, juegos de Lego programables y docenas de inventos m¨¢s son los que han nacido y crecido en el Media Lab, el departamento de investigaci¨®n tecnol¨®gica de la Escuela de Arquitectura y Planificaci¨®n del Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts (MIT).
De este centro de investigaci¨®n de Boston (EE UU) sali¨®, entre otras curiosidades, el sistema de proyectores que permiti¨® a Tom Cruise crear pantallas en el aire con sus manos en Minority report, una pel¨ªcula de ficci¨®n en 2002 que hoy es pura realidad. El invento fue obra de Brygg Ullmer, antiguo estudiante del centro que ahora comercializa el artilugio a trav¨¦s de la empresa Oblong.
Las pantallas invisibles de 'Minority Report' nacieron aqu¨ª
"Desarrollamos lo que nos apetece. Las empresas no nos dicen qu¨¦ hacer"
En el Media Lab hay 150 alumnos que hacen de alquimistas. Vienen de los cinco continentes y se dividen en 22 grupos de trabajo, seg¨²n sus preferencias por un campo de investigaci¨®n, liderados por cient¨ªficos y profesionales de primer orden. El centro, su personal y sus estudiantes viven de los patrocinios y donaciones, a partir de un m¨ªnimo de 200.000 d¨®lares anuales (unos 145.000 euros), tanto de empresas privadas como instituciones gubernamentales y particulares.
Dos estudiantes espa?oles conviven en el Media Lab. Pol Pla, barcelon¨¦s de 24 a?os, est¨¢ concentrado programando lo que ser¨¢ su proyecto final del m¨¢ster que cursa en el laboratorio tecnol¨®gico.
Pla imagina un proyector interactivo a tiempo real de colores y texturas. "Quiero que en el futuro cualquier persona pueda proyectar el color y la textura de su edred¨®n en un Ikea, para ver c¨®mo va a quedarle con la combinaci¨®n de muebles que ha escogido", explica.
Ha recibido una c¨¢mara Kinect y se apresura en averiguar c¨®mo puede integrarla en su invento. "Me servir¨¢ para captar la tridimensionalidad de los objetos. Saber cu¨¢ndo acaba uno y cu¨¢ndo empieza otro". El a?o pasado Pla cursaba un m¨¢ster en la Universitat Pompeu Fabra. Le quedaba peque?a y ¨¦l mismo se busc¨® la vida para ingresar en el Media Lab. "Entr¨¦ bajo un intercambio universitario. Era la primera vez que se hac¨ªa con mi facultad".
Su tutora en el MIT es Patricia Maes, madre de la tecnolog¨ªa de ventas cruzadas que utilizan p¨¢ginas como Amazon.com. "Ella me recomend¨® que rellenase la solicitud pertinente para poder estudiar el m¨¢ster aqu¨ª". As¨ª lo hizo. Ahora Pla es un estudiante privilegiado en Estados Unidos, donde la matr¨ªcula de un curso universitario puede alcanzar los 45.000 euros.
A ¨¦l, al igual que a sus compa?eros, no le cuesta un c¨¦ntimo. "Entrar en el Media Lab significa tener todos los gastos de matriculaci¨®n cubiertos y cobrar una mensualidad de 2.000 d¨®lares", explica.
El laboratorio entiende que los alumnos, a la vez que se forman, son asistentes de investigaci¨®n en alguno de los 22 grupos de trabajo, y por ello les asigna esta especie de sueldo aparte de encargarse de la matr¨ªcula. "Con este dinero no tenemos que preocuparnos por conseguir ingresos y podemos dedicarnos en exclusiva a estudiar y seguir investigando".
Para el santanderino Javier Hern¨¢ndez este es su cuarto a?o en Estados Unidos, despu¨¦s de haber estudiado un m¨¢ster en la Carnegie Mellon, de Pittsburgh. "Es una universidad de gran prestigio en cuanto al dise?o y desarrollo de sistemas de inteligencia artificial y rob¨®tica", comenta. En este campo sigue avanzando, ahora en el Media Lab, siguiendo un doctorado. "Uno de los grupos del laboratorio se ha especializado en los temas que me interesan. Nos dedicamos a estudiar y mejorar los sistemas de reconocimiento automatizado de emociones: sensores que permiten determinar qu¨¦ pasa dentro de una persona". Su tecnolog¨ªa ayuda, por ejemplo, a los padres y profesores de ni?os con autismo a conocer qu¨¦ sienten en cada momento.
Uno de los inventos de Hern¨¢ndez, llamado Mood Meter (medidor de humor), se encuentra instalado en las diferentes plantas del centro. "El a?o pasado se cumpli¨® el 150? aniversario del MIT y encargaron varios proyectos a los alumnos. El m¨ªo se encuentra todav¨ªa expuesto porque es un elemento decorativo, a la vez que tecnol¨®gico", comenta, orgulloso, Hern¨¢ndez.
A unos estudiantes les gustan los mu?ecos e imaginan peluches que midan las constantes vitales; a otros les encanta la decoraci¨®n y dise?an papeles de pared interactivos; algunos, amantes de la m¨²sica, construyen una especie de arpa electr¨®nica y la llevan hasta la ¨®pera de M¨®naco. Hacen lo que quieren, porque a pesar de que los patrocinadores del Media Lab tienen derecho a adquirir o comercializar los inventos que all¨ª se engendran, no interfieren en las inquietudes de los estudiantes y profesores. "Desarrollamos lo que nos apetece. Las empresas no nos dicen qu¨¦ hacer", explica Conesa.
El Media Lab recibe dinero de m¨¢s de 80 organismos, entre los que se encuentran el BBVA y el centro tecnol¨®gico vasco DenokInn. "Son empresas que han entendido que a los cient¨ªficos hay que darles cancha, en vez de presionarles en una u otra direcci¨®n", dice Pla. Pero cuando a un patrocinador le interesa un proyecto, puede apadrinar a su creador. As¨ª, Natan Linder, inventor de LuminAR, un flexo que proyecta datos en vez de luz, puede escribir en su tarjeta que es un Intel Fellow (amigo de Intel).
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