Religi¨®n civil valenciana
Hace poco Josep Torrent diseccionaba aqu¨ª mismo, con la pulcritud y la frialdad del escalpelo, las razones de la actual postraci¨®n del PSPV-PSOE, validada luego en las urnas. Entre ellas, destacaba la ausencia de discurso, la divisi¨®n interna, la p¨¦rdida de conexi¨®n con la sociedad, y la entrega del universo simb¨®lico-afectivo a la derecha. Me referir¨¦ a estas dos ¨²ltimas porque, a mi juicio, se encuentran ¨ªntimamente relacionadas con la idea de religi¨®n civil, aquella que recoge los valores c¨ªvicos que predominan en sociedades secularizadas avanzadas como la nuestra. Valores centrales constituyentes en los que todos se reconocen afectivamente, que dotan de cohesi¨®n social y pol¨ªtica a nuestras sociedades, y quedan plasmados en himnos y banderas, y en el modo en que queremos ser reconocidos y llamados por los dem¨¢s.
La noci¨®n de religi¨®n civil est¨¢ m¨¢s ligada a la tradici¨®n republicana que al liberalismo
El valencianismo pol¨ªtico surgido en los a?os 1960-80 de la mano de ilustres personajes como Fuster, Lluch, Cuc¨®... propon¨ªa una hierofan¨ªa valenciana desde la postura distante del ilustrado. A ella se contrapon¨ªa la hierofan¨ªa del pueblo, menos racionalizada, acad¨¦mica y cosmopolita, pero m¨¢s afectiva y enraizada en un sentido de lo sagrado valenciano que aquellos ignoraban. Una parte de aquel valencianismo, con mayor fuste intelectual, se ha ocupado de formar una conciencia nacional valenciana, a veces excluyente, que enfatiza aspectos parroquiales y sectarios de aquella religi¨®n civil de corte m¨¢s acad¨¦mico. Y es que la religi¨®n civil es ambivalente, pues permite a los individuos identificarse con la sociedad en la que viven, lo que est¨¢ en el origen del consenso; pero tambi¨¦n puede crear disensiones y enfrentamientos.
Conviene no olvidar que la humanidad no se mueve en un universo f¨ªsico sino simb¨®lico. El inter¨¦s de definir al ser humano como animal simb¨®lico, como hace Ernst Cassirer, reside en que todo s¨ªmbolo es portador de sentido y, por eso, refiere a un significado antropol¨®gico que est¨¢ ausente en el s¨ªmbolo. Los s¨ªmbolos han sido, en todas las culturas, instrumentos materiales mediante los cuales el ser humano expresaba su sentido de lo sagrado. La hierofan¨ªa, o manifestaci¨®n de lo sagrado, se ha materializado hist¨®ricamente de muy diversas formas. Cuando los griegos luchaban por el nomos y por las murallas de su polis contra otros pueblos, lo hac¨ªan tambi¨¦n contra los dioses extranjeros; y, mientras los romanos ten¨ªan dioses nacionales, el dios de los cristianos ten¨ªa vocaci¨®n universal. A pesar de estos matices, la hierofan¨ªa segu¨ªa expresando, mediante s¨ªmbolos, el sentimiento de lo sagrado en el hombre.
El movimiento secularizador de la Ilustraci¨®n combati¨® con vigor todo lo relacionado con lo sagrado y le opuso el arte, a fin de des-encantar el mundo de aquellas formas expresivas de lo sagrado como son el mito, el ritual, el ceremonial. Sin embargo, fue un ilustrado como Rousseau quien acu?¨® en El contrato social el t¨¦rmino Religi¨®n Civil, luego reelaborado por Tocqueville, Durkheim y Bellah. Seg¨²n Rousseau, la religi¨®n civil era aquella que "asentada en un determinado pa¨ªs, da a este sus dioses, sus tutelares, tiene dogmas y sus cultos prescritos por leyes, los que lo hacen fuera son infieles". Pensaba Rousseau que la religi¨®n del individuo como hombre -la interior, la que invita a ser fiel a Dios en la intimidad-, y como ciudadano, se confund¨ªa en una sola. Dado que esto creaba una contradicci¨®n interna en el hombre, y que no pod¨ªa haber religiones exclusivas, se obligaba al Estado a contar con ciudadanos amantes de sus deberes c¨ªvicos.
La noci¨®n de religi¨®n civil est¨¢ m¨¢s ligada a la tradici¨®n republicana que al liberalismo o al comunitarismo. Adem¨¢s, su contenido es precario, pues se puede modificar con el tiempo; por eso, esta tarea de actualizaci¨®n deber¨ªa haberla asumido la otra corriente heredera de aquel valencianismo. Sin embargo, su inanidad intelectual ha malogrado el desarrollo de una nueva religi¨®n civil valenciana fundamentada en valores constituyentes y compartidos renovados, alimentadores de las necesidades de autoestima y reconocimiento de lo valenciano. Hecho este que s¨ª ha sido aprovechado por la derecha -sobre todo a ra¨ªz del pacto de Zaplana con UV-, que ha patrimonializado esta suerte de piedad p¨²blica m¨ªnima, de religi¨®n secular valenciana, introduciendo en ella un sesgo de tintes premodernos y con ribetes populistas.
Sea como fuere, la adhesi¨®n de amplias capas populares a esta nueva religi¨®n civil valenciana, que la derecha se esfuerza en identificar con sus propias propuestas, lastra las posibilidades de conexi¨®n con los ciudadanos por parte de los partidos de progreso, al ser estos percibidos por los electores como infieles profanadores de lo sagrado. No profesar la religi¨®n civil valenciana provoca en muchos valencianos un rechazo a identificarse con estos partidos porque ello les impedir¨ªa reconocerse, y ser reconocidos por los dem¨¢s, como individuos con un contexto social que les proporciona una identidad com¨²n compartida y, sobre todo, valenciana.
El ser humano necesita tener alg¨²n sentido de lo sagrado, sea este sobrenatural o trascendente, religioso o secular. Violar el car¨¢cter sagrado de los s¨ªmbolos de la ciudad, capitular y entregar el universo simb¨®lico-afectivo a la derecha constituye, adem¨¢s de una claudicaci¨®n innecesaria, una receta infalible para que los ciudadanos valencianos den la espalda a la izquierda por muchos a?os.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universitat de Val¨¨ncia e Investigador del IREA.
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