"El humor es la elegancia suprema de quienes han sido despojados de todo"
Saphia Azzeddine, (Agadir, Marruecos, 1981) vivi¨® sus primeros a?os en Marruecos y la segunda parte de su vida en Francia y Suiza. Estudi¨® sociolog¨ªa, pero los art¨ªculos frivolones que escrib¨ªa espor¨¢dicamente sobre tiendas de zapatos o de joyas en un peri¨®dico de Ginebra le mostraron la vocaci¨®n de la literatura. Su primera novela, Confesiones a Al¨¢, que se publica ahora en Espa?a (Demipage), es de todo menos fr¨ªvola: un retrato duro y ¨¢spero de Ibara, una joven pastora de las monta?as del Magreb que se prostituye por un yogur en su adolescencia y que, para ascender en la sociedad o, simplemente, para salir del espanto de vida que la rodea, aborta, deja el feto en un descampado y se convierte, con el tiempo, en prostituta de lujo. Huye de su familia, de su ciudad y un poco de s¨ª misma, pero sobre todo del destino que le aguardaba. Su aventura la relata en primera persona con un humor algo desconcertante. Tan popular en Francia como medi¨¢tica, Saphia Azzeddine llega un poco tarde y agobiada por la falta de tiempo a su cita en un caf¨¦ parisiense: su segunda novela, Mon p¨¨re est femme de menage (Mi padre es se?ora de la limpieza) -todo un ¨¦xito de ventas en Francia donde ha pasado de los 200.000 ejemplares- acaba de convertirse en pel¨ªcula y la propia Azzeddine se ha encargado de escribir el gui¨®n y dirigirla.
"Para Ibara, Al¨¢ es un amigo y un confidente. Dios no la juzga. Quienes la juzgan son los hombres"
"La integraci¨®n se vuelve un problema cuando va de la mano de otras dificultades, como las econ¨®micas y las sociales"
PREGUNTA. ?C¨®mo concibi¨® el personaje de la joven pastora en las monta?as del Magreb?
RESPUESTA. Es fruto de mi imaginaci¨®n, pero tambi¨¦n de mis ojos. Crec¨ª en Marruecos y vi ni?as as¨ª. Y le voy a contar una cosa: a los diez a?os vine a Francia, pero volv¨ªa con frecuencia a Agadir. Una vez, cuando yo ten¨ªa 17 a?os, me encontr¨¦ un feto en la calle. Tropec¨¦ con eso, lo mir¨¦, lo recuerdo bien, estaban tambi¨¦n mis padres. Algo as¨ª me marc¨® y se qued¨® dentro. Yo hab¨ªa visto eso en reportajes sobre China, pero nunca en mi pa¨ªs.
P. Es un personaje duro, pero con mucho sentido del humor...
R. El humor es la elegancia suprema de quienes han sido despojados de todo. Y ella tiene mucho humor porque es una mujer elegante.
P. ?Qu¨¦ lugar ocupa la religi¨®n en el libro?
R. Yo hablo de fe, no de religi¨®n. No soy una experta en islam. La fe se dirige hacia los otros, la religi¨®n hacia Dios. Y la fe es universal mientras que la religi¨®n, ya sea el islam, el juda¨ªsmo o el cristianismo, es parcial. Para Ibara, Al¨¢ es un amigo y un confidente. Dios no la juzga. Quienes la juzgan son los hombres.
P. ?Ha salido el libro ya en Marruecos?
R. S¨ª. Y he tenido buenas cr¨ªticas. En peri¨®dicos conservadores (que no islamistas) se dice que es un libro crudo pero no blasfemo.
P. ?Qu¨¦ opina de la Primavera ?rabe, cree que todo va a cambiar en estos pa¨ªses?
R. No creo que sea conveniente que quemar todas las etapas en un solo d¨ªa. Por el momento, y no es poco, me alegro de que se haya tomado conciencia, porque eso antes no era posible. Ahora, si vamos a ir hacia adelante o hacia atr¨¢s, eso yo no lo s¨¦. Por el momento, me siento muy satisfecha de que la iniciativa haya procedido del interior, que pertenezca ciento por ciento a los propios j¨®venes ¨¢rabes. Esto es importante porque era gente acostumbrada a ser tratada como ni?os por parte de sus Gobiernos.
P. ?Y usted, se siente mitad marroqu¨ª mitad francesa?
R. No s¨¦, eso no es algo que se pueda medir. No son matem¨¢ticas. Es una suerte, eso s¨ª, tener dos pa¨ªses: cuando me harto de Francia me voy a Marruecos y cuando me harto de Marruecos vuelvo a Francia. Si me harto de los dos me encierro en casa. Yo nunca he tenido problemas en Francia.
P. ?Se refiere a problemas de integraci¨®n?
R. La integraci¨®n se vuelve un problema cuando va de la mano de otras dificultades, como las econ¨®micas y las sociales. Visite los barrios buenos de Par¨ªs. No encontrar¨¢ problemas de integraci¨®n: todos se integran muy bien y muy r¨¢pidamente. Ah¨ª no hay problemas de racismo. En los barrios de la periferia hay un problema de justicia social.
R. Buscan la libertad. Los personajes que me interesan van contracorriente. La cuesti¨®n que atormenta a Paul es: ?c¨®mo voy a mejorar? Es feo, no puede ser modelo como su hermana. As¨ª que se pregunta continuamente c¨®mo transformar la mierda que le rodea en crema de chantilly. Eso es lo que me interesa, esa batalla perpetua, cotidiana para forjarse un destino diferente.
P. Habla de justicia social, pero sus personajes escapan solos, sin ning¨²n sentimiento colectivo...
R. No son Madres Teresa, por un lado. Y por otro, no tienen capacidad de ayudar a nadie. Las cosas, por pasos: primero, ayudarse a uno mismo. Y despu¨¦s, tal vez, tal vez ?eh?, que yo no culpabilizo a nadie, ayudar a los dem¨¢s. Pero, ?sabe? hay varios tipos de ayuda a los dem¨¢s. Una cosa son los partidos pol¨ªticos, las asociaciones... Otra, el puro civismo. Donde yo vivo, muchos de mis vecinos no dicen ni buenos d¨ªas. Si yo no les saludo, no lo hacen. Conozco se?oras mayores que no reciben ni una sola visita al d¨ªa, ni una sola. Paliar eso es, simplemente, civismo. A las personas mayores no se les trata as¨ª en los pa¨ªses ¨¢rabes.
P. ?Le sorprendi¨® el ¨¦xito de su primera novela?
R. Lo raro es que los tres libros que he escrito siguen funcionando, por un efecto de boca en boca. Recibo muchas cartas de los lectores, y me molesto en contestarlas todas.
Confesiones a Al¨¢. Saphia Azzeddine. Traducci¨®n de Purificaci¨®n Meseguer. Demipage. Madrid, 2011. 135 p¨¢ginas. 18 euros. Mi padre es se?ora de la limpieza se publicar¨¢ en la misma editorial.
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