Los medios y el sentido
"El inconveniente de esta edad de oro de la comunicaci¨®n y la informaci¨®n es que no hay medios para saber lo que sucede", escribe parad¨®jicamente El Roto, el hombre de la mirada siempre afilada de EL PA?S. Ignacio Ramonet pone de manifiesto esta verdad profunda a la cabeza de su libro, La explosi¨®n del periodismo, de los medios de masa a la masa de los medios. Sabemos que con la crisis ecol¨®gica, la de los mercados y, m¨¢s a¨²n, la de las clases pol¨ªticas dirigentes, los medios atraviesan una fase muy cr¨ªtica, relacionada con su ¨¦xito. Un ¨¦xito que transforma la informaci¨®n en incapacidad de interpretar la propia informaci¨®n. Dicho de otro modo, responde Ramonet, esta es "una crisis del sentido".
Existe todav¨ªa una opini¨®n p¨²blica relativamente independiente, y que sabe hacerse o¨ªr si lo necesita
La sobreinformaci¨®n, reducida a la recopilaci¨®n de los acontecimientos y de los sucesos, ?es a¨²n informaci¨®n? ?Ad¨®nde ha ido a parar la capacidad de relacionar acontecimientos diferentes cuando todo es rebajado y banalizado por unos hechos entregados de cualquier manera, tan alejados en su importancia como en su significado? La prensa escrita pierde terreno ante la masa de los medios audiovisuales salvo, retomando el ¨¦xito espectacular de Die Zeit, cuando opta por el sentido, y hace comprender al lector que tiene alguna cosa importante que decir. Cuando ha elegido los an¨¢lisis de fondo, en resumen, una exigencia que no se basa en la facilidad de los hechos sino en la voluntad de aprender.
La pregunta es: ?cu¨¢l es ahora la funci¨®n de los medios? ?Estamos a¨²n ante un cuarto poder independiente? Ramonet sostiene que los medios de masas son los aparatos ideol¨®gicos de la globalizaci¨®n, que su papel es el de reproducir la dominaci¨®n de los grandes intereses financieros y olig¨¢rquicos mundiales. Eso es verdad, pero hay que matizar. Podr¨ªamos contestar, en respuesta a la cr¨ªtica de los a?os setenta sobre el concepto althuseriano de los aparatos ideol¨®gicos del Estado: la ideolog¨ªa de los aparatos no es instrumental, est¨¢ atravesada por unos intereses opuestos, los granos de arena en el funcionamiento de esos aparatos son tan importantes como su supuesta coherencia.
?No debemos tratar m¨¢s bien con propaganda mercantilizada porque ya no hay realmente un desaf¨ªo ideol¨®gico salvo el de vender y comprar? Efectivamente, eso tambi¨¦n es una ideolog¨ªa, pero de "baja intensidad". La masa de los medios fabrica sobreinfor-maci¨®n, da incluso a cada uno el derecho a hacerse su propia informaci¨®n, ?pero con qu¨¦ finalidad? Si observamos los grandes acontecimientos que aparecen y desaparecen a la velocidad del rel¨¢mpago, nos damos cuenta de la verdad del aforismo de Jean Luc Godard a prop¨®sito de la televisi¨®n: su papel no es el de dar a conocer sino el de fabricar olvido. Sin embargo, la f¨¢brica del olvido no es incompatible con la reproducci¨®n de la dominaci¨®n mediante la manipulaci¨®n. Y Ramonet no se olvida de plantear esta cuesti¨®n. Aquella puede ser directa, tipo Berlusconi: produce sentido insensato, rebajado con el divertimiento vulgar y aparentemente inofensivo. El monstruo sonriente. M¨¢s original, la manipulaci¨®n indirecta, que aspira a producir consenso alrededor de un orden democr¨¢tico totalmente pervertido por la falta de capacidad para tener peso sobre sus fundamentos. Esta ya era la tesis de Adorno. Y es tanto m¨¢s cierto que los medios parecen no tener un contrapoder.
Pero aqu¨ª tambi¨¦n hay que relativizar. En realidad, y es un milagro sin duda debido a la educaci¨®n cuando esta es difundida para todo el pueblo (puede ser que eso de-saparezca con la globalizaci¨®n del ultracapitalismo, como dir¨ªa el exconsejero del presidente Clinton Robert Reich), existe todav¨ªa una opini¨®n p¨²blica relativamente independiente, y que sabe hacerse o¨ªr cuando es necesario.
Recordemos en Francia el bombardeo medi¨¢tico a favor de la ultraliberal Constituci¨®n europea, en 2005: durante tres meses, no hab¨ªa en el fondo m¨¢s que un punto de vista en los medios de comunicaci¨®n. Pero vimos al pueblo apoderarse del debate, y la sociedad civil deliberar democr¨¢ticamente. El resultado es conocido y los medios perdieron. Se trata en realidad de un arma de doble filo. Y, en el fondo, no sabemos c¨®mo se produce la alquimia entre los medios y la conciencia espont¨¢nea. Salvo, lo hemos visto con la revoluci¨®n ¨¢rabe, cuando estos se convierten en un instrumento de lucha con retos de urgente realidad: aqu¨ª, los medios pueden reencontrar la funci¨®n de organizadores colectivos de los partidos pol¨ªticos. La reflexi¨®n sobre el periodismo es ahora inevitable; el libro de Ramonet plantea cuestiones esenciales, e invita al debate.
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