El 15-M: ?un nuevo Mayo de 1968?
M¨¢s reformista que revolucionario, claramente pac¨ªfico, el actual movimiento espa?ol puede triunfar all¨ª donde fracas¨® el parisiense si hace propuestas concretas y no prolonga demasiado su ocupaci¨®n de las plazas
La semana pasada, deambulando entre las tiendas, sacos de dormir, tenderetes y pancartas de la Puerta del Sol, me preguntaba por qu¨¦ algunos analistas hab¨ªan llegado a calificar esta manifestaci¨®n extraordinariamente pac¨ªfica y c¨ªvica de "nuevo Mayo del 68". ?D¨®nde estaban los estudiantes arrojando adoquines, las barricadas levantadas a toda prisa y los sangrientos enfrentamientos con la polic¨ªa? Con todo, hay ciertas similitudes entre el 15-M y Mayo de 1968, aunque las disparidades entre ambos acontecimientos siguen teniendo un gran peso. Por otra parte, no cabe duda de que las convergencias entre uno y otro bastan para permitir que los participantes en Democracia Real Ya puedan extraer provechosas lecciones del movimiento registrado hace 43 a?os.
Mayo del 68 se inscrib¨ªa en las luchas de la ¨¦poca contra el capitalismo y el imperialismo
Lo primero que ambos mayos tienen en com¨²n es la sorpresa. Ni los medios de comunicaci¨®n, ni los pol¨ªticos, ni el conjunto de la sociedad preve¨ªan el espont¨¢neo y sostenido estallido, no solo de indignaci¨®n popular sino de celebraci¨®n colectiva, que ha recorrido Espa?a en las dos ¨²ltimas semanas. Lo mismo puede decirse de la protesta ocurrida en 1968 en la Universidad de Nanterre, de la periferia parisiense, que r¨¢pidamente se extendi¨® a La Sorbona, mucho m¨¢s visible por estar en el centro de la capital francesa y por su indiscutible prestigio. El hecho de que la protesta espa?ola se haya materializado en la ocupaci¨®n de la Puerta del Sol apunta tambi¨¦n un rasgo com¨²n. Los espacios de Mayo del 68, desde los consagrados edificios de La Sorbona a las calles y plazas del Barrio Latino de Par¨ªs, tuvieron una enorme importancia, ya que, para manifestantes y autoridades, esos disputados lugares estaban cargados de significado simb¨®lico. Espacios c¨¦ntricos como Sol o la Plaza de Catalunya se asocian con el poder oficial y reflejan el discurso dominante que les da significado. La Puerta del Sol no solo es el centro de la capital, sino el centro simb¨®lico de Espa?a, el kil¨®metro cero. Al hacerse con Sol, los indignados no solo est¨¢n reclamando para s¨ª ese espacio, tambi¨¦n sus significados simb¨®licos y discursivos, raz¨®n por la cual este ha pasado a conocerse con el nombre de "la Rep¨²blica de Sol".
Est¨¢ claro que la ocupaci¨®n de los espacios p¨²blicos refleja otro rasgo com¨²n a los dos mayos: ambos ponen en cuesti¨®n las pretensiones y m¨¦todos de la pol¨ªtica de partidos convencional, suponiendo por tanto un desaf¨ªo directo para ellos. Si los manifestantes parisienses rechazaban la V Rep¨²blica "burguesa", los sublevados de Sol han rechazado el duopolio institucional que constituyen el PSOE y el PP. Del mismo modo, los dos movimientos han hecho suya la "democracia directa" de las asambleas populares. Tambi¨¦n es sorprendente que tanto Mayo del 68 como mayo de 2011 sean estallidos de una juventud desafecta, de dos generaciones que sienten que el establishment les ha fallado. En Espa?a, el desencanto generacional lo ha agudizado la lentitud con la que se ha producido la renovaci¨®n de las ¨¦lites desde la Transici¨®n. Por ¨²ltimo, los movimientos del 15-M y de Mayo del 68 se distinguen por la ausencia de l¨ªderes y de definici¨®n ideol¨®gica, as¨ª como por su correspondiente capacidad para la acci¨®n y la improvisaci¨®n espont¨¢neas.
Entonces, ?qu¨¦ distancia a los dos mayos? La diferencia m¨¢s palmaria radica en que, para sus propios protagonistas, el levantamiento parisiense era una aut¨¦ntica revoluci¨®n. Seg¨²n muchos de ellos, hab¨ªa de ser una revoluci¨®n pol¨ªtica, de corte marxista, con la que el proletariado y sus aliados arrebatar¨ªan el poder a la decadente burgues¨ªa de la V Rep¨²blica. "Solo se hablaba", como subraya Prisca Bachelet, de la Uni¨®n de Estudiantes Comunistas en 1968, "de c¨®mo hacer la revoluci¨®n". Desde este punto de vista, la revuelta parisiense fracas¨® porque no tom¨® el poder pol¨ªtico. Seg¨²n expone un antiguo militante, la idea era "antes que nada ocupar el H?tel de Ville (Ayuntamiento) y, si no se pod¨ªa ocupar el H?tel de Ville, quemar la Bolsa. El problema del 68 es que, aparte de las universidades, no nos hicimos con el control de nada; no ocupamos los centros de poder. No ocupar el H?tel de Ville fue un enorme error". Sin embargo, para otros militantes, mayo del 68 hab¨ªa de ser sobre todo una revoluci¨®n cultural. Jean-Paul Doll¨¦ aspiraba a "una aut¨¦ntica revoluci¨®n cultural, pero de verdad. Se producir¨ªa un cambio en la forma de pensar, un movimiento filos¨®fico de masas". Como recuerda un colega, "nos dec¨ªamos que ten¨ªamos que llevar a cabo una revoluci¨®n del esp¨ªritu. El aut¨¦ntico mensaje era que todo el mundo puede hablar con los dem¨¢s, que la democracia es libre, que por fin se pueden tener relaciones sexuales. ?Abajo con la moralidad burguesa!".
Tampoco habr¨ªa que olvidar que la revoluci¨®n pol¨ªtica de 1968 se inspiraba en las luchas antiimperialistas y anticapitalistas del Tercer Mundo, sobre todo en la guerra de Vietnam, la Revoluci¨®n Cubana y la guerra de independencia argelina. De hecho, los manifestantes franceses cre¨ªan que estaban llevando la revoluci¨®n a la metr¨®poli, reproduciendo Vietnam, Cuba y los dem¨¢s conflictos en el coraz¨®n de Europa Occidental. Algo que producir¨ªa inevitablemente derramamiento de sangre. Alain Geismar, uno de los fundadores de Gauche Prol¨¦tarienne (Izquierda Proletaria) y coautor de una obra de t¨ªtulo revelador, Vers la guerre civile (Hacia la guerra civil), recalca que "pens¨¢bamos que iban a producirse levantamientos populares por doquier, que ser¨ªan sofocados con derramamiento de sangre". En realidad, ambos bandos recurrieron a la violencia, como demuestran los enfrentamientos entre los estudiantes y la polic¨ªa, y entre esta y los trabajadores. Por ejemplo, el registrado el 11 de junio en la planta de Peugeot en Sochaux se sald¨® con 150 heridos y dos trabajadores muertos. El contraste con el 15-M es apabullante. Puede que en parte sus manifestantes se hayan inspirado en las revueltas prodemocr¨¢ticas ¨¢rabes y en las estudiantiles de Grecia y otros pa¨ªses, pero no se consideran parte de una revoluci¨®n mundial contra el capitalismo y el imperialismo. Tampoco son fundamentalmente antisistema, como demuestran sus principales reivindicaciones: reforma electoral, castigo a los pol¨ªticos corruptos, rendici¨®n de cuentas y transparencia. Adem¨¢s, Democracia Real Ya no ha recurrido a la violencia. M¨¢s bien es dif¨ªcil imaginar una "revoluci¨®n" m¨¢s pac¨ªfica y fundamentalmente c¨ªvica.
Para terminar, el mayo parisiense de 1968 ten¨ªa tanto que ver con las formas de vida como con las tradiciones pol¨ªticas marxistas. Muchos militantes se afanaban por reinventar la pol¨ªtica de una manera novedosa e imaginativa, haciendo que el cambio personal fuera tambi¨¦n pol¨ªtico: cambiar uno mismo era tambi¨¦n cambiar el mundo. As¨ª, Roland Castro, dirigente de Vive la R¨¦volution, calific¨® a su grupo de "libertario, libertino". Daniel Cohn-Bendit afirma incluso que "el movimiento quer¨ªa cambiar m¨¢s las formas de vida que al Gobierno". Sin negar la vertiente liberadora y festiva del 15-M, hay que decir que, cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, las aspiraciones del 68 en lo tocante a las formas de vida se han revelado en gran medida irrelevantes.
Si tenemos en cuenta que no logr¨® su principal objetivo pol¨ªtico y que fue incapaz de consolidarse desde una perspectiva organizativa o institucional, Mayo del 68 fue un "fracaso". Esto no solo se debi¨® a las tensiones entre los que buscaban cambios pol¨ªticos o de formas de vida, sino a las que hab¨ªa entre estudiantes y trabajadores, ya que estos no compart¨ªan los objetivos revolucionarios de aquellos. El resultado fue un movimiento que, profundamente dividido, se compon¨ªa de grupos, redes y aspiraciones enfrentados.
Visto en perspectiva, ?qu¨¦ puede aprender el 15-M de mayo del 68? En primer lugar, ser¨ªa vital que cristalizara en propuestas claras y concretas. La indefinici¨®n y la incoherencia sobre cuestiones fundamentales no har¨¢n m¨¢s que perjudicar a la credibilidad y la eficacia del movimiento. Una consecuencia esencial ser¨ªa la continuidad organizativa, que tambi¨¦n implica la existencia de alg¨²n tipo de liderazgo colectivo o individual, probablemente b¨¢sico para garantizar la cohesi¨®n, la identidad y la b¨²squeda de una meta com¨²n para el 15-M. Finalmente, yo le sugerir¨ªa al movimiento que, para conservar el favor popular, no se quede m¨¢s de la cuenta en el centro de las ciudades. Con frecuencia se olvida que en Francia los acontecimientos de mayo de 1968 suscitaron una reacci¨®n tan virulenta que en las elecciones de junio los conservadores de De Gaulle obtuvieron el 75% de los esca?os. Seguramente, lo ¨²ltimo que querr¨ªa el movimiento del 15-M es sufrir un destino similar y ser conocido, por tanto, como "el nuevo Mayo de 1968".
Nigel Townson es profesor de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del proyecto internacional de investigaci¨®n Alrededor de 1968: militancia, redes y trayectorias. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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