?El fin del fujimorismo?

Una frase de un polit¨®logo de Harvard, Steve Levitsky, resumi¨® para muchos peruanos los t¨¦rminos de la contienda electoral resuelta ayer: "Sobre Ollanta Humala hay dudas; sobre Keiko Fujimori hay pruebas".

Esa f¨®rmula y sus variaciones definieron el tono, el volumen y la aspereza de la campa?a. El car¨¢cter de la elecci¨®n como competencia de aversiones fue tan marcado que hasta el propio Humala utiliz¨® como argumento esa triste ventaja comparativa del riesgo frente a la certeza.

Ahora, mientras se asienta la polvareda de la batalla electoral, anoto algunas consecuencias poco aparentes de su resultado. Lo primero es que, pese a lo cerrado de las cifras, la derrota del fujimorismo deja a ese movimiento a la deriva de un futuro incierto. Lo segundo es que, en la poderosa coalici¨®n que busc¨® aplastar a Ollanta Humala, formada por los grandes bloques empresariales y sus gremios, el cardenal del Opus, los principales grupos de medios de comunicaci¨®n y el expresidente Alan Garc¨ªa, es este ¨²ltimo el gran derrotado.

Para el fujimorismo, el objetivo necesario era el poder o, por lo menos, la posibilidad de integrar una coalici¨®n de fuerzas (como lo logr¨® con Alan Garc¨ªa) que le permitiera hacerle c¨®moda y funcional la reclusi¨®n a su sentenciado sog¨²n, con la perspectiva de lograr su pronta libertad.

Cada paso y cada accidente (desde el sorpresivo viaje de Alberto Fujimori de Jap¨®n a Chile en 2005) fue para ellos parte del camino de reconquista del poder. Impedido su caudillo para postularse a la presidencia, ¨¦l mismo design¨® a su hija Keiko como representante. Fue una versi¨®n din¨¢stica de la candidatura peronista de H¨¦ctor C¨¢mpora en la Argentina de los setenta. ?Recuerdan? "C¨¢mpora al Gobierno, Per¨®n al poder". Aqu¨ª, la f¨®rmula fracas¨®.

Si Keiko Fujimori hubiera triunfado, ?se habr¨ªa resignado a ser la C¨¢mpora de su padre? Ya no lo sabremos. Ella es inteligente y tiene car¨¢cter, pero es una hija disciplinada que sabe que el caudillo no es ella, sino su padre. Lo m¨¢s probable es que, con los ajustes del caso, se hubiera establecido al comienzo una relaci¨®n parecida a la de Dmitri Medv¨¦dev con Vlad¨ªmir Putin. El gui¨®n de lo que hubiera pasado despu¨¦s se lo dejo a un Hitchcock hipot¨¦tico. Padre e hija perdieron ese objetivo y tambi¨¦n la c¨®moda coalici¨®n t¨¢cita con Alan Garc¨ªa.

La amenaza planteada por la posible victoria de Keiko llev¨® de hecho a una coalici¨®n, sobre una plataforma de defensa de la democracia, entre el expresidente Alejandro Toledo y Ollanta Humala. Ambas bancadas parlamentarias hacen mayor¨ªa y pueden permitir a Humala gobernar con una cierta tranquilidad.

Alan Garc¨ªa jug¨® un partido complejo para impedir que llegara al poder aquel candidato que ¨¦l sintiera peligroso por las posibles investigaciones en casos de corrupci¨®n. Lo logr¨® en el caso de Toledo y todo parec¨ªa indicar que, con un candidato con tan pocos anticuerpos como Humala, coronar¨ªa exitosamente la faena. Ahora, sin embargo, junto con su reputaci¨®n de t¨¢ctico prodigioso de la maniobra pol¨ªtica, Garc¨ªa ha perdido la soga y la cabra. Lo que no ha perdido es peso.

Gustavo Gorriti es periodista.