Nuevos tiempos, ?nuevos Ayuntamientos?
M¨¢s all¨¢ de la an¨¦cdota de Barcelona y Girona, se constituyeron ayer los nuevos equipos de gobierno de m¨¢s de 900 municipios catalanes. En sus tomas de posesi¨®n, Ros en Lleida y Ballesteros en Tarragona advirtieron de que los pr¨®ximos cuatro a?os no ser¨¢n para nada f¨¢ciles. Lo mismo pensaron, sin duda, los centenares de alcaldes que ayer iniciaron o continuaron con su labor. En poco tiempo han cambiado muchas cosas. No puede seguirse con el incrementalismo. Hay m¨¢s necesidades sociales que nunca y los recursos son mucho m¨¢s limitados. Y adem¨¢s, la gente est¨¢ indignada. A los mayores se les ha acostumbrado a que pidieran y se les dar¨ªa. Y a los m¨¢s j¨®venes se les dijo que si estudiaban y se esforzaban, tendr¨ªan las puertas abiertas en todas partes. Los pol¨ªticos, en su mayor¨ªa, se han ido rodeando de una parafernalia de rito y privilegio que ha contaminado toda la percepci¨®n social sobre su labor. Sin duda, los pol¨ªticos locales son los que menos han podido o querido blindarse en esas trincheras elitistas. Pero, qui¨¦ranlo o no, forman parte de la misma foto. Y tendr¨¢n que decidir c¨®mo afrontan una legislatura que, entre otras cosas, marcar¨¢ la capacidad de acomodar instituciones y representaci¨®n pol¨ªticos a los nuevos tiempos.
?Qu¨¦ tienen de nuevos? Estos ¨²ltimos meses nos muestran lo que va a ocurrir. No podemos seguir hablando de crisis. Hemos de prepararnos para la nueva ¨¦poca que nos toca vivir, sabiendo que a lo nuevo le cuesta consolidarse y a lo viejo le cuesta morir. Lo nuevo es una sociedad m¨¢s individualizada, m¨¢s horizontal, con gentes m¨¢s capaces de discutir y debatir sin tener forzosamente que acudir a los consejos, comisiones y espacios que las instituciones les han estado preparando (y condicionando) para ello. Gentes que no tienen por qu¨¦ pedir permiso o subvenci¨®n para hacer lo que quieren hacer. Personas que quieren seguir decidiendo sobre sus destinos vitales, pero que, al mismo tiempo, no quieren verse reducidos a meros consumidores o votadores. Buscan espacios y redes nuevas para abordar colectivamente problemas comunes. Sin que para ello necesiten al alcalde o un concejal (que, adem¨¢s, una vez inaugurado, acostumbra a ausentarse raudo como centella). Evidentemente, no todos manifiestan esos deseos. Los hay que simplemente tratan de sobrevivir y no tienen ni tiempo para indignarse. Tambi¨¦n los hay que m¨¢s bien tienen mucho que proteger y sienten miedo ante lo que acontece, y quisieran que todo quedara como est¨¢, aun a costa de endurecer la vida y la convivencia colectiva. Los nuevos Ayuntamientos tendr¨¢n que decidir a qu¨¦ l¨ªnea se apuntan. Con qu¨¦ aliados y con qu¨¦ fuerzas y recursos.
Estamos en un cambio de ¨¦poca. Y en las ciudades y pueblos tambi¨¦n. Nuevos problemas y viejos conflictos, pero con nuevos formatos. No valen las f¨®rmulas de antes. Disponer de menos recursos implica fijar mejor las prioridades. Discutir sobre impuestos. Decidir qu¨¦ no hacer de lo que se hace y que, en cambio, no se tiene obligaci¨®n de hacer. Y todas esas decisiones, que implican distribuir costes y beneficios, no pueden tomarse solo desde la legitimidad electoral y t¨¦cnica. Transparentar datos e informaci¨®n (open data), abrir espacios sin querer controlarlos, generar alianzas. Combatir la incertidumbre con diagn¨®sticos compartidos, asumiendo el explorar colectivamente respuestas. Pensar tambi¨¦n en la escala de los problemas y la escala de las soluciones. ?Pueden abordarse los problemas locales de cada territorio con la miseria de recursos y capacidades de centenares de pueblos que no llegan a los 1.000 habitantes? Como dice Nuria Bosch y su equipo (www.ieb.ub.edu), conviene incentivar la labor mancomunada y la colaboraci¨®n intermunicipal. Pero necesitamos asimismo que la Generalitat y el Estado reconozcan que sin gobiernos locales fuertes (financiera y pol¨ªticamente) no habr¨¢ capacidad de afrontar los retos que los nuevos tiempos plantean. El cambio es global y local. Hemos de saber y poder construir comunidades capaces de afrontar colectivamente lo que nos ha ca¨ªdo encima. Si los alcaldes y concejales siguen pensando que eso depende solo de ellos, se equivocan totalmente. Pero se equivocan igual si imaginan que su labor es fotografiarse con los que lo hacen. M¨¢s horizontalidad quiere decir m¨¢s proximidad, aceptar que no se sabe todo. Menos pompa y circunstancia.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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