"Lo que dice la econom¨ªa no es lo ¨²nico posible"
El fil¨®sofo Jos¨¦ Gil defiende un nuevo modelo basado en las utop¨ªas del XIX
El fil¨®sofo portugu¨¦s Jose Gil (1939) naci¨® en Mozambique cuando este territorio era colonia portuguesa, pero ha vivido m¨¢s de 30 a?os en Francia donde se form¨® en, dice, "el gran tumulto que fue aquel pa¨ªs en los a?os sesenta y setenta". Se fue impregnando del pensamiento que emanaba de L¨¦vi-Strauss, Sartre, Derrida y Foucault. "Fue una experiencia ¨²nica para millares de estudiantes". Le ha quedado el esp¨ªritu cr¨ªtico, que evidenci¨® en Barcelona en unas jornadas sobre Portugal. Una de las cosas que tiene clara es que "el descr¨¦dito de los pol¨ªticos se debe a la promiscuidad entre la pol¨ªtica y los negocios".
Lleg¨® a la filosof¨ªa a trav¨¦s de la oposici¨®n a la dictadura portuguesa. El marxismo, explica, "era la ¨²nica doctrina que aglutinaba a los opositores al r¨¦gimen". Pese a ello, no se considera marxista, aunque admire a Marx. Tampoco se ha adscrito a ning¨²n movimiento pol¨ªtico. "Nunca podr¨ªa militar en un partido. En absoluto", sostiene con rotundidad.
Cuando mira hacia el presente de su pa¨ªs no tiene reparos en decir que vive una situaci¨®n "terrible", en la que los recientes resultados electorales no son ni un empeoramiento ni una mejora. "Portugal tiene dos posibilidades. Una, a largo plazo, es entrar en bancarrota, porque no ser¨¢ posible pagar las deudas que acumulamos. Y ser¨¢ muy dif¨ªcil elegir el camino que nos lleve a poder pagar: la transformaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs. Hay que cambiar nuestra posici¨®n respecto a Europa".
Su segunda receta: "Un cambio radical en el modo de gobernar respondiendo a dos principios, transparencia y vinculaci¨®n directa con la poblaci¨®n". Explica que la acci¨®n del Gobierno tiene que ser transparente y contar con el apoyo de la gente. "Los pol¨ªticos est¨¢n hoy desacreditados hasta unos niveles nunca vistos", reflexiona.
?Solo en Portugal? "No. En Francia pasan cosas impensables desde hace unos a?os". Y esto convive con una "gran desorientaci¨®n por parte de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, m¨¢s cierta desconfianza respecto al Estado-providencia que fue la conquista de m¨¢s de un siglo de luchas". En la base de las propuestas de izquierdas estaban m¨¢s igualdad, m¨¢s justicia y m¨¢s libertad. Pero el presente no es eso: "Lo que impera es el capitalismo global muy poco igualitario".
El futuro, opina, pasa por reelaborar un proyecto colectivo inspirado en las utop¨ªas del siglo XIX, Fourier y tambi¨¦n Marx. "Lo que no podemos es quedarnos en las nuevas formas del capitalismo. Lo que dice la econom¨ªa no es lo ¨²nico posible. Hay que pensar en nuevas formas de trabajar, vincular el trabajo al individuo, no solo a las plusval¨ªas". Aunque desprende optimismo a largo plazo, este no se reproduce al mirar hacia la actual Europa: "Se est¨¢ deshaciendo. Yo no creo en ella. La Europa de los pol¨ªticos no es posible. Ya somos europeos, no necesitamos ser una superpotencia. Europa es la mezcla cultural que somos los europeos".
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