Las cuentas sanitarias
O se recorta dr¨¢sticamente el gasto y el modelo social, o se instaura un copago equitativo
La deuda del sistema sanitario espa?ol, administrado por las comunidades aut¨®nomas, super¨® en el primer trimestre los 9.400 millones de euros. Tan preocupante o m¨¢s que esa cuant¨ªa es el ritmo de su aumento: un 10,8% sobre el mismo periodo del a?o anterior en relaci¨®n con la factura farmac¨¦utica.
El volumen del gasto sanitario total no es exagerado. Se sit¨²a por debajo de la media de la UE (de los Quince antes de la ampliaci¨®n); la sanidad p¨²blica cuesta el equivalente a un 6% del PIB. Pero s¨ª son exorbitantes algunos de sus elementos, como el gasto farmac¨¦utico, el segundo en la clasificaci¨®n mundial despu¨¦s de EE UU; o el n¨²mero de visitas m¨¦dicas, que multiplica por ocho la media europea.
Lo m¨¢s inquietante es el aumento exponencial del gasto en los ¨²ltimos a?os. Tiene explicaciones. Es un gasto poco el¨¢stico, dada su demanda social. Ha afrontado un aumento de usuarios por razones demogr¨¢ficas y un encarecimiento tanto por el envejecimiento de la poblaci¨®n (el paciente medio de la tercera edad requiere mayor atenci¨®n), como por la incorporaci¨®n de nuevos y m¨¢s sofisticados dispositivos tecnol¨®gicos y tratamientos. De modo que, en ausencia de un control muy estricto, el coste de la salud p¨²blica tiende al infinito.
El gasto sanitario representa casi la mitad de los presupuestos auton¨®micos, un 44,9%, lo que sumado a la educaci¨®n supera el 70%. Si se le a?aden los servicios sociales, ese porcentaje supone las tres cuartas partes de los mismos. Tanto o m¨¢s que los excesos suntuarios, el d¨¦ficit auton¨®mico tiene un componente social de tipo estructural, lo que no implica que no pueda, y deba, ser controlado: al rev¨¦s. Porque obstaculiza el cumplimiento de los techos de d¨¦ficit, poniendo a Espa?a en riesgo de desbordar sus compromisos de estabilidad y de agravar la crisis de la deuda soberana. Tambi¨¦n porque genera retrasos abusivos en los pagos a proveedores en todas las comunidades, lideradas por las que regenta el PP.
Este pa¨ªs se enfrenta, pues, a un dilema. O reduce dr¨¢sticamente el gasto sanitario, desmantelando buena parte de su modelo social, o conserva una sanidad de primera, con recortes en elementos no esenciales y aumento de ingresos por la v¨ªa de un copago que incorpore criterios de equidad, seg¨²n el poder adquisitivo de los pacientes. La respuesta deber¨ªa ser evidente.
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