Preciso y el¨¢stico
Zubin Mehta dirigi¨® la Tercera Sinfon¨ªa de Mahler con un pulso siempre firme, preciso y el¨¢stico. Es dif¨ªcil conseguir todo eso a la vez. Es dif¨ªcil, con gestos tan parcos, ajustar de forma exacta a todos los instrumentistas. Tambi¨¦n parece dif¨ªcil frasear con tanta elocuencia sin hacerlo, como ocurre a veces, braceando cual nadador o lanzando estocadas de torero. Es dif¨ªcil, en suma, encontrar el tono justo para esta sinfon¨ªa, que recorre senderos encaminados a la exaltaci¨®n de la naturaleza y, en el Adagio final, a un dios entendido como amor. En ella permanece viva, sin embargo, esa sempiterna duda que siempre planea como una sombra hasta en las obras m¨¢s optimistas de Mahler: ah¨ª est¨¢n, por ejemplo, como se?ala Marc Vignal, las violentas interrupciones que se suceden en el primer movimiento. Mehta dio a la partitura el marco exacto en que esta m¨²sica cobra un aut¨¦ntico sentido, lo supo transmitir a la orquesta, y esta, posey¨¦ndolo, lo plasm¨® en el auditorio. All¨ª se recogi¨® y se disfrut¨®, a trav¨¦s de esas trompas introductorias, de esos trombones perfectos que evocan la voz de las rocas, de ese fliscorno que suena fuera, lejano, del oboe que colorea el intenso mensaje de la mezzo, de las trompas, de las arpas, de las cuerdas... Falt¨®, quiz¨¢s, algo de magia en el quinto movimiento, cuando la escolan¨ªa entona el bimm-bamm: ?el texto habla de tres ¨¢ngeles que cantan!
ORQUESTA DE LA COMUNIDAD VALENCIANA
Director: Zubin Mehta. Christianne Stotijn, mezzosoprano. Coro de la Generalitat Valenciana. Escolania de la Mare de D¨¦u dels Desemparats. Sinfon¨ªa n¨²m. 3 de Gustav Mahler. Palau de les Arts. Valencia, 12 de junio de 2011.
Con todo, la delicada instrumentaci¨®n de la partitura estuvo servida por batuta y orquesta con una luminosidad prodigiosa. Esta atenci¨®n a cada uno de los timbres permiti¨® disfrutar de la riqu¨ªsima polifon¨ªa presente en la obra, a veces al borde de procedimientos tan heterodoxos como espl¨¦ndidos. En la menci¨®n de intervenciones destacadas no pueden olvidarse la del concertino, la matizad¨ªsima y casi siempre presente percusi¨®n, o la voz de Christianne Stotijn al desgranar el O Mensch! Gib acht!, un texto de Nietzsche extra¨ªdo del Also sprach Zaratustra. En el Adagio final, Zubin Mehta supo ir graduando la tensi¨®n del discurso y dej¨® respirar a la m¨²sica con naturalidad hasta llegar al cl¨ªmax final, rotundo pero sin ninguna clase de estridencias: preciosa contribuci¨®n, al igual que los otros cinco movimientos, al centenario de la muerte de Gustav Mahler.
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